XXII

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El día de la cita con Matt había llegado

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El día de la cita con Matt había llegado. Me había puesto el vestido rosado que compró Matt. Ondulé mi cabello y me maquillé. Bajé las escaleras, mi padre me miró con una gran sonrisa.

-Te ves hermosa hija- dijo tomando mi mano

-Gracias, supongo. Papá tengo que decirte algo- dije seria

-¿Qué pasa?- dijo frunciendo el ceño

-Descubrí una amenaza que le dejó Simón a mi mamá, era una carta echa pedazos pero logré decifrar un poco lo que decía y es claramente sobre el asesinato- hice una pausa, el rostro de papá había cambiado a una sombría -tiene más cartas, no sé si son del mismo tipo pero está claro que son para ella. Están en su casa, pronto te aseguraré si fue él un asesino- tomé su mano y la acaricié

-En serio me impresiona la manera en que tomas todo esto. Eres muy fuerte, Anne. Te quiero mucho- dijo con los ojos cristalizados

El timbre sonó y solté las manos de mi padre para abrir. Era Matt.

Él venía hacia mí, con su traje azul, corbata roja y zapatos negros. Tenía en la mano derecha una rosa roja.

Rodé los ojos con fastidio.

-Una flor para otra flor- dijo sonriendo de lado

-Gracias, pero...- dije haciendo una mueca

-Yo sé, no es un ramo pero quería por lo menos darte una- dijo bajando la mirada

-Si, bueno...-

-Perdón,en serio-

-Sólo cállate- dije alzando la voz

Se quedo estupefacto.

-Sólo vámonos, los nervios estallan y actuó de esta forma.

Tomé su mano y me despedí de mi papá. Subimos al auto y seguía pidiendo disculpas pero acepté la rosa con una maldita sonrisa amable. No podía soportar más ver la cara de él. Me recordaba a su padre.

Llegamos a un lugar, era un mirador. Estaba completamente sólo, la noche estaba preciosa. Había una mesa con un mantel blanco y platos de plata con pasta y un filete. Nos sentamos sin dejar de mirarnos. Comenzamos a cenar, todo era muy lindo debo admitir.

-Se que no fue la manera más linda para ti como me declaré, de que no te gustan los lugares públicos porque no soportas las actitudes de los demás- dijo tomando mi mano

Lo miré con atención. Era cierto, fue un maldito al hacer eso.

-Si, bueno- reí

-Y por eso te traje a este lugar, quería que fuera lindo para ti. Veo que te ha gustado porque tu sonrisa tiene hoyuelos cuando en verdad estas cómoda con algo- paré de reír -te he observado mucho y puedo conocerte tanto como tú podrías conocerme a mí. En serio nunca había sentido algo tan especial como esto. No quiero ser típico con todo esto pero es que tú me das seguridad con tu inteligencia y astucia. Siento que algún día podré ser así como tú- se levantó

Me quedé quieta, era extraño como mi estómago no se revolvía sino sólo mi corazón latía con fuerza.

-Pero quiero escuchar lo que piensas de mí, siempre hablo yo de ti y de cuánto te quiero. Ahora te toca a ti- dijo agachandose al lado de mí

-Yo... Bueno- titube -eres... Una gran persona, quieres lo mejor para los que quieres. Siempre intentas ver las cosas positivas de las cosas- dije tragando saliva

-Pero ¿tú me quieres?- dijo tomando mi mano

Sonreía con ternura, ladeé la cabeza. Recordé las palabras de Jack.

"No hagas algo de lo que te puedas arrepentir después". Esa frase envolvió todo mi cerebro. Miré con detenimiento a Matt, sus ojos mostraban ilusión al verme, su sonrisa era radiante. Él no tenía la culpa de que su padre fuera un asesino, pero no había una solución buena para que Simón sufriera tanto. Todo este tiempo vimos que su punto débil es su familia. Pero aún así Matt era un pobre inocente. Tomé la mano con la que sostenía la mía. Me levanté he hice que se levantará. Tenía un nudo en la garganta. Recordé a mi padre diciendo que todo estaría bien al concluir la venganza, todo estaría con justicia. Pero en ese momento lo meditaba mejor y yo decía lo contrario. Mi respiración estaba entrecortada.

Lo miré fijamente, su mandíbula estaba tensa. Sentía una brisa cálida en todo mi cuerpo, me acerqué más a él. Sentí su respiración en mi rostro. La piel se erizó. Miré sus labios, no quería que sufriera tanto en estos momentos, el corazón se había afligido ante él. Cómo si todo el peso que tenía iba a ser desechado con sólo mirar sus carnosos labios.

-¿Anne, me quieres?- volvió a preguntar

Lo tomé del rostro con mis manos. Respiré profundamente y estampé mis labios con los suyos. Lo besé con velocidad pero poco a poco se fue tornando lento y apasionado. Su saliva se mezclaba con la mía, no quería parar de besarlo así que lo tomé del cuello con mis manos y él me rodeó la cintura con sus brazos. El beso se intensificó cuando el se pegó más a mí. Nos separamos por falta de respiración y me sonrió complacido.

-¿Eso responde tu pregunta?- dije alzando una ceja

Lo veía más feliz que nunca. Una parte de mi se alegro por satisfacerlo un poco.

-Sin duda alguna. Me encantas- comenzó a gritar en el aire repetidamente

Reí. Era un estúpido.

-Para, para- dije a carcajadas

Me abrazo con fuerza.

-Me haces el hombre más feliz en estos momentos- susurró en mi oído

No dije nada. El asco volvió a mí, volvía a la normalidad. Y ahora me preguntaba el porque había hecho todo eso.

Después de más cursilerías de parte de él me llevó a casa. Nos despedimos y entre a casa. Mi padre estaba dormido en el sofá, seguramente esperándome.

-Papá, volví- susurré en su oído

Se levantó de un salto.

-Oh muy bien, hija. ¿Cómo te fue?- dijo frotándose los ojos

-Bien, bien. Ahora iré a dormir. Te quiero- besé su mejilla y subí a mi habitación

Fue extraño que yo haya hecho eso, pero quería que mi papá no se preocupara más por mí.

Cada vez más cerca del final.

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