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Carla Martí

—¡Marc! —Salí corriendo desde el salón hasta la puerta de casa para saltar sobre los brazos de mi hermano, dándole besos por toda la cara. Tenía el pelo casi con caracoles que caían sobre su frente y unos ojos idénticos a los míos. —Ay, te echaba de menos.

—Pero si nos vimos ayer, tonta. —Mi hermano me dejó en el suelo, pero cuando lo hizo pude ver que había un chico detrás de él. Era más alto, fuerte, con los hombros anchos, el pelo rapado por los lados y un tupé liso que caía sobre su frente con la mandíbula perfilada. —Espero que no te importe, pero me he traído a mi novio.

—¿¡Qué!? ¡Ay dios mío! ¡Pero si llevas aquí sólo una semana! —Marc se reía y se apartó para que yo pudiese saludar al chico. —Encantada, soy Carla.

—Yo soy Enrich. —Nos dimos dos besos para saludarnos, y al separarme me quedé mirándolo sin creerme nada porque no me esperaba eso de mi hermano. Entonces escuché un carraspeo de Noah a mi espalda que esperaba a que la presentase.

—Ay, lo siento. Esta es mi novia, Noah. —Noah se pasó una mano por el pelo para echarse hacia atrás el flequillo y extendió la mano hacia mi hermano y su novio con una sonrisa.

—Tu pelo es precioso. —Dijo mi hermano, casi admirándolo. Noah había ido aquella tarde a hacerse un cambio radical y había optado por teñírselo de blanco plateado. ¿Le quedaba mal? No. ¿Qué cosa le sentaría mal a Noah? De hecho, estaba incluso más atractiva así. —¿Qué tinte es?

—No lo sé, le he señalado a la peluquera un color y me lo ha puesto. —Enrich, Marc y yo nos echamos a reír por la espontaneidad de Noah. —Pasad que se va el calorcito de la chimenea.

—Pero bueno, vamos a ver ¿me vas a explicar cómo has encontrado novio en una semana aquí? —Pregunté caminando del brazo con mi hermano hasta llegar a la mesa, donde Noah estaba trinchando el pavo. —Y ese novio. —Susurré en su oído haciéndole reír.

—Es que nos conocemos de antes. —Marc tomó asiento al lado de Enrich, sonriéndole a Noah cuando le sirvió el plato de pavo. —Cuando nos dijiste que te quedabas todo el verano en Mallorca con unos desconocidos, comencé a buscar información sobre este sitio. Busqué incluso la casa por Google Maps, y me asusté, por cierto, porque había unas bolsas de basura fuera de la casa y pensaba que ibas a acabar asesinada.  —Noah se quedó en silencio, achicó los ojos y me miró.

—¿Tu hermano acaba de llamarme asesina? —Marc soltó una carcajada tomando una copa de vino, y Noah se sentó junto a mí mientras yo le servía un poco de puré y salsa de carne, aunque ella además se echó salsa de arándanos también.

—Sí. El caso es que busqué en instagram las localizaciones donde mi hermana subía fotos y me apareció una foto de un chico, le di me gusta, él le dio me gusta a una mía, nos seguimos y, en fin. Hasta hoy.

Hablamos sobre lo diferente que era esto a Nueva York, sobre el frío que hacía, el trabajo de Enrich, mi hermano trabajando como peluquero en una de las peluquerías más importantes de Palma. Hicimos nuestra debida sobre mesa con un buen café y unos dulces de postre, y luego ellos se fueron, aunque Noah, al cerrar ellos la puerta, cogió un trozo de pavo frío y empezó a comérselo frente a mí.

—Dios. —Susurró Noah mirándome, rodeándome con sus brazos. —Te quiero. Te lo digo en serio, gracias por presentarme a tu hermano.

—¿Pero qué dices, tonta? —Me separé de ella sacudiendo la cabeza con el ceño fruncido y una risa. —Tenías que conocerle, eres mi novia.

—¿Cómo has dicho? —Preguntó acercándose a mí con los ojos achicados. —Repítemelo, que no lo he escuchado bien.

—Uuughhh. —Gruñí para quejarme, dándome la vuelta y subiendo las escaleras.

una postal desde barcelonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora