[3.3] "Mi piano"

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Maya

Después de un rato hablando sobre sus ensayos, se atrevió a decirme lo que lo atormentaba desde que comenzamos a hablar.

- Tardaremos ... Unos días más en volver -yo no dejé que la sonrisa que se había instalado en mis labios desapareciera, pero sí que se vio diezmada al escuchar a Kookie decir eso-. Sólo serán un par más.

Yo bajé la mirada, agotada por querer tenerlo a mi lado y tener que conformarme con verlo así. El problema era que esa situación se prolongaría por un poco más de tiempo.

- ¿Cuándo? -inquirí incapaz de volver a mirarlo.

- Cuando menos te lo esperes -ahogué una carcajada sabiendo que intentaba hacerme sentir mejor.

- No juegues conmigo, Jungkook -me removí en la silla y alcé la mirada, encontrando esos ojos ajenos que tanto me gustaban-. Estoy haciendo un enorme esfuerzo por quedarme aquí y no irme a Japón ahora mismo.

- Puedo bailar para ti cuando vuelva, si tantas ganas tienes de verme -él intentó ocultarlo, pero vi a la perfección cómo pellizcó su labio inferior con los dientes, provocando la subida febril de mis colores. Una parte de mí era frágil siempre que actuaba así.

- Te veo bailar a diario, Jeon -me crucé de brazos, un tanto cohibida por su atrevida actitud-. No estoy tan necesitada.

- ¿Quién ha dicho que seas tú la que lo necesite?

Jungkook. Mi mejor amigo. Mi vecino. Él estaba coqueteando conmigo, probando más a cada segundo, interesado en ver la reacción que tendría con la siguiente palabra. Mi pulso iba a mil por hora, pero no le permití averiguarlo y mantuve mi mirada ligada a la suya, permaneciendo como una roca tras su comentario. Creo que no mostré nada porque todo me dolía. Un dolor placentero que no había sentido nunca. Uno que sólo me había provocado Jungkook.

- ¿Has decidido tontear conmigo como hace meses? -sonreí lo más tranquila que pude y le mostré mi total indiferencia.

-Bueno -acercó un poco más su rostro, como si así pudiera ver mi verdadero estado-, puede que nunca  haya dejado de hacerlo. ¿No crees? -sonrió a medias-. Además, sigue siendo satisfactorio verte caer ante mis encantos.

- Cada vez te quedan menos, Jungkook -dije, más confiada de lo que estaba en realidad. Clavé mis ojos en los suyos-. Puede que estés perdiendo la práctica.

Dejó escapar una risa, y aunque quiso aparentar estar disfrutando aquella conversación, vi el reflejo de algo en sus ojos que no me gustó. Era una sombra que los oscureció de repente, sólo por unos momentos.

- Piensa que así -comenzó a decir, fijando la vista en algún punto de la mesa-, puedes practicar para cuando sea Minho el que intente conquistarte.

¿Por qué lucía tan mal al nombrarlo? ¿Por qué le importaba tanto lo que Minho pudiera decirme? Era un misterio tan oculto a mi entendimiento que ni siquiera pude descifrar por qué dejó de mirarme. Era siempre yo la que se avergonzaba y apartaba la mirada de él. Jungkook nunca dejaba de mirarme.

- Me ha acompañado hoy a casa -dije, arrepintiéndome cuando vi el gesto de molestia extenderse por su rostro.

Su piel, clara y tersa, se tornó sombría en un abrir y cerrar de ojos. Quise retirar lo dicho lo antes posible, pero no podía volver en el tiempo. De haber podido hacerlo, seguramente, me hubiera callado más cosas.

Encandilada por el subir y bajar de su pecho y viendo que no quería responder a eso, desvié mi atención a su mandíbula. Esta estaba muy marcada, así que, deduje que Jungkook estaba aguantando palabras que sabía no serían de mi agrado. Me hizo sentir tan mal, que quise estar allí junto a él, sólo para decirle que no debía preocuparse por su enemigo entre alguna que otra caricia.

House Of Cards; jjk |+18|Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon