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Carla Martí

Las mañanas en aquella casa eran tranquilas porque nadie tenía muchas ganas de hablar, aunque yo adoraba las mañanas. Despertarme y vivir un nuevo día era un concepto que la mayoría de la gente no era capaz de apreciar, y yo, desafortunadamente, sí.

Me levanté y me dirigí al baño, lavándome los dientes primero. Odiaba la sensación pastosa que se quedaba en mi boca después de dormir toda la noche. Luego me lavé la cara con agua fresca, para quitarme las lagañas y terminar de despertarme.

Mientras me recogía el pelo después de haberme lavado la cara, apareció Noah por la puerta bostezando. Tenía el pelo revuelto, los ojos hinchados de dormir y llevaba una camiseta de un equipo de fútbol y un pantalón corto de pijama como vestimenta.

—Buenos díaaas. —Dije casi cantando, y ella se acercó a mí por detrás. No dijo nada, sólo me dio un beso en la cabeza y se abrazó a mí por la espalda de la misma manera que yo solía hacerlo con ella, con sus brazos por mi cuello, y se apoyó en mí cerrando los ojos otra vez. —No te quedes dormida encima de mí.

—Eres cómoda. Estás blandita... —Susurró sin moverse un centímetro ni tampoco abrir los ojos. Yo saqué mi tubo de crema hidratante y me eché en la mano, esparciéndola por mi cara y restregándola suavemente con los dedos.

—Te vas a quedar dormida de verdad. —Noah se incorporó y bostezó de nuevo levantando los brazos que tocaron el techo y me miró con el ceño fruncido. —Es crema hidratante, igual te vendría bien. —Ella abrió el grifo y, con las manos creando un cuenco, se echó el agua en la cara y frotó, secándose luego con la toalla.

—No me gustan las cremitas. Me dan grima, están pegajosas... —Dijo echándose la pasta en el cepillo de dientes.

—Pues a mí me gusta. —Respondí. Noah se lavaba los dientes con un montón de espuma alrededor de su boca, y alzó una ceja suspirando. Me untaba la crema con dos dedos pos la nariz mientras ella se cepillaba, hasta que me miró de reojo.

Wue aswo...

—¿Cómo dices? No te entiendo nada. —Noah se sacó el cepillo de la boca rodando los ojos.

—Qué asco. —Dijo antes de inclinarse para enjuagarse la boca en el grifo, limpiándose la boca con la toalla de mano.

—¿Cómo que "qué asco"? —Comencé a frotarle la cara con mis manos, mordiéndome el labio entre risas.

—¡NO! ¡SUÉLTAME! —Se dio la vuelta pero yo me subí a ella de tal forma que no se lo esperaba. —¡NOOOOO!

—¡SÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! ¡Cremita hidratante! —Pasé las manos por su cara, por su cuello, pero al no esperárselo no pudo sujetarme, así que acabó cayendo sentada en la taza del váter. —Esto es para que aprendas el valor de la crema. —Asentí pasándole las manos por el cuello, y ella se negó sujetándome de las muñecas.

—Shhh, quietecita. —Y Noah, a pesar de que me tenía sujeta, no estaba apretando para no hacerme daño, así que pude ponerle un pegote de crema en la nariz con el dedo índice. —Pero que me dejes en paz...

—No. —Comencé a besar su mejilla de forma seguida, pegándome a ella y rodeándola con los brazos. —¿Te vas a quejar también de esto?

—Sí. Al Govern se lo voy a decir. —Le di un golpe en la mejilla y la moví de un lado a otro como ella solía hacer conmigo. Entonces apareció María por la puerta del baño y asomó la cabeza con el ceño fruncido.

—¿Vosotras alguna vez hacéis algo normal cuando estáis juntas?

Ese día fue bien, fuimos a Palma, a ver la catedral, comimos en un restaurante cercano que me gustó bastante, dimos un paseo por el centro y María y Miry aprovecharon para comprar. Pero Noah no era la misma que había sido aquél mes anterior. Ese día permaneció en silencio, sin hacer bromas, sin decir nada, con las manos a la espalda y la cabeza gacha. De hecho, cuando volvimos a Valldemossa, María propuso ir a dar una vuelta por el pueblo porque había una verbena de una parroquia, y que aunque ellos odiaban la iglesia, la verbena que organizaba la parroquia de Valldemossa era para recaudar fondos para los niños de Palma y además estaba bastante bien. Noah hizo una mueca y se negó, cogió su zodiac y se fue a pescar sola.

una postal desde barcelonaKde žijí příběhy. Začni objevovat