Capítulo 9 » pt. 1 | Escape

706 56 3
                                    

—No es necesario, Kyungsoo-yah —le digo por milésima vez por teléfono.

—¿De verdad no quieres que pase a recogerte? —pregunta con un poco de dolor en su voz.

—No es eso, es que realmente estaré algo ocupada con el trabajo. No te preocupes —vuelvo a insistir.

—Está bien, Rosie. Aunque no estoy de acuerdo, si eso es lo que quieres... Nos vemos en la noche.

Su voz se escucha un poco más animada y me relajo.

—Está bien, nos vemos en un rato.

Kyungsoo me había llamado para preguntar si pasaría por mí para ir juntos a la fiesta. Al decirle que tenía trabajo, se ofreció para pasar por mí a la oficina. ¿Cómo se supone que debería revelarle que mi trabajo era una comida con mi jefe a dos horas de Seúl?

Me pongo un vestido rojo oscuro que sirva para ambas ocasiones. Mientras me maquillo un poco y le doy los últimos retoques a mi cabello, tocan la puerta del departamento. Me acerco rápidamente a la mirilla y veo a Seunghyun del otro lado de la puerta. Las palmas de mis manos comienzan a cosquillear contra mi voluntad, los recuerdos de aquella noche de noraebang aún en mi cabeza. No lo había visto después de eso, por lo que tenerlo frente a mi puerta me pone los nervios de punta.

Abro la puerta y la realidad me golpea al verlo parado frente a mí con las manos en los bolsillos. Después de un año de estar prácticamente babeando por él, mi jefe estaba esperando por mí para salir a cenar.

—Estaré lista en un momento, pasa —lo invito a modo de saludo, pretendiendo que su presencia no me afecta para nada.

Lo noto dudar antes de entrar y cerrar la puerta detrás de él.

—Qué bonito departamento —dice con una pequeña sonrisa.

Casi quiero soltar una carcajada. Verlo con su ropa tan cara en el departamento pequeño que comparto con mi mejor amiga, examinándolo con detenimiento... Se veía tan fuera de lugar que era casi hilarante.

—Gracias —digo desde mi habitación tomando mi bolso y dándome un último vistazo en el espejo. Me gusta lo que veo, por lo que mis nervios se apaciguan un poco.

Salgo de mi habitación y descubro al jefazo examinando las fotos que se encuentran desperdigadas por toda la sala. Lo veo detenerse un poco en una foto mía y del pequeño Hyunsuk cuando recién me había mudado a Corea. Cierro la puerta de mi habitación y sonrío al verlo sobresaltarse.

—¿Nos vamos? —pregunta recobrando la compostura.

El viaje fue silencioso pero, sorprendentemente, cómodo. Mi vista estaba fija en sus manos que tomaban el volante con firmeza y no podía evitar recordar cuando había tomado mi cintura de la misma manera, el calor de sus manos aún lo suficientemente vívido para hacerme estremecer. Las dos horas pasaron rápido y cuando menos me lo espero, ya estamos cenando con los hombres con los que se había reunido anteriormente.

—Nos da gusto que hayas venido, Rosie-ssi —dice uno de ellos de complexión robusta y con las cejas más gruesas que había visto jamás—. Fuiste una parte importante para que aceptáramos cerrar el trato con Seunghyun.

—¿De verdad? —pregunto asombrada mirando de reojo a mi jefe, que se mantiene impasible mientras toma un bocado de arroz.

—Claro que sí, le comentamos que se podía notar que eras una jovencita muy talentosa. Que trabajes en su empresa dice mucho sobre él —responde animado.

Me sonrojo un poco ante su cumplido y puedo ver que Seunghyun también está afectado, pues noto que no aparta la vista de la comida mientras una sonrisa nerviosa aparece en su rostro. La plática pronto cambia de dirección y me siento menos consciente de mí misma. Me relajo y me permito disfrutar la cena... Por cierto, está deliciosa. ¿Cómo no iba a estarlo si el restaurante se veía de lujo?

Cuando salimos del restaurante y nos despedimos de los demás hombres de negocios con el trato cerrado, siento la inevitable necesidad de revisar el reloj. Me empiezo a sentir nerviosa cuando me doy cuenta que sólo faltan dos horas para que comience el evento de Kyungsoo. Llegaría a tiempo si todo iba bien en el camino... Me irrita la idea de llegar tarde, sobre todo cuando había prometido estar ahí. Suponía que eso también incluía llegar a tiempo.

—Creo que es hora de que me vaya —digo simplemente cuando nos encaminamos hacia el auto.

—¿De qué estás hablando? —pregunta desconcertado.

—Del evento del que te había hablado... Tomaré un autobús en este momento o llegaré tarde.

Su rostro se tensa.

—Yo te llevaré —dice sin mirarme y abriendo la puerta del auto para mí.

—Muchas gracias, pero te desviaré y no creo que sea... —comienzo a caminar en dirección hacia la parada pero sus palabras me detienen.

—¿Vas a escapar como hace unas noches?

Sus palabras me hacen dar un giro de ciento ochenta grados para encararlo. Creí que no lo recordaba, después de todo se notaba a leguas que ese día se le había subido el alcohol a al cabeza. Está parado frente a mí con las manos dentro de sus bolsillos. Su silueta sobre el atardecer lo bastante estética para una fotografía perfecta. Cierra la puerta y comienza a caminar hacia mí, se detiene hasta que está sólo a centímetros de mi cuerpo. Siento la electricidad comenzar a formarse entre nosotros, casi lo suficientemente densa para atravesarla con mis manos si es que reunía la suficiente valentía para acercarme a él.

Sin embargo, no muestra señales de moverse un ápice así que yo me mantengo firme.

—No escapé —respondo indignada.

Sí, escapé porque tenía miedo de lo que pudo haber pasado.

—Correr y desaparecer dentro de un taxi no demuestra lo contrario —dice con una pequeña sonrisa.

¿Podría besarme y callarse de una vez?

—Más bien, demuestra que salvé a mi jefe después de que se le subieron las copas —respondo con valentía. Él no puede reprimir una carcajada.

—¿De verdad crees que estaba ebrio? —pregunta incrédulo.

Yo asiento con la cabeza y eso al parecer lo hace reír aún más.

—¿Qué es tan gracioso?

—Tú lo eres, Rosie —dice como si fuera lo más obvio del mundo—. No hay manera de que te deje tomar el autobús a esta hora, ya casi anochece...

La manera en la que me mira es lo que me hace caminar hacia su auto. Su preocupación parecía genuina y en sus ojos podía ver la necesidad que tenía de que aceptara su oferta. Cuando estamos adentro, enciende el auto y me pide que le de la dirección para ponerla en el GPS. Nos ponemos en marcha y vuelvo a mirar el reloj, deseando contra todo pronóstico llegar a tiempo.

La chica que él nunca notó | SeungriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora