Capítulo 20

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No sé en qué momento el tiempo transcurrió tan deprisa, pero hoy estoy aquí preparando mis valijas para el casamiento al que he sido invitada junto a Osmar. Mis ojos viajan de una prenda a la otra, no estoy muy segura de que sería la indicada para esta ocasión, me centro en una en particular; largo, con la cantidad justa de transparencia, un escote en V que llega casi a la mistad de mi torso. El vestido es en un sutil tono marfil

El sonido de la puerta siendo llamada, logra espabilarme. Camino hasta ella y la abro.

—Llegó por quien llorabas, preciosa —la melodiosa voz de mi amigo al otro lado del umbral permite saber que es él sin siquiera haberlo visto

—No te das una idea de lo mucho que la necesito ahora —suelto esto apenas dirijo la vista hacia él.

—Lo sé primor —me hace a un lado e ingresar a mi apartamento mientras yo cierro la puerta.

El tiempo transcurre tan lento que siquiera soy consciente de que ya el sol se ha escondido en su totalidad, que la luna es la protagonista de lo que resta del día. La voz de mi amigo es interrumpida en medio de un apasionante relato de su vida, cuando mi celular comienza a sonar.

La pantalla táctil se ilumina dejándome saber quién es el remitente. “Osmar”, me disculpo con Fran y deslizo el pulgar aceptando así la llamada.

—Osmar, no esperaba tu llamada —guardo silencio un segundo en lo que tomo aire para volver a hablar— ¿Cómo estás? Buenas noches.

—Cariño…  buenas noches —lo oigo aclararse la garganta antes de seguir hablando— Quería saber si te gustaría pasar la noche aquí y mañana ir juntos al aeropuerto.

—Amm… sí, bueno —guardo silencio un segundo en lo que pienso mejor la respuesta. Por un lado pienso que es demasiada formalidad, pero por el otro, me encanta la idea, así que accedo.

—El chofer irá por ti. Avísame cuando estés lista. —La llamada dura un momento más, en lo que nos despedimos y colgamos.

Justo cuando se lo cuento a mi amigo, estalla en emoción eufórica, la cual me produce gracias. Él mismo se encarga de enviarle el mensaje a Osmar desde mi celular, informándole que estoy lista, lo cual es  verdad. Ya mi equipaje está hecho.
Transcurren unos minutos antes de recibir la respuesta diciendo que ya el chofer está en camino y luego de media hora, llegan por mí. Tanto el chofer como mi amigo, me ayudan a cargar el equipaje al auto para luego encaminarnos a la casa de Osmar.

No caigo en cuenta de que cuando subí al auto, lo hice en pijama, sino es hasta cuando llego y los ojos de Osmar barren mi cuerpo y entonces caigo en cuenta sobre las fachas que traigo. Él no hacer más que rodearme entre sus brazos y plantar un dulce beso en mis labios.

—Te echaba de menos —las palabras liberadas por sus labios chocan contra mi rostro haciéndome sentir rara, extrañadas, como fuera de foco.

—Yo también te…

Antes de poder terminar de formular mi respuesta, soy interrumpida por un carraspeo proveniente de las espaldas de Osmar.

— ¿Ayudo con las valijas de la novia? —El tono asqueado con el que dice la última palabra, provoca que ambos desviemos la mirada hacia esa dirección.

—Emir —pronuncio su nombre más es forma de saludo que de otra cosa.  Ni siquiera me mira.

—Por favor, hermano —Dice haciéndome de una valida y deja la otra para que la tome Emir.

Osmar se aleja camino a la casa, mientras yo me quedo en mi lugar un poco atónita e inmóvil. Cuando  logro reaccionar nuevamente, me dispongo a seguirlo.

—No entiendo qué logras con esto —los largos dedos de Emir rodean mi antebrazo impidiendo que siga mi camino. Yo, mientras, levanto mis cejas cuestionándolo— ¿Por qué vienes a esta casa? ¿Qué logras haciéndolo? —A estas alturas, su postura es colérica y tengo que hacerlo callar para que no levante la voz.

—No logro nada, Emir, y si vengo a esta casa es por Osmar, no por ti —sujeto la valija que tiene en sus manos y tiro de ella para alejarme.

—Aún no termina esta conversación —sus dedos sujetan con fuerza mi antebrazo, provocando que me detenga en seco— sé que sientes los mismo que siento yo —ya a estas alturas está tan cerca de mi que su aliento mece hebras sueltas de mi cabello— sé que quieres esto tanto como yo.

—No hagas eso —cuando logro caer en cuenta, sus labios se encuentran casi pegados a los míos— no vuelvas a tocarme de esta manera.

Observo sobre mi hombro y ya Osmar casi se pierde tras la puerta, en el momento justo en que doy un paso hacia atrás, para alejarme de Emir, él voltea a verme y se queda en la puerta esperando al ver que ya voy camino a la casa.

En los límites de mis pensamientos, sigue la pregunta de Emir revoloteando en mi mente, y me odio por eso. Una suave brisa peina las hebras sueltas en mi nuca, la respiración tenue y tranquila de Osmar acaricia la piel desnuda del lugar. Su brazo rodea mi cintura y yo me apego más a su lado para abrigarme en su aroma y así, espabilar mi mente.

— ¿No puedes dormir, linda? —el susurro de su voz eriza mi piel haciéndolo sonreír.
—No —giro sobre mi espalda para quedar de frente a él— pero me siento cómoda así.
Su boca atrapó la mía con una rapidez indescriptible, antes de que pudiese darme cuenta siquiera, su cuerpo, en todo su esplendor, cubrió el mío. No sé qué fue mejor, si sentirlo dentro de mí, o la sutileza de la forma tierna y protectora en la que sus labios se posaron en mi frente.

— ¿Qué tan lento debo besarte para acelerar tu corazón? —susurró a mi oído.
La dulzura de sus palabras entre cada beso logro provocar que un suspiro escape de entre mis labios. El lóbulo de mi oreja es atrapado entre sus dientes, a la vez que una de sus manos acuna mi seno derecho y mientras se hunde en mi interior.

—Osm… —un débil y excitado gemido impide palabra alguna— Osmar —logro esta vez suspirar su nombre.

No quiero ni pueblo hablar. Solamente quiero y deseo disfrutar. Sus manos viajan de un lugar a otro, no hay rincón alguno en mi piel sin el contacto de sus pesadas manos.

Su frente se pega a la mía, sus manos sujetan fuertemente los lados de mi cintura mientras, una y otra vez, se funde en mi interior. Lo siento subir cada espacio en mi interior, su ritmo cambia de lento y acompasado a rápido  y fogoso.
Sujeta mi cuerpo, poniéndose de pie conmigo a la par; fría y dura, la pared ayuda a sostener mi cuerpo, mis piernas se entrelazan entorno a su cintura.

—Oriana —embiste hundiéndose en mi interior— amo tu aroma —vuelve a embestir una, dos, tres, mil veces.
Envuelvo mis brazos entorno a su cuello, clavo mis uñas en su espalda y muerdo su hombro derecho para acallar mis exclamaciones de placer. Ambos brazos de Osmar sujetan mi torso en un abrazo, sus embestidas cesan lentamente y sé lo que esto significa.

Bajo las piernas, temblorosas y con cuidado…

—Creo que me echaste de menos —digo, a la vez que sonrío complacida.
—La ducha nos espera —sujeta mi mano y tira de mí, provocando que lo siga de camino al baño. 

Pd: no voy a decir nada, solo pedir perdón por todo este tiempo que estuve perdida y que los y las amo 😭❤

Nos leemos.

VANESA C. MONZÓN

Entre Cuatro ParedesWhere stories live. Discover now