XXV

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Después de checar mi ritmo cardíaco llegó una enfermera con comida

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Después de checar mi ritmo cardíaco llegó una enfermera con comida. Le di las gracias y se retiró. Era un caldo y un jugo de naranja. Me lo comí todo enseguida, tenía mucha hambre. Después de varios minutos me levanté lentamente para poder ir al baño. Ni siquiera sabía si Matt seguía aquí o mi padre. No sabía nada ¿dónde estaría mi mochila? Era lo que más me preocupaba. Miré la ventanilla, era de noche.

Entré y a los pocos minutos escuché como abrían la puerta. Pensé que era mi papá pero los pasos se oían sigilosos. Me pareció extraño así que tomé un jarrón pequeño que había ahí de adorno y abrí la puerta lentamente. Había un hombre alto, no lo reconocí al instante pero después me di cuenta que era el mismísimo Simón Thompson. El corazón comenzó a acelerarse de nuevo. Salí rápidamente y le estampé en la cabeza el jarrón, no fue suficiente para desmayarlo pero cayó al suelo. El jarrón quedó en trozitos.

-¿¡Qué hace usted aquí!?- dije nerviosa

Se levantó lentamente. Se sobaba la cabeza con una mueca.

-¿Anne qué te sucede?- dijo sonriendo socarrón

Entrecerre los ojos.

-Largo, no tiene porque estar aquí- dije seria

-Estas loca, yo venía a ver cómo estabas pero está bien, me iré- dijo riendo levemente

Una enfermera abrió la puerta preguntado que había pasado, Simón se escondió detrás de la puerta. El mundo se paró delante de mis ojos. La sangre subía y bajaba rápidamente dejando una sensación de frío. Él ya sabía nuestro plan, apuesto a que había visto lo que faltaba en casa y sospecho de nosotros y ahora viene aquí sin autorización para hacerme cualquier cosa... Incluso matarme.

-¿Señorita?- dijo la enfermera

-Todo bien, sólo tiré el jarrón por accidente- dije aterrada

-Oh, lo recogeré- se agachó al suelo y comenzó a juntarlos -tiene que tener cuidado.

Después de limpiar se fue. Se acercó rápidamente a mí Simón, sus ojos estaban llenos de frialdad. Me mostré fuerte.

-Le dije que se fuera.

-Cambié de opinión. Sé que eres inteligente y astuta y sé que te diste cuenta que estoy actuando diferente ya que estoy aquí sin autorización- dijo con voz grave

Me hice a un lado.

-¿Qué quiere decir con actuar diferente?- dije alzando una ceja

-Tú lo sabes mejor que nadie. De alguna manera te enteraste del pasado de tu madre y ahora estabas tan cerca de descubrir quién asesinó a tu pobre madre- dijo sonriendo

No dije nada. El miedo poco a poco se apoderaba de mí. Sus ojos ya no eran los que había visto en aquellas reuniones amistosas, ahora eran las de un asesino.

-Así que me quedaré aquí para responder tus dudas, niña- dijo aventandome contra la pared

Me acorraló contra ella, sacó un cuchillo y lo movió enfrente de mis ojos. Su respiración era agitada. Lo miré fijamente con seriedad.

-Este cuchillo estuvo antes en el cuerpo de alguien más.

Tragué saliva. El sudor se hizo presente en mi espalda. Bajó el cuchillo hasta mi cadera.

-Te contaré la historia, pero no quiero que interrumpas ¿entiendes? Sí, si entiendes- dijo riendo

Ahora el miedo comenzaba a mezclarse con cólera.

-Elizabeth Evans, una hermosa y perfecta mujer de pies a cabeza- lamió su labio inferior -amaba su cabellera con locura. Le hice miles de cartas románticas pero ella no me hizo caso y siempre me las regresaba como si yo fuera cualquier cosa. La veía todos los días entrar y salir de la oficina. Me hacía gemir con tan sólo verla- sentí náuseas -con el pasó del tiempo decidí seguirla para saber acerca de su matrimonio, si tenía la posibilidad de que fuera de esas parejas disfuncionales pero no fue así. Ví felicidad y amor entre ellos, pero eso no era todo. Había una niña también muy feliz con ellos y adivina quién era esa niña- puso el cuchillo en mi frente -tú. Me la pasé observandolos aumentando mi envidia por la familia tan perfecta que formaban. La mía no era así. ¿Creías que siempre había sido así? Oh no, Esther es una maldita alcohólica con un cerebro idiota lleno de puro romanticismo. Me tuve que casar con ella porque salió embarazada de Matt... Tu novio, las casualidades son brillantes ¿no lo crees? ¿qué sentiste al saber que él asesino era el padre de tu novio?- rió levemente -pero ese no es el punto. Seguiré contando lo excitante que podía ser ver a tu mamá todos los días a cualquier hora. Mi esposa nunca sospechaba porque le decía que trabajaba hasta tarde en la fiscalía, pero en verdad salía a las 4 de la tarde e iba a su casa para sólo verla. ¿Y qué pasó después de dos meses? Me enfadé de que Elizabeth no me correspondiera y trato de alejarse de mí al enterarse de que tenía una familia- ahora posicionó el cuchillo en mi cuello, mi respiración era irregular. Sentía muchas ganas de vomitar.

-Un día me volví loco nena, loco por ella- cerró los ojos y lamió de nuevo su labio inferior, no pude más y vomité encima de él. Se apartó de mí maldiciendo, corrí lo más que pude y abrí la puerta. Me tapó la boca aunque tenía restos de vómito, me tomó de la cintura y me arrastró adentro de la habitación. Traté de morderlo pero a él no le importaba. Me tiró al suelo y se puso encima de mí. Limpió su mano en mi cabello. Tomó mis manos con fuerza y las puso contra el suelo, gemí de dolor.

-Shh... Shh... Calla, calla. Si eres tan inteligente no harás ruido- dijo pasando su dedo sobre mis labios

-Eres asqueroso- susurré

-Sí, y eso me encanta- rió levemente, estaba completamente loco -Pero bueno, bueno, yo te decía sobre mi historia con tu madre- dijo tomando el cuchillo de su bolsillo del pantalón, lo meneo lentamente - ese día tu madre estaría sola, lo sabía. Tu padre trabajaba hasta la noche y tú estabas en la escuela hasta la una de la tarde y Elizabeth estaba enferma así que no fue al trabajo. Básicamente estaba sola en casa durante toda la mañana y pues...- dijo poniendo la punta del cuchillo enfrente de mi boca.

Venganza Mutua Where stories live. Discover now