Capítulo 3 | Rechazo

939 71 12
                                    

Subo en el elevador escuchando una marcha fúnebre imaginaria.

Sé que cuando llegue al último piso tendré un funeral causado por la vergüenza.

Las puertas se abrieron. Seunghyun estaba esperando fuera de la caja metálica.

—Buenos días, sajangnim —saludo con una hilo de voz, evitando mirarlo a los ojos a toda costa.

Odiaba sentirme así.

—Buenos días. Te estaba esperando. Ven, vamos a mi oficina —dice con un tono impersonal.

Deja que yo camine delante de él y me siento observada. Abre la puerta de su oficina para mí y recorro con mi mirada la habitación completamente nueva para mí. Era acogedora pero sofisticada y todo estaba perfectamente reluciente y ordenado. Me invita a sentarme con un gesto y él toma asiento del otro lado del escritorio, encarándome. Yo sigo maravillada con la oficina y al mirarlo de reojo, creo verlo producir una pequeña sonrisa.

De algún cajón de su escritorio, saca las notas y las pone sobre el escritorio.

Sajangnim, yo... —comienzo a decir rápidamente, sin darle la oportunidad de hablar. Dudo sobrevivir este pequeño enfrentamiento si dice algo relacionado con mis dibujos—. De verdad, estoy muy apenada por esos dibujos...

—Me parecieron tiernos.

¿Qué?

Su respuesta hace que inevitablemente volteé a verlo directamente a los ojos.

Sajangnim...

—Por tus dibujos sé que prefieres llamarme por mi nombre. Puedes hacerlo.

Ahora sí no lo ilusiono. Está sonriendo.

—Yo... ¿Qué? —es lo único coherente que puedo decir.

Se ríe y yo no puedo creer que sólo un día anterior haya querido arrancarme la cabeza.

—Tranquila. Sé que estás nerviosa por lo que sucedió ayer y te quiero pedir una disculpa. No estaba en mi mejor momento —dice de repente algo distante. El hecho de que no me lo cuente me hace darme cuenta lo poco que lo conocía—. En realidad, estoy muy apenado.

—Acepto sus disculpas —aseguro juntando mis manos sobre mi regazo.

Esto está saliendo mucho mejor de lo que imaginé.

Rosie, yo... —comienza a decir. Yo sigo procesando el hecho de que mi nombre haya salido de sus labios—. No puedo corresponder a tus sentimientos. ¿Lo sabes, verdad?

El duro peso de la realidad es completamente implacable.

—Lo sé.

—No es nada personal. Eres muy linda, pero tengo a alguien más en mi vida en este momento —me congelo antes sus palabras. ¿Novia? ¿Por qué nunca me había dado cuenta antes? El hecho de que me llamara "linda" quedó completamente opacado—. Además, no sería correcto. Soy tu jefe y mucho mayor que tú. No quiero que la gente piense que estoy en una posición de ventaja sobre ti.

—Lo entiendo —digo agachando un poco la cabeza.

Tal vez hubiera preferido que siguiera siendo grosero conmigo a que me estuviera rechazando de una manera tan amable.

—Muy bien —continúa con una pequeña sonrisa mientras se levanta hacia la puerta y la abre para mí. Yo también me pongo de pie y me dirijo hacia la salida—. Te quedan pocos meses aquí, Rosie. No hay que hacerlos incómodos.

Me guía hacia el elevador con una mano en la parte baja de mi espalda y trato de contener un pequeño sonidito de satisfacción. Tal vez era mi imaginación, pero su mano encajaba perfectamente en esa parte de mi cuerpo.

¿Qué importaba ya?

Me había rechazado amable y tajantemente.

Dentro del elevador, vuelve a mirarme a los ojos. Nos quedamos un momento así, sólo viéndonos, hasta que las puertas se cierran y lo veo desaparecer lentamente.

Continúo trabajando por el resto del día como un pequeño robot que obedece órdenes. Voy de aquí para allá y doy vueltas por toda la oficina. Soy la última en irme y la noche está tan oscura como mis pensamientos. ¿Valía la pena quedarme ahí ahora que el jefazo me había dicho que nada pasaría entre nosotros? Nunca era tomada en cuenta y no estaba explotando mis habilidades al cien por ciento.
Tal vez lo mejor sería irme de ahí y buscar otro lugar dónde iniciar mi pasantía, aunque eso significara volver a iniciar mis horas de servicio.

—¡Noona! —escucho que gritan detrás de mí. Volteo en la dirección de donde proviene el sonido y veo al pequeño Hyunsuk fuera de su cafetería, corriendo en mi dirección.

—¿Qué pasa, Hyunsuk-ah? —pregunto con una pequeña sonrisa forzada.

—Mis padres te invitaron a cenar el fin de semana a casa —me dice emocionado—. Y quería saber si necesitabas un aventón.

—Respecto a la cena, claro que acepto. Sobre el aventón... ¿Desde cuándo eres tan amable? —pregunto con curiosidad.

—Te vi pasar, cabizbaja. Siempre estás muy feliz y admito que me preocupé, noona —se sonroja un poco con su confesión—. ¿Es otra vez por tu jefe?

Suspiro.

—Ven, te invito un poco de pan de pasas.

Llegamos a mi departamento y, con café en mano, le cuento mis pesares. Debo admitir que el pequeño Hyunsuk es muy bueno escuchando y también muy bueno dando consejos. Era simpático y tenía sonrisa tiernísima, por lo cual no dudaba por qué su jefa estaba muerta por él.

—¿Crees que renunciar sea buena idea? —le pregunto dejando caer mi cabeza sobre mi mano.

—Te diré la verdad, pero te recuerdo que la decisión es sólo tuya —traga saliva y se acomoda en su asiento, como si se estuviera preparando para dar un largo discurso—. Renunciar es lo mejor que puedes hacer. Cualquiera que se interese por conocerte se daría cuenta del talento que tienes, noona. No lo desaproveches sólo porque te gusta tu sajangnim.

—No deberían hacerlo, pero me pagan generosamente y eso también es un punto a su favor —le digo divertida. En realidad, sólo busco excusas para no tomar la que sabía era la mejor decisión para mi salud emocional.

Yah... ¿Entonces no importa si te esclavizan mientras te paguen? —dice algo molesto mientras me picotea la cabeza con su dedo. Me alejo rápidamente de sus ataques, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿De verdad eres mayor que yo?

—Sí, no lo olvides, chiquillo impertinente —le digo mientras lo ataco con uno de los cojines del sofá.

Entre risas y más peleas mi noche se vuelve más amena. Hyunsuk se marcha temprano y yo me entretengo un rato preparando la cena para Yuna, sin dejar de pensar en la decisión tan importante que tomaría al día siguiente. Cuando termino con la comida, me voy directamente hacia mi laptop y empiezo a escribir mi carta de renuncia, dirigida hacia Seunghyun. Con cada palabra que quedaba escrita, más segura estaba de mi decisión.

Aori Company no era el lugar en donde debía estar.

Tenía que estar a kilómetros de distancia de Lee Seunghyun.

Cuando pensaba en ello, más infundada me parecía mi atracción hacia él. Es decir, claro que era atractivo. Mucho más que cualquier persona promedio. Sin embargo, apenas ayer había dejado entrever una personalidad mucho más compleja de la que había imaginado. Nunca había demostrado interés en mí. Era una más de sus subordinados. Nada más. Él ya lo había dejado claro esta mañana.

Me sentí furiosa al recordarlo y con más determinación seguí escribiendo mi carta de renuncia que le entregaría personalmente al jefazo después de la junta de mañana. La imprimí y la metí en el típico sobre que aparece en los dramas que pasan en la televisión.

Ya estaba hecho.

Claro que mis últimos meses no serían incómodos, como había dicho Senghyun, porque a partir de mañana dejaría de ser una pasante en Aori Company.

La chica que él nunca notó | SeungriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora