Capítulo 13 | Ligero

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Si hay alguien que puede hacerme perder toda la compostura, esa es Rosie Buchanan.

No sé cómo sucedió exactamente pero cuando me recuesto sobre mi cama esa noche, había golpeado a un extraño con lo aprendido en clases de jiu jitsu y había intentado besar a Rosie, todo por los malditos celos.

Sí, tenía miedo de que esos dolores en el estómago comenzaran a llamarse así. Ya no podía seguírmelo negando. Me sentía atraído por ella y la pequeña molestia residual entre mis piernas era la prueba.

Sí que había tenido buena puntería.

Para ser completamente justo, creía merecerlo con toda seguridad. Había sido un completo cretino pidiéndole que me besara por ser su "no novio". Algún demonio me poseyó para pedirle eso, estoy seguro. Esa hermosa mujer y yo no podemos estar juntos. No mientras ella siga siendo una pasante en Aori Company. Además, me hace ser algo completamente diferente a la personalidad a la que estoy acostumbrado. Debido a mi profesión, debía ser una persona calculadora y objetiva, sin embargo, cuando estoy a su alrededor, simplemente dejo de pensar y me dejo sentir.

No estoy seguro hacia qué lado de la balanza moral se inclinaría esa situación.

¿Cómo haré para no pensar en besarla todo el maldito tiempo?

Esa era una muy buena pregunta. Sinceramente, Rosie era irresistible. Cada detalle de ella comienza a llegar a mi mente y no puedo evitar sonreír... Era como si un campo magnético me atrajera hacia ella constantemente, en cuerpo, mente y alma.

Al día siguiente, despierto solo en mi departamento con un dolor en el hombro terrible. Tal vez había sido la pelea, aunque no recordaba un momento en particular en el cual el dolor pudiera haber sido provocado. Sin embargo, me levanto para tomar una ducha y "preparar" mi desayuno, que consistía en calentar udon instantáneo. Los eventos del día pasado me seguían pareciendo jodidamente irreales, no puedo superarlo incluso cuando me encuentro mirando el envase de mi desayuno girar dentro del microondas como si fuera lo más interesante del universo. Tal vez me hubiera quedado así un buen rato, pero escucho que tocan a la puerta.

En sábado por la mañana, sólo podía ser una persona: mi hermana Hanna.

Cuando abro la puerta, ella entra algo alterada.

—¿Qué te pasa? —le pregunto cerrando la puerta.

—¡Yah! ¿Por qué no le contestas el teléfono a Eunjin? —dice alterada mientras se empieza a quitar sus zapatos. Cuando tiene el perteneciente al pie izquierdo en su mano, comienza a golpearme con él.

¿Qué diablos?

—¿¡Qué te pasa?! ¿¡Estás loca?! —digo mientras trato de defenderme de sus golpes con los antebrazos.

—¿¡Por qué soy yo la que tiene que lidiar con los celos de tu novia loca?! —exclama mientras sigo arremetiendo contra mí.

Mi cerebro sigue sin captar nada y con mi hermana menor atacándome es aún peor. Debido a ello, la detengo tomándola por las muñecas.

—¿¡Podrías calmarte y explicarme?! —pregunto ya honestamente divertido. Esa loca había sido la mejor hermana que hubiera podido tener y que estuviera golpeándome como cuando éramos niños sólo hacía mi diversión aún mayor.

Se libera de mi agarre y se deja caer en el sillón, lista para hablar.

—Pues que tu querida Eunjin ha estado bombardeando mi teléfono toda la mañana. ¿En dónde te metiste anoche?

—Tuve que... —empiezo a decir. ¿Qué demonios iba a decirle, que tuve que espiar a la chica más hermosa como un loco depravado?—. Resolver un asunto pendiente, del trabajo.

La chica que él nunca notó | SeungriWhere stories live. Discover now