Capítulo 17

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Los largos y fuertes dedos haciendo presión sobre la piel sensible, en la parte baja de mi espalda, no hace más que transmitir la rabia, doy un paso hacia tras, chocando la espalda contra su torso, automáticamente siento sus músculos tensarse. Busco su mirada pero no la encuentro, esta clavada en la escena ante nosotros.

Emir de pie junto a mi escritorio, en sus labios una dibujada sonrisa, dedicándosela a ella, Tamara, que muy dueña y señora se encuentra sentada en mi silla, hurgando entre mis papeles y computador. La pared detrás de mí, esa que formaba el cuerpo de Osmar desaparece, lo siguiente que veo es su espalda, yendo a toda prisa hacia ellos, como quien quisiera saltar encima de otra persona y rasgarle el rostro. Me doy prisa y lo alcanzo.

— ¿Se puede saber qué haces? —Hay odio y despecho en sus palabras— no hay nada que tengas que ver ahí.

—Tranquilo cariño —esa palabra en sus labios me produce nauseas, más cuando al decirla mira fijamente en mi dirección— solo cuido lo que es mío —escupe esas palabras con veneno pululando en la lengua, sus ojos no abandonan los míos. Rodea el escritorio, quedando frente a él y recargándose sobre este.

—Vamos a tranquilizarnos —la voz de Emir, sosegando el ambiente logra llamar mi atención, más cuando era él, quien hace unos minutos, estaba muy a gusto con la compañía de esta mujer.

—Tu ni siquiera hables —mi respiración se atora al escuchar el tono tajante y autoritaria de Osmar, y no se me pasa desapercibida la mirada que le dedica.

—En una hora desayunamos cariño —un beso es depositado sobre mi frente, yo por mi parte no puedo siquiera hablar, por lo que me limito a asentir— Tamara acompáñame.

Me quedo viendo su espalda perderse detrás de la puerta doble, doy un paso hacia tras para estabilizarme, el hombro derecho de Tamara impacta, de adrede contra mí al cruzar por mi lado. Quiero tomarla por cada una de las hebras de su cabello teñido y enseñarle respeto pero, para cuando logro reaccionar su contorneada y movediza cadera ya está cruzando la puerta.

Busco a Emir, busco respuestas en él, quien al contrario, me regala un movimiento de hombros en lo que se me antoja despreocupado, vuelve sobre sus pasos para tomar su lugar, donde le corresponde, mientras yo por mi parte, tomo el mío.

— ¿Podes explicarme lo que acaba de pasar? —me animo finalmente a preguntar desde mi asiento, Emir vuelve a hacer el mismo gesto para luego sumergirse en su laptop sin responderme.

Tomo aire tan profundo que los pulmones queman, cierro los ojos y trato de borrar la escena de mi mente. Comienzo a hacer llamadas, cancelar jutas que Osmar comento de camino a la empresa, eran innecesarias y confirmo una, que es más en horarios de llegado el medio día, una vez que cuelgo, comienzo a ver los correos enviados a la dirección de la empresa. Entre uno de los correos, me encuentro con uno de carácter "invitación"

<< Señor Osmar Friedman y Señorita Oriana Dobrev.

Tengo el agrado de invitarlos a mi boda, en el Palacio real a orillas de Aliso Beach Park, el día 20 de julio del corriente año.

La invitación formal les llegará en un par de días, les fue enviada esta misma mañana luego de ser emitido este mensaje.

Saludos cordiales Max Ritter. >>

Por un momento me mantengo pensativa, intentando recordar de quien se trata este tal Max Ritter. Robert Ritter, fue el dueño y anfitrión de la casa en la fiesta que fuimos invitados, durante nuestra estadía en California esa en la que jugamos a ser una pareja.

Hago a un lado todo eso para volver a centrarme en mis tareas, archivar papeles, contestar llamadas, en fin, lo mismo de siempre. Mi celular comienza a sonar dentro de mi bolso, por lo que estirándome un poco me hago con él y rebusco en su interior hasta dar con el aparato rectangular. En la pantalla iluminada se alcanza a ver el nombre del remitente, papá.

Entre Cuatro ParedesUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum