Capítulo 2

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Ha pasado casi media hora desde el horario en que me citaron. No me pasa desapercibido el hecho de que el señor Friedman nunca llega tarde, jamás, en el tiempo que llevo trabajando en este emporio lo he visto llegar siquiera un minuto tarde. Decido sacar mi celular para revisar las redes sociales, Facebook, Instagram, Twitter. Nada importante, vuelvo a guardar el celular porque después de todo, quién podría hablarme a estas hora. Nadie.

Me tomo mi tiempo para pasarme a la vereda de enfrente, un vestido bordo al cuerpo, media espalda al descubierto, un sutil y delicado cierre cubre la poca parte trasera de él, lo contemplo embobada, es precioso, el solo hecho de imaginarme dentro de él, me hace sentir como esas famosas que desfilan en las premier en sus costosos vestidos y largas alfombras rojas. La boutique que esta frente a mi trabajo es una muy prestigiosa, la galería en la que se encuentra es uno de los más visitados de Argentina.

-Usted se vería impecable allí dentro- escucho a alguien decir detrás de mí, me sobresalto y dándome la vuelta me encuentro a mi jefe, acompañado de otro hombre, uno mucho más joven por cierto -Sabrá disculpar la tardanza- dice viendo su lujoso Rolex de plata y oro -mi acompañante confunde horarios, estaría llegando a la cama en estos momentos-

No puedo pasar por alto el tono reprobatorio que usa al decir lo último, el hombre junto a él no hace más que rodar los ojos y poner cara de despreocupado. Entonces me tomo mi tiempo para verlo disimuladamente, es alto la misma altura que la de mi jefe de hecho, su cabello es un negro azabache profundo y desaliñado, sus ojos son un cielo hipnotizante y su sonrisa, mierda su sonrisa es hermosa; dientes grandes y de un blanco reluciente, sus labios mullidos pero llamativos, una incipiente barba cubre su mandíbula, es un adonis de la sexualidad sin dudas, hermoso por donde lo mires.

Escucho un carraspeo el cual me hace volver en mí, en frente tengo a mi jefe y su acompañante viéndome, mi jefe tiene una ceja elevada y el hombre junto a él me ve con una pequeña sonrisa de lado. Es entonces que logro darme cuenta que me demore más de lo que tenía planeado en escudriñarlo, que me sumergí en mis pensamientos y que desde que los dos llegaron ante mí no he abierto la boca siquiera para saludar.

-No se preocupe señor Friedman- digo por fin soltando el aire -no llevo mucho tiempo esperando- miento para quitarle importancia al asunto -buenos días- digo con un asentimiento de cabeza a ambos hombres frente a mi.

Mi jefe me dedica una amable y muy, muy pequeña sonrisa, de hecho ahora que lo pienso no podría asegurar si llego a ser una sonrisa o simplemente lo imagine, este hombre es muy serio para mi gusto, entonces se gira sobre su propio eje y comienza a caminar en dirección a su edificio. El otro hombre por su parte me regala un marcada sonrisa, con sus labios ensanchados y dientes brillantes, mira sobre su hombro a Friedman y levanta sus manos al aire.

-¿Señor Friedman?- grita finalmente riendo y con sarcasmo pululante en su voz -o vamos, desde cuándo eres tan estructurado hermano-

En ese momento me quedo muda, inmóvil ¿Dijo hermano? Si, si dijo hermano. Pero se ven tan distintos, es como si los hicieran con alelos completamente diferentes, como si se los hubieran cambiado en la sala de neonatología. Me percato de que ya los dos hombres están parados frente al edificio aguardando por mí, obligo a mis pies que se movieran me acerco a ellos.

Osmar simplemente abre la puerta de esta, los empleados de seguridad ya están en sus puestos, a cada lado de la puerta, serios y sin mover un solo musculo. Ambos hombres cruzan la puerta y yo los sigo, les dedico un saludo con una sonrisa a los guardias al tiempo que me dirijo a la puerta.

-Que tengas un lindo día Oriana- dice Paulo, el más moreno de ellos.

-Gracias Paulo- devuelvo el saludo -igual ustedes-

Entre Cuatro ParedesWhere stories live. Discover now