Capítulo 9 » pt. 2 | Excusa

721 58 10
                                    

No había manera de que la dejara irse en autobús. No cuando llevarla en mi auto significaba que pasaríamos más tiempo juntos. Después de aquella noche de noraebang, me sentía con la extraña necesidad de estar a su lado todo el tiempo.

Tanto había pasado desde el día en que había visto la libreta llena de dibujos sobre su atracción hacia mí...

Ya no estaba seguro de que eso todavía fuera cierto, no después de verla besando a aquél chico. Ni siquiera puedo entenderlo. ¿Por qué me afecta tanto? No estoy interesado. No quiero que pase nada entre nosotros. Tengo novia, aún cuando nuestra relación está en el peor momento de todos. Tenía días sin hablar con Eunjin, podía aceptar que ya no sentía nada por ella después de todos estos años... Sin embargo, seguía siendo mi novia.

No sé cómo sucede, pero estoy tan concentrado en mis pensamientos que escucho el grito de Rosie como un eco a mi alrededor. Siento el coche agitarse y ladearse hacia la derecha.

—¿¡Estás loco?! —la escucho gritar alterada mientras detengo el auto. Tiene la respiración agitada y me mira tan furiosa que sus ojos se vuelven aún más grandes y vibrantes de lo que ya son.

No respondo y bajo del auto de inmediato para verificar mis sospechas. Sí. La llanta está ponchada.

—¿Qué nos golpeó? —pregunto poniéndome de cuclillas para examinar más detenidamente el neumático inservible.

—¡Nada nos golpeó! ¡Pasaste sobre un hoyo gigante! —dice exasperada bajándose del coche y poniéndose de cuclillas a mi lado.

Tal vez no es momento de notar que huele delicioso. ¿Qué perfume usará? Me aseguraré de regalarle una dotación de por vida...

—Tendremos que llamar a una grúa. La llanta de repuesto está atrás pero no sé cómo cambiarla... —empiezo a decir poniéndome de pie y alejándome un poco de ella, pues corría el peligro de terminar con mis labios sobre los suyos.

—¿Es broma, cierto? —dice con una sonrisita.

¿Se está riendo de mí?

¿Si besara su cuello conmigo entre sus piernas seguiría riéndose?

¿Qué rayos estoy haciendo pensando de esta manera?

—¿Qué es divertido? —pregunto tratando de pelear contra mi impulso de hacerle caso a mis pensamientos lunáticos.

—Eres un exitoso CEO, un talentoso DJ underground , poliglota... ¿Y me estás diciendo que no sabes cambiar una rueda?

Su risa tiene una mezcla de diversión, ansiedad y enojo. Me enfurece que se ría de mí, pero se ve tan tierna y su risa es tan graciosa que no puedo evitar reírme con ella.

—Para eso existen las grúas —respondo volviendo mi atención al teléfono.

—No es necesario, yo lo haré.

¿Qué?

—¿Sabes hacerlo? —pregunto asombrado y, tal vez, un poco excitado.

—Claro que sí. Antes de marcharse, mi papá me enseñó todo sobre emergencias y esto califica como una.

Tratando de recordar si había mencionado que sus padres ya no vivían en Corea, no puedo decir nada más y me pongo a sus órdenes. Hago todo lo que me dice y  le ayudo en lo que puedo. Veo que se quita los zapatos y se ensucia las manos, veo las gotas de sudor caer por su frente y no puedo evitar encontrarla más atractiva que nunca. Mientras cambiamos el neumático, observo nuestro entorno. Estamos en medio de la nada y la iluminación es la suficiente para distinguir todo con claridad. El viento se vuelve más frío con cada minuto que pasa.

—Creo que ya está —exclama mientras se levanta y se recarga sobre la puerta del auto. Tiene la respiración agitada y ya no queda rastro de la pulcritud de hace un rato.

Abro la puerta para ella y entra al auto. Meto todas las herramientas y la llanta dañada al maletero. Cuando por fin enciendo el automóvil  y éste comienza a andar con normalidad, veo por el rabillo del ojo a Rosie revisar la hora en su celular.

—¿Llegarás tarde? —pregunto con curiosidad.

—Demasiado. Aún si llegamos a tiempo a Seúl, tengo que cambiarme. No puedo ir así. ¿Te molestaría dejarme en mi apartamento?

—Claro que no.

Era bastante claro que ese cuerpo tan pequeño no podía resistir tanto esfuerzo y no agotarse. El resto del camino la veo quedarse dormida contra su voluntad. Su cabello comienza a cubrirle la cara al reclinarse hacia la puerta y alargo mi brazo derecho para acomodarlo detrás de su oreja. Sabía que las facetas de Rosie que había conocido esta noche quedarían grabadas en mi memoria por un buen tiempo. Esta chica era interesante, no había manera de negarlo.

No sé si me atrevería a conocer aún más. Puedo correr el riesgo de querer quedarme cerca para siempre.

Apenas y el auto se detiene, ella se despierta de un brinco. No puedo reprimir una sonrisa al verla tan desorientada. Revisa su celular de nuevo y al ver la hora se relaja un poco.

—Si soy rápida aún puedo llegar decorosamente tarde —dice con una sonrisa. Me amarga un poco saber que quiere quedar bien con aquél tipo. Otra razón válida para no hacerle caso a mi mente irracional—. Muchas gracias por traerme.

—Gracias a ti por no dejarme varado en medio de la nada. ¿Quieres que te lleve?

La pregunta ya estaba afuera antes de procesarla. No me considero impulsivo. Todo lo contrario. Todo lo que hago ha sido analizado y contenido.

¿Qué me está haciendo?

—Creo que ya hemos pasado mucho tiempo juntos el día de hoy. Corro el riesgo de no soportarte el lunes por la mañana.

—Está bien. Nos vemos el lunes. Pásala bien.

No insisto y me voy después de verla entrar a su edificio. Ya en mi departamento, me relajo un poco y me cambio de ropa a algo más cómodo. Es temprano para ir a la oficina y hacer esas llamadas a Taiwán... Tal vez llamar a Eunjin no sería mala idea. Tomo mi celular y al desbloquearlo veo la dirección de aquél restaurante aún puesta en el GPS.

Mis extremidades se empiezan a mover solas y mi cerebro parece no querer funcionar. Me subo de nuevo a mi auto y manejo hasta esa dirección, no sin antes dar la vuelta y arrepentirme millones de veces. No podía simplemente llegar y aparecer sorpresivamente. ¿Qué le diría? ¿Cuál sería mi excusa? Tal vez pueda observarla de lejos. Sólo quiero asegurarme de que no se haya cansado mucho con lo del neumático. Quiero asegurarme que está bien y que sigue en una sola pieza.

Sí, eso es lo único que quiero hacer.

Me estaciono y puedo ver el lugar de cerca. Es elegante y pequeño, la clase de restaurante que siempre tiene una larga fila de espera. Las cortinas están cerradas, pero las sombras y el ruido de la fiesta que sucede en el interior traspasan las ventanas. Si no vino a cenar aquí, tal vez su novio trabaje en este lugar. Tengo que bajar a comprar un café para mantenerme despierto y para dejar de sentirme tan ridículo. ¿Qué estaba haciendo?  Ya era muy tarde y ella todavía no salía. Tenía que ir a casa, dormir un poco y pensar fríamente de nuevo.

Estoy encendiendo el auto cuando la puerta del restaurante se abre. Por ella sale Rosie, sin rastro de haber hecho trabajo pesado. Se había recogido el cabello y  colocado unos aretes largos que alargaban su cuello. Detrás de ella sale un hombre y le bloquea el paso.

¿Rosie está llorando? ¿Ese desgraciado la está haciendo llorar? La toma del brazo fuertemente. Puedo ver su cara de dolor mientras forcejea para quitárselo de encima. Siento una extraña sensación que me calienta las entrañas.

De nuevo, mis extremidades parecen tener vida propia, porque en segundos mi puño conecta directamente con la quijada de aquél desconocido.

La chica que él nunca notó | SeungriWhere stories live. Discover now