XXVIII

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La mente es poderosa y cuando se propone algo no hay que ni quién la detenga

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La mente es poderosa y cuando se propone algo no hay que ni quién la detenga. Ni siquiera un ser querido.

Puedes volverte loco pero tu mente siempre dirá que es lo correcto porque lo ve como un reto, una meta de la cual no puedes retroceder.

—¿Anne?— escuché cerca del callejón

Sostuve la pistola a la altura de mis ojos. Me sentía fuego al tocar el metal de la pistola.

Me miró atónito.

—Anne... Baja esa arma— se acercó a mí

—Morirás.

—¡Anne! No entiendo nada de lo que está pasando desde hace tiempo, pero te aseguro que tú no quieres matarme.

—¿Por qué estás tan seguro?— no temblaba, eso era bueno

—Porque me amas, lo sabes perfectamente. ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué me matarías?

—Porque... Tu padre es culpable del sufrimiento de mi familia ¿A caso no lo ves? Mi padre estuvo destrozado por años por culpa de tu padre— alcé la voz

—¿De qué hablas?— frunció el ceño

—¡Tu padre es un maldito asesino! Él lo confirmó cuando estaba en el hospital. Me ha estado siguiendo— comencé a respirar con dificultad

Algo ya normal en mi vida.

Las palabras ya no eran suficientes para explicar aquella situación, aquella venganza que nos había llevado a todos de manera obsesiva y poco sentimental.

Mi propio padre me había enviado a la borda. A un camino del cual nunca saldría por más que buscara otra ruta. Y ahora estaba ahí, con un solo pensamiento, un solo objetivo. Está venganza me había vuelto aún más insensible. Me creía capaz de matarlo, las escenas podían crearse sin complicaciones.

—¿De qué me estás hablando Anne?— se acercó tomándome de los hombros —¿Acaso has enloquecido?

No podía negarlo. Matt se había convertido en una persona importante en mi vida, me había enamorado por primera vez.

—Te he dicho la verdad— retrocedí —Yo he creado un plan para desenmascarar a tu padre y todo a salido perfecto ¿Y sabes quién a sido mi marioneta?— reí levemente —yo nunca te amé y no lo haré ¿Sabes por qué? Porque yo solo deseo matarte.

Al decir esto lágrimas brotaron de mis ojos a gran velocidad. Mi cabeza dolía y pensaba que en cualquier momento me desplomaría.

—¿Acaso eres un monstruo?— hizo una pausa — ¡Sí mi padre haya hecho o no lo que dices, yo no tengo la culpa! ¡Te he amado como nunca imaginarás! ¿¡Eres capaz de hacer eso!? ¡Responde!— me tomó del brazo frustrado

Su cara estaba roja de la impotencia. Él también había perdido la cabeza y podía decir que era mi reflejo. Estabamos dañados por nuestros padres y sus ganas de hacer la vida imposible del uno y del otro sin importarles nosotros. Me había dado cuenta en ese momento.

Venganza Mutua Where stories live. Discover now