Capítulo 8

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 ¿Estaba enojado? Sí. ¿Estaba triste? También. ¿Quería golpearlo a Jooheon? Obviamente que sí.

Minhyuk pudo dejar que él lo golpeara, lastimándolo aún más, en el pasillo del hospital. Pudo dejar -aunque a decir verdad lo sacó que sus casillas por completo y tuvo que esforzarse por no romperle algo en la cabeza al máximo- que lo culpara de que Kihyun estuviera en coma. Pudo dejar muchas cosas, que lo insultara y hasta que sea el novio de su mejor amigo -bueno, eso no iría-, ¿pero dejar que le prohíban ver a Kihyun? Jamás. Ni siquiera en los sueños de Jooheon donde él quiere hacerle la vida imposible a Minhyuk porque sí, porque lo odiaba. Él tenía todo el derecho de visitar a Kihyun tanto como el estúpido de su prometido, que, por cierto, en la cabeza de Minhyuk no para de repetirse una y otra vez aquella confesión.

¿No que eran mejores amigos? ¿Entonces por qué nunca se lo contó? Para empezar, ¿cuánto tiempo llevaban comprometidos? Él quería creer que no fue mucho tiempo antes del accidente y que por eso no se lo había contado. Pero el anillo... dios ése anillo lo llevaba viendo hace un mes atrás, la última vez que se había visto con Jooheon y aún así no fue capaz de sentarse al frente de la mesa y decirle: Minhyuk, esta tarde me comprometí con Jooheon.

Ya de por sí creía que el Lee de cabellos blancos era un total idiota, y estaba más que claro el odio que le tenía por ser jodidamente cursi con su amor platónico, e incluso por la relación con él o con Changkyun. Pero al escucharlo decir aquello, que el doctor Chae prohíba la visita hacia Yoo, revelaba por completo su versadera cara.

O al menos así lo sentía Minhyuk.

A lo mejor Jooheon siempre lo odió o algo así, o quizás se enteró de -vete a saber quién le dijo, porque sus sentimientos no son ni siquiera soñados- que él está enamorado de su novio. O quizás dijo: mira, ¿sabes qué? No lo verás porque soy un imbécil y así te lo ordeno porque soy su estúpido prometido y tú no.

El odio no hacía más que crecer y crecer hacia el de mejillas gorditas.

Ya pasó una semana desde que salió del hospital porque ya le habían dicho que estaba bien y podía irse. Pasó tres días ahí encerrado y por fin estaba en su casa, acostado en su cómoda cama. Seguía sin saber qué pensar acerca de todo esto, intentaba no darle demasiada importancia. Pero no podía. Diablos que no.

Cada cosa que salían de la boca de los demás no solían ser cosas buenas, todo parecía caerle como un balde de agua fría, uno más frío que otro, sobre él.

No lograba quitarse esa imagen de Kihyun, tanto del accidente como en el hospital. La vívida imagen de su rostro chorreando sangre cuando despertó en el auto, con el recuerdo de su pálida piel adornada con algunos moretones y una gasa a un lado de la cara, tapando aquel corte que se había hecho vete a saber con qué. Quizás con un vidrio roto, o quizás con el volante mismo, no se sabe.

Pero de algo que sí estaba consciente, es del dolor que seguía sin sanar en su interior. Aquella tristeza o miedo en llegar a recibir las tristes y horrorosas noticias de que Kihyun no pueda llegar a despertar del coma en el que se encuentra. De tan solo pensarlo, lo aterraba por completo.

Una semana había pasado. Una larga semana en la que no oía nada acerca del estado de su mejor amigo, estaba volviéndose totalmente loco, quería llorar y prender fuego la casa de Jooheon mientras duerme o algo por el estilo. Ni siquiera Hyunwoo o Changkyun, al menos Hoseok, fueron a su casa para contarle los avances de Kihyun. Pero no es por ningún motivo en particular, como que siguen desconfiando de Minhyuk o están más del lado del peliblanco. No. Lee estaba demasiado deprimido, no tenía ánimos de ni siquiera hablar con alguna de aquellas personas que tenían algo que ver con el estado actual del chico que tanto ama. Prefería mantenerse un tiempo solo, hasta que se recupere.

Shine Forever [Kimin-Kihyuk] [Monsta X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora