[7.0] "No puedo"

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Maya

Esa noche fue la primera en meses sin Jungkook en mi cama. Su lado en el colchón permaneció frío toda la noche, conmigo llorando a lágrima viva. No respondió a mis mensajes, no cogió mis llamadas. Tampoco lo hizo Jimin. Los chicos intentaron tranquilizarme, pero el terror me recorría las venas y no se detendría hasta que viera a Jungkook cruzar ese umbral para volver conmigo.

A la mañana siguiente, mientras me preparaba para ir a clase, solo podía recordar la conversación que tuve con Hobi ya de vuelta en casa. Él me curó el golpe en la nariz y dejó que yo le limpiara los raspados en los nudillos que se hizo al darle el puñetazo a Minho. También se preocupó de desinfectar las heridas en mis rodillas, permitiendo que llorara en silencio sin ningún impedimento. Hoseok trató de consolarme, al igual que mi madre cuando me vio en la cena con los ojos húmedos y la cabeza gacha.

Ninguno de los dos logró calmarme.

Me sentía mal por haberle llamado egoísta porque yo también lo había sido tiempo atrás al no aceptar que lo quería más de lo que consentía una amistad. Los dos habíamos sido cobardes en diferentes puntos de nuestra relación, pero siempre lo habíamos superado juntos, sin separarnos, y que estuviéramos lejos el uno del otro solo me hacía sentir peor.

Debí haber seguido a Jimin sin importar que mis piernas no reaccionaran. Jungkook, por dolido que estuviera, me necesitaba con él, y yo no había sido capaz de ponerme en pie y permitirle que llorara en mi hombro.

—Buenos días, cariño —me saludó mamá, entrando en la cocina donde yo terminaba de desayunar—. ¿Cómo te encuentras?

—Buenos días, mamá. Igual, creo —dije, decaída.

Jungkook no había dado señales de vida. Mis ojos estaban anclados al móvil esperando a que un mensaje llegara. No importaba si era de Jimin. Solo quería saber que estaba bien, daba igual si no volvía a casa.

—No te preocupes. Jungkook-ah estará bien si Jimin-ssi anda cuidado de él —me acarició la mejilla con cariño y yo asentí en un mal intento por sonreír.

Eso espero, pensé.

La mañana transcurrió con una normalidad acuciante. Las bromas y las risas se sucedieron a pesar del brazo que Tae había colocado sobre mis hombros, intentando cobijarme contra las insulsas palabras de todos esos que se burlaban por el rumor que había extendido Sun.

La rarita no ha logrado atarlo mucho porque he oído que él ya la ha dejado.

Era una pareja ridícula.

¿Quién querría estar con ella?

Jungkook-ah ha hecho bien dejándola.

No habíamos roto. En realidad, todas esas suposiciones no estaban fundamentadas en nada y yo lo sabía. Sin embargo, una pequeña parte de mí dejaba una puerta abierta a esa opción. ¿Y si Jungkook no podía soportarlo y decidía cortar nuestra unión? ¿Quién me podía negar que él no estaba sopesando el que dejásemos de ser lo que éramos? Puede que esos rumores fueran falsos, pero también podían convertirse en algo real y eso me paralizaba de pies a cabeza.

A la salida de clases, mi móvil continuaba sin respuesta a todos esos mensajes de texto que le había enviado a Kookie después de veinticuatro horas.

—Maya, ¿estás bien?

Miré a Taehyung, que se había detenido a mi lado. Él me tenía cogida de la mano. No me había soltado en toda la mañana. Ni siquiera cuando escuchamos que iban a meter en un reformatorio a Lee Minho por traficar con drogas y yo le pedí que me acompañara al baño para echarme algo de agua a la cara. Si Minho no hubiera estado en esa preparatoria, si él nunca hubiera aparecido en nuestra vida, ... Jungkook no estaría lamentándose lejos de mí.

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