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Saqué la llave de la mochila y la inserté con nerviosismo

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Saqué la llave de la mochila y la inserté con nerviosismo. Abrí el cajón y saqué la carpeta. Pensando razonablemente y con tranquilidad era evidente que en cualquier momento se darían cuenta del robo pero en verdad estaba cerrada en mi objetivo. Guardé la carpeta en la mochila. Sonó el móvil y contesté sabiendo que era mi padre.

-Hija, por fin contestas. ¿Llegaste bien a casa?

-Papá... Pronto te aseguraré que él asesino a Elizabeth Evans

Mi voz sonaba entrecortada.

-Anne... ¿a que te refieres? ¿estas en casa de los Thompson?

-Estoy sola ahí, pero conseguí las cartas y...

Me interrumpió.

-¿Cómo que sola? ¿¡Sabes que eso es como robar? ¡Sal de ahí Anne Evans!

La cabeza estaba apunto de estallarme. Corté la llamada. En vez de irme me quedé ahí sentada en el suelo del estudio. Saqué las cartas de la mochila y las tiré por todo mi alrededor. Tomé una, ya no estaba bien. Mi cuerpo comenzaba a temblar y me sentía muy fría.

Saqué la carta.

20 de enero del 2004

Elizabeth Evans:

He estado mirandote aproximadamente por 2 meses en la oficina, sé que hemos hablado muy pocas veces pero en verdad eres una mujer hermosa, tus mejillas tan rozadas y esa cabellera, me enloquece completamente. Espero y me respondas.
Simón Thompson

Tapé mi boca, mi estómago se revolvió.

-Simón Thompson estaba enamorado de mi madre- susurré

Tomé otra carta.

Elizabeth Evans:

No me respondiste la otra carta y fue doloroso cuando la entregaste. Dijiste que eras casada y que no te interesaba en lo absoluto. Pero en serio no voy a dejarte ir tan fácilmente, eres hermosa aún más con tu cabello lacio.

Simón Thompson

No hice ningún gesto, me quedé petrificada. Escuché la puerta abrirse de la planta de abajo. No hice nada, me quedé callada, ni siquiera me asusté. Escuché pasos en las escaleras, miré la carta en mis manos, era un asco de persona Simón Thompson.

-¿Anne? ¿Qué haces...- dijo sin terminar la frase al ver el montón de cartas en el suelo

-¿Por qué tienes las cartas de mi papá?- dijo arrodillandose enfrente de mí

Lo miré fijamente sin decir nada. Dejó su humor a la defensiva al ver mis ojos llorosos y mi piel pálida.

-¿Anne, qué sucedió? ¿qué es todo esto?- dijo tocando mi mejilla con la punta de sus dedos

-No conoces tanto a tu padre, en serio- dije mostrándole la carta

Frunció el ceño cuando la agarró. Su rostro se mostró inexplicable. Sus ojos volvieron a mirarme.

-Mi papá... No entiendo, esto es...- dijo titubeante

No aguantaba más y abracé a Matt con fuerza. Las lágrimas salieron a gran velocidad empapando mi cuello y su camiseta. Mis ojos ardían al cerrarlos y mi garganta estaba echa añicos.

-¿Cómo supiste que había algo de tu madre en las cartas?- dijo serio

No dije nada, no dejaba de llorar desconsoladamente en su hombro. No dijo nada más. Me quedé así por mucho tiempo. Me separé de él.

-Había una carta en el pantalón de ella con el mismo sello que tu padre- fue lo único que diría

-Tenías razón, mi padre es capaz de serle infiel a mi madre- dijo sentándose al lado de mí

Todo era muy raro, nunca imaginé que Simón sería pretendiente de mi madre. Aún no tenía claro el porque la asesino pero estaba cada vez más cerca.

-Anne, no estás bien. Tengo que llevarte al hospital, te volviste loca desde el momento que entraste así a casa. Una vecina me llamó aterrada diciendo que había un ladrón- dijo tocando mi brazo

-No me toques- dije mirándolo fijamente

Su mirada estaba llena de tristeza al verme tan débil. Yo lo repugnaba, me había visto llorar y ser débil. Algo que nunca quise. Se escuchó la puerta de abajo abrirse rápidamente. Metí todo en la mochila. Después subió con el mismo ritmo las escaleras hasta encontrarnos.

-No quiero que nadie se entere de esto por el momento, por favor Matt- dije casi suplicante

-¿Anne que haces aquí?- dijo apareciendo Esther histérica

-No fue ningún ladrón mamá, fue ella la que entró de esa manera- dijo Matt

-¿Estas loca? Anne, tú no eres así. Dios- dijo mirando la ventana rota

-Mamá, ella no se encuentra bien. Tenemos que llevarla al hospital- dijo cargándome

-Se ve muy pálida- se acercó a mí tratando de tranquilizarse -y está temblando. Voy por el auto- dijo saliendo de ahí rápidamente

-Matt, no estoy bien. Nunca me había pasado esto- dije cerrando los ojos

-Tranquila hermosa, tú eres fuerte.

Bajó las escaleras cargándome Matt a toda prisa. Me subió en la parte de atrás del auto y nos fuimos rápidamente. De ahí todo se volvió borroso, sólo distinguían un montón de luces y voces. Sentí como volvían a cargarme.

-Matt, en serio que te quiero y necesito- dije delirando

Después de eso ví todo negro. Escuché a lo lejos el sonido del aparato de oxígeno. No podía abrir los ojos, no sentía nada.

-Mi hija... No, ella no merece esto- escuché la voz de mi padre llorando

Intenté abrir los ojos pero no pude.

-Esto ya pasó el límite y no estoy haciendo nada- siguió llorando -maldita venganza.

-¿Qué decían las cartas que te hizo ponerte así? Sabía que no estabas bien desde que no contestabas las llamadas y en cambio no hice nada- escuché su voz más cerca

Al fin pude abrir los ojos lentamente hasta ver que mi padre acariciaba mi mejilla. Todos mis sentidos regresaron, ahora sentía su tacto y las voces de los demás en el hospital.

-Papá- susurré

-No te esfuerces en hablar, no, no. Perdóname por todo lo que te está pasando.

Lo miré fijamente con una sonrisa.

-Conseguí algo.

-No quiero hablar de la venganza ahora, hija- dijo besando mi frente

Se abrió la puerta. Era el doctor. Le pidió a mi padre que saliera.

-Ahora tú estás mal, quién lo diría- dijo mirándome

No dije nada.

-¿Por qué te pusiste tan nerviosa? Tu sistema dejó de funcionar en ese momento.

-Asuntos familiares.

-Deberían ir tú y tu padre a una terapia, les hará bien- dijo mirando mis pulsos en la pantalla del aparato

-No estoy loca.

Rió levemente.

Comencé a dudar, tal vez realmente ya estaba loca. No era consciente cuando entre a la casa de los Thompson y no supe controlarme. ¿Estaba loca?.

Venganza Mutua Donde viven las historias. Descúbrelo ahora