Capítulo 19

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Ese par de ojos azules, oscurecidos e inyectados de odio, están clavados en mí, en mi expresión incrédula y semblante anonadado. Hasta puedo sentir el miedo recorrer todo mi cuerpo, como si viajara siendo conducido por el torrente sanguíneo, y es que él está aquí, con su cuerpo pegado al mío, mientras detrás de la gigantesca puerta doble, Osmar trabaja en su despacho.

- ¿Lo crees divertido, verdad? -Frunzo el ceño y niego levemente, sin comprender siquiera a lo que se refiere -te revuelcas con mi hermano en su oficina, para luego venir aquí, fingiendo vehemencia -mi boca se abre por la incredulidad de lo que acabo de oír- es increíble -su manos remueven hebras de su cabello al tiempo que niega, con expresión frustrada- nos enamoramos de personas que no podemos tener.

Antes de que pueda siquiera responderle, sus labios cubren los míos, sus manos ahuecan mi rostro de una forma veloz, como temiendo que fuera salirme de su agarre. Sus pulgares masajean suavemente ambas mejillas, su boca busca formar una sola con la mía, en lo que se me antoja un beso esperado, uno de esos por los que llevas tiempo esperándolo. Yo por mi parte, tengo la boca inmóvil, estática. No quiero besarlo.

Como puedo me las ingenio para quitármelo de encima; apoyo ambas manos sobre su pecho, para luego empujarlo lejos de mí.

- ¡Estás loco!- medio grito, siendo completamente consciente del lugar en donde estamos. Doy un par de pasos mientras tomo mi cabello en un intento de contener a raya la exasperación- no vuelvas a hacer eso.

Oigo aplausos detrás de mí, la sangre se me agolpa en los pies y trago, trago duro, y hasta por un segundo creo que he dejado de respirar. Tardo un par de segundo en procesar todo dentro de mi cabeza y, con las palabras atascadas en la garganta giro, giro lentamente siendo presa del miedo de tener al hombre que roba mis suspiros viéndonos en este momento.

-Por un segundo casi, casi te lo creo -comienza a caminar, de forma lenta y pausada, como contando los pasos- por un segundo te compre la actuación de la novia fiel.

- ¿Qué haces de nuevo aquí?- la sonrisa de Tamara, acompañada de un movimiento de hombros con el que refleja total despreocupación, dan la respuesta sin necesidad de hablar.

En el preciso instante en que va a dirigirme la palabra, con toda la arrogancia que la caracteriza, levanta el mentón y con aire sobrador, entre abre sus labios para soltar palabras pero, la puerta doble, que da al despacho de Osmar, resuena en la estadía provocando que todos volteemos a ver en su dirección. Por un momento se mantiene inmóvil, serio, sin expresión alguna en su rostro, con sus ojos viajando, de hito en hito, visualizándonos a los tres aquí de pie.

El silencio sepulcral se ve interrumpido por los pasos que retumban en el eco de la quietud de la habitación, pasos que se escuchan lentos y fuertes. Finalmente llega hasta donde nos encontramos y solo ahí, se detiene.

- ¿Tú padre envió los papeles contigo? - Habla de forma seca, tajante y autoritaria, provocando que Tamara regale un asentimiento forzado.

-Sí, los tengo aquí - rebusca en su monumental cartera, hasta que por fin da con ellos- necesito que los firmes -desvía a todos para dirigirse hacia la oficina de Friedman, el que al contrario, sin siquiera inmutarse, la ve por encima de su hombro irse.

-Déjalos sobre el escritorio de Oriana -la despampanante mujer detiene su andar en seco- luego se los hago llegar con alguien más.

Puedo ver el disgusto plasmado en el rostro de la mujer en completo desacuerdo, presa del malestar por lo recién ocurrido la veo clavar sus uñas en la palma de la mano. Antes de volver a nuestro lado toma aire profundamente y, haciendo acopio de toda su dignidad cruza por mi lado, rozando su hombro con el mío, casi golpeándome al hacerlo. Los ojos, con una fría mirada de Osmar, no hacen más que verla con desprecio, congelando cada nervio de mi cuerpo, jamás lo había visto con tanto odio filtrado en sus pupilas.

Entre Cuatro ParedesWhere stories live. Discover now