Donde Jungkook se enamora de la hermana de Hoseok, su mejor amiga de la infancia.
-Te quiero, Maya -susurró a mi oído-. Te quiero y haré que te ames por lo que eres. Sin reproches. Sin miedos. Porque tú has sido la luz al final de mi túnel, la única...
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Lo vais a necesitar xDDDDD
Maya
- ¿Estás bien, Maya? -me preguntó Kookie, dejando tiernas caricias en el dorso de mi mano.
Con las mejillas del mismo color de las cerezas, asentí y tragué saliva con dureza. Me sentía tan torpe, tan expuesta a sus ojos, que quise esconderme bajo las sábanas y olvidar que Kook estaba allí.
- Pues no lo parece, preciosa.
Me asusté cuando la palma de su otra mano se deslizó por mi rojo moflete. Él sólo lo hizo para que yo me relajara, pero con ese inocente gesto, lo único que consiguió fue que mi cara tomase un color aún más intenso y mis latidos acelerasen el ritmo.
- No te preocupes -susurré, cabizbaja.
- Sabes que no puedes pedirme eso, ¿verdad? -las frías yemas de sus dedos me enviaron un repentino calambre que me hizo reprimir el aliento.
Me giré, cuidadosa de que no alejara su mano de mi rostro. Sus ojos relucían, almacenando un cariño en ellos que yo apenas estaba empezando a descubrir. Sin embargo, no alcanzó a mantener esa bondad contenida. Los hermosos iris castaños de mi mejor amigo fueron tomando un color cada vez más oscuro, arrepentido. No necesité más que ver cómo mordía el interior de su mejilla para comprender lo que le ocurría.
Apartó su mano de mi cara, quitándome con ello un pedazo de esa felicidad que empezaba a discernir después de tanto caos.
- No debí hablarte así -dijo, en voz baja, apartando la mirada en un torpe intento de alejarla de mí, huyendo, más avergonzado de lo que nunca lo vería-. Me comporté mal contigo, Maya. Y estoy seguro de que ahora tú sólo ... Me dirás que no pasa nada, que es suficiente con que lo reconozca, pero ...
En un rápido movimiento, tomé su mano, obligándolo así a que dejase de esconderla en un puño, enfurecido consigo mismo.
Cerró los ojos. Yo intenté enredar sus dedos con los míos, pero él apartó el brazo, dejándome acariciando la colcha de mi cama. Alicaída, retiré la mano a mi regazo. Ser rechaza por él era doloroso. Nunca habría imaginado lo increíblemente dañino que sería ver cómo él me impedía tocarlo y consolarlo.
- No me toques -sisbeó. Clavé las uñas en mis pantalones de franela, hundiéndolas en mi piel para canalizar las ganas de tocar a ese chico-. Deberías ... -titubeó unos segundos-. Deberías echarme muchas cosas en cara, Maya. Al fin y al cabo, no soy diferente de Minho.
No entendía por qué nombraba a Minho. Él nunca significaría para mí lo mismo que él. Así que, traté de encontrar sus ojos, en busca de una explicación, pero no llegué a pedírsela porque vi en su mano izquierda mi teléfono. Con el ceño fruncido, entreabrí los labios, sin comprender por qué ...
- Él ha llamado mientras tú estabas en el baño -ensalivé mis labios, tratando de buscar una forma de decirle la verdad. Incluyendo cuánto lo quería conmigo.
