Capítulo 4

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No sé en qué momento me quede dormida pero ya el avión está descendiendo, el señor Osmar viene a mi lado leyendo un libro, creo que es el mismo que lo vi sacar de su maletín apenas abordamos.

—Buenos días— dice viéndome de soslayo y yo me obligo a saludarlo con una sonrisa y un asentimiento de cabeza —por la profundidad de su sueño sé que estaba cansada

—No pude dormir anoche— digo dándole la razón porque es la verdad.

Anoche no logre conciliar el sueño en toda la noche, di mil vueltas hasta que se hicieron las tres de la madrugada, en un determinado momento pude dormir pero no fue lo suficiente, el vuelo salía temprano y tuve que obligar a mi cuerpo a levantarse de la comodidad de mi cama. No pude dormir en parte por este viaje, nunca estuve a gusto con ello, y la otra razón, la otra me tuvo completamente sublimada; Emir dejándome un poco alterada en el baño de damas.

La idea de lo que me hizo me hacía sentir estúpida y no solo por el hecho de haberme dejado así, no, fue por haber sido tan idiota de dejarme hacer eso, de permitirle que se acercara tanto hasta el punto de sentir lo tibio de su aliento en mi piel, se me eriza la piel de solo recordar ese momento. Juraría que pude ver su miembro tomar presencia en ese lugar, ya no éramos dos, éramos tres. Pero entonces simplemente se fue.

—Oriana— la voz de mi jefe me trae a la realidad —señorita Dobrev la estoy llamando hace un rato, hemos llegado—

Cuando dice eso siento mi rostro calentarse, y no sé a ciencia exacta si es por los recuerdos en los que pensaba o por el hecho de que estuviera tan ensimismada en mis pensamientos que lo tuve hablando solo por un tiempo. Ofreciendo disculpas y excusando que seguía dormida tome mis maletas y me dispuse a bajar del avión privado de la empresa. No entiendo muy bien por qué habría que sacar boletos de todos modos si el avión es de la compañía.

La agradable y fresca temperatura nada más bajar del avión me hace bien, se siente tan bien después de estos días de frio que vivimos en Corrientes. Bajo las escaleras y puedo ver un par de hombres esperándonos junto a un lujoso auto, me lo quede viendo con descaro. Nunca había visto un auto tan reluciente en mi vida, su negro brilla más que un árbol de navidad y sus vidrios polarizados no permiten ver el interior, por el logo que todos los autos traen en la parte delantera sé que es un Mercedes-Benz, pero ni la más mínima idea de cuál de todos.

—Puede subir señorita— sentí las manos de mi jefe tomar mi barbilla y ayudarme a cerrar la boca, cuando lo voltee a ver vi una sonrisa divertida en su rostro.

Yo por otra parte seguía maravillada por el auto al que iba a subir, yo ni siquiera tengo uno. No me había dado cuenta de que tenía la boca abierta hasta que Friedman me la cerro con su mano, tampoco de que estaba viendo al automóvil frente a mí con la cabeza media ladeada hasta que él, de nuevo, con su mano me hizo ponerla recta. Esa era la razón por la que se encontraba divertido, me veía con gracia por mi reacción, él por su parte estaba acostumbrado a manejarse en ambientes así, pero yo, yo no y esto era nuevo para mí.

Sentí una mano apoyarse en la parte alta de mi espalda y al ver hacia mi derecha pude ver a un guardia de seguridad intentar guiarme hasta el auto, otra mano se apodero de está sacándola sin mucha gracia, volviendo a girar mi cabeza me encuentro con Friedman sacándome al hombre de encima, colocando su mano en mi espalda y guiándome. La mirada gélida que le lanzo al pobre hombre que intentaba hacer su trabajo dejo todo más que claro, en su mirada decía que no me tocara, algo que no le puse mucha importancia.

Una vez dentro del lujoso auto, todo era doblemente más lujoso, no cabe en mí lo maravillada que estoy. El chofer nos condujo a nuestro hotel, no recuerdo el nombre pero impone superioridad, como todo en este lugar. Unos hombres vestidos de pantalones rojos, camisa blanca y un chaleco a juego con sus pantalones nos ayudaron con las maletas, nos siguieron hasta el interior, donde otros más se acercaron muy de prisa con carritos para trasladar nuestro equipaje y se perdieron en unas puertas dobles de servicio a un lado del mostrador donde está el recepcionista.

Entre Cuatro ParedesTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang