XXVII

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Fruncí el ceño

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Fruncí el ceño. Negué con la cabeza y di media vuelta para irme.

—Sé cuáles son tus planes, Anne, no hay nada que ocultar.

Lo ignoré.

—¿Le has hablado a tu padre? Deberías preocuparte por él...

Me detuve. Respiré hondo y corrí hacía él. Le di un puñetazo en la mandíbula.

—¡Con mi padre no te involucres! ¡Suficiente daño le hiciste!— grité

Se tocó la herida, poca sangre salió de su mandíbula.

—Tú y yo tenemos algo en común— sonrió levemente

Lo miré fijamente.

—Los dos... Tenemos ganas de matar a nuestros seres queridos.

Mi respiración volvió a ser irregular.

—¿Dónde está?

— No sé de qué hablas— cruzó los brazos

Le di otro puñetazo. Mi mano dolía ya bastante pero la adrenalina me comía por dentro.

—¡Vuelves a ponerme una mano encima y haré cosas que no querrás!— me tomó del brazo

— ¡Deja de obsesionarte con mi madre! Ella... Ella está muerta, y tú solo fuiste un perdedor para ella.

Tensó la mandíbula.

— Has colmado mi paciencia, niñata— me cargó como costal y me llevó a la cajuela de su automóvil

La calle estaba sola, no había nadie, sólo el frío quemándote la piel. Intenté salir de la cajuela pero estrelló una piedra en mi cabeza. Poco a poco la vista se volvió oscura.

No me importaba si me encerraba, quería asegurarme de que mi padre estuviera bien, pero ahora no lo sabía.

...

Todo estaba oscuro, ya no sentía aquel frío que quemaba mi piel, todo era silencio. Mi boca estaba sellada con cinta y mis manos esposadas.

La cabeza me punzaba, sabía que tenía sangre, pero era lo de menos. Me arrastré por el piso pero algo impedía mi paso... Algo frío.

Escuché pasos acercándose. Si voz era reconocible así que cerré los ojos. Ya lo había hecho antes... Con Matt.

¿Donde estaría Matt? ¿Dónde estoy yo? ¿Mi padre?

Abrió lentamente la puerta. Sus pasos zumbaron en mis oídos.

—Matt será el último en morir, estoy seguro de eso— palmeó mi cabeza —Despierta.

No moví ningún músculo.

—¡Despierta!— me dió una cachetada —¡No estás muerta! ¡No puedo tenerte aquí tanto tiempo!

Me tomó del cabello y me arrastró. Sentí como el agua fría caía por mi rostro. Abrí los ojos de golpe.

—Perfecto, ahora no tienes nada que tomar.

Miré a mi alrededor. Ahora había luz, era una bodega con montones de estantes de metal con archivos y armas. ¿En qué pensaba? Dejarme sola en una bodega llena de armas ¿Estaría tan loco que perdería la razón? Una lástima para un policía.

—Ey, lárgate de aquí. Eres inteligente y no creo que le digas a nadie lo que sucedió. Por algo no crees en la policía— sonrió ampliamente

Lo miré fijamente pero un quejido sonó desde la esquina. Era... Un cuerpo.

—Espera, espera— se alejó de mí para llegar al cuerpo

Abrí la boca estupefacta al ver el rostro del cuerpo. Era Esther, su esposa. Tenía moretes por todo el cuerpo y sangre en la nariz.

—L-la mataste— me acerqué a él

—No, sólo está inconsciente— lamió su labio inferior —aunque no por mucho...

—¿Por qué le hiciste esto?— fruncí el ceño

Aún no entendía porque estaba ahí Esther.

—Ella... Descubrió mi romance con tu madre y se emborrachó. Me golpeó pero... Después comenzó a seguirme por las mañanas— rió levemente — resultamos ser una familia de acosadores.

—Y la dejaste inconsciente— lo miré ahora a él

—¡No tenía opción! ¡Se volvió loca cuando supo que te observaba a ti!— me miró suplicante

Estaba loco, más que yo...

—Y... No quiero matarla pero, no quiero que arruine mis planes— sollozó

No sabía que hacer, estaba con un enfermo mental y una moribunda.

—Tú arruinaste los planes de mi madre conmigo cuando la mataste. Cada quien recibe el karma que le corresponde ¿No es así?

La cólera subía y bajaba, las venas de sus brazos estaban gruesas. Era una bestia dentro de un cuerpo humano.

Me miró de arriba a abajo.

—Lárgate si no quieres que te mate como lo haré con ella— las lágrimas salieron disparadas de sus ojos

Corrí, mi instinto me obligó a hacerlo. Tomé una pistola mientras él se concentraba en ver el cuerpo de su mujer. Ví unas escaleras, subí rápidamente. Escuché un gruñido y puñetazos. Sentí asco.

Al final del pasillo había una puerta, corrí pero antes de salir escuché algo aterrador... Un grito, el grito de Esther.

No paré de correr mientras lágrimas salían sin permiso. Me sentía fría y la cabeza punzante. No podía más y me quedé sentada en un callejón.

Respiré profundamente y saqué el móvil para llamar a mi papá.

—Papá, ¿Estás bien?

—Hija... Lo siento, tuve que decirle todo. Fuí un cobarde... No quise morir.

No dije nada, dejé caer el móvil al suelo. Cerré los ojos.

“Eres fuerte y lograrás lo que quieras” 
“Mata para ganar está pesadilla”

Abrí los ojos de nuevo. Basta, terminaría con todo esto ya.

Llamé a Matt.

—¿Hola?

—Matt, ¿dónde estás?

—En mi casa, solo...

—Necesito que vengas por mí antes de que llegue Simón a tu casa.

—¿Dónde estás? Me explicarás que sucedió cuando vaya.

Le di la dirección y colgué. Obviamente no diría nada, sólo dispararía...

Me levanté del suelo, limpié mis lágrimas y respiré profundamente mientras esperaba. El móvil sonó "Papá"

—¿Qué sucede?

—¿Dónde estás? No contestaste nada... Me preocupas y más con ese hombre quien ya sabe todo.

—Deberás sentirte orgulloso después de lo que haré— dije seria —durante todo este tiempo sólo te importó una cosa... La venganza... Y ahora lo haré, que no te importe como me sienta ahora. No seas patético.

—¡No! ¡Hija! ¡Para con esto!— repitió tantas veces que ni siquiera lo entendí

Sólo escuchaba su desesperación. Sonreí levemente.

—Adiós, papá.

¿Listos para el final?

Venganza Mutua Where stories live. Discover now