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En este preciso momento tenía que amontonarse la gente y no dejarme pasar.

Trato de caminar para encontrar a Madame Giry y preguntarle donde se encuentra el panel de control del candelabro, tenía que impedir a Erik tirar el candelabro.

- ¡Abigail! -Gritó, para mi suerte, Madame Giry que se acercaba corriendo a mi.

- Justo a usted la buscaba -Dije para después soltar un suspiro de alivio- Necesitaba saber

- Si -Dijo interrumpiendo mis palabras- La están esperando para reanudar la obra

- Pero

- Abigail, tu eres el mudo ¿lo recuerdas?

- Si, lo recuerdo

- Entonces corre

Corrí hacia el escenario, pero cuando estuve lo suficientemente cerca vi una sombra moverse con elegancia y cautela por los peldaños que se encontraban arriba de nuestras cabezas.

En un gesto rápido huí a los pasadizos más cercanos y me introduje en ellos como si mi vida dependiera de ello.

Estando ahí caminé, tratando de llegar a aquella parte en donde había visto pasar a Erik, estaba segura que era él.

No e visto a otra persona caminar con tal delicadeza, porte y elegancia como Erik lo hacia, ni siquiera Raoul caminaba así.

Después de tanto caminar logré subir a aquellos peldaños y pude ver como aquella sombra entraba en un pequeño cuarto, cuarto al que yo debía entrar.

Se podría decir que volaba entre los peldaños porque pasaba entre ellos lo más rápido que mis piernas me lo permitían, la fuerza de impedir a Erik hacer algo de lo que pronto se arrepentiría podía conmigo más que mi alma.

Llegué al cuarto y abrí la puerta con tal fuerza que la persona dentro, Erik, se levantó del lugar en donde estaba sentado.

- ¿Qué te pasa? -Preguntó Erik con una tranquilidad que pensé que en estos momentos no tendría- ¿No te enseñaron a tocar la puerta antes de abrir?

- Si lo hicieron pero en estos momentos me preocupaba más lo que tu podías hacer que los buenos modales

- Repito lo que pregunte -Dijo Erik- ¿Estás bien? ¿Por qué hablas en un tono diferente?

- ¿Tono diferente?

- Si, hablas como si hubieras madurado increíblemente de la noche a la mañana

- No lo se, tal vez fueron tus palabras escritas en aquella nota las que me hicieron madurar

- ¿Nota? -Dijo Erik con duda- ¡La nota! ¿La leíste?

- Sí

- Pensé que solo yo los espiaba pero ahora veo que no era el único

- Pero... ¿Por qué no estás enojado?

- En realidad, hace unos minutos si estaba enojado pero no por lo que Christine y Raoul habían hecho si no porque no se me había... ¿Cómo se dice?... ¿Roto el corazón?

- ¡¿Cómo?!

- Cuando tu corriste hacia el camerino de Christine yo también lo hice y cuando llegó Raoul escuché todo lo que decían... en ese momento escribí la nota, la escribí porque ellos dijeron que iban a cantar su amor en el techo para que yo los escuchara -No entiendo como puede decir esto tan tranquilo- Me enojé y comencé a escribir la nota, aunque cuando llegué allá y los vi besándose... no pensé nada, mi mente se quedó en blanco y tiré la nota al suelo

- Entoces -Trague saliva- ¿No tirarás el candelabro encima de todas las personas que están en el escenario?

- No lo se

¡Maldito Erik! Me hizo venir aquí para darme cuenta que todo fue una “falsa alarma”, que no se había enfurecido al ver a su amada en los brazos de otro.

Aunque la verdad me pregunto porque no se enfureció ¿Será que no la ama tanto como él piensa? o ¿Estará enojado con ella por haberle quitado la máscara sin su consentimiento y “no haberlo reconocido”?.

Me giré a ver los controles del candelabro y me di cuenta que también había un micrófono al lado ¿Será que por ahí habló cuando yo estaba en el escenario?.

También pude ver parte del escenario, Christine había entrado sola mientras las piernas le temblaban, estaba vestida como Carlotta lo estaba hace un momento y comenzó a hablar un poco nerviosa.

- Se agradecería mucho si el mudo se deseará aparecer por el escenario

La gente en el teatro comenzaba a reírse, pero aquí arriba no se escuchaban sus risas solo se veía como movían su cuerpo a causa de la risa.

Volteé a ver a Christine que ahora temblaba de los pies a la cabeza, estaba a punto de comenzar a llorar, luego volví a ver a los espectadores que solo se burlaban de la pobre Christine.

El enojo comenzó a invadir mi cuerpo como si a un vaso lo llenar de agua, me giré hacia Erik el cual miraba hacia la puerta esperando que nadie entrara.

Si Erik no hacia nada lo haría yo.

Y así lo hice, sentí como si una poderosa fuerza se apoderara de mi olvidándome de todo lo demás cuando tomé uno de los controles que estaban enfrente de mi, el cual comencé a mover de arriba a bajo mientras miraba el gran candelabro y este comenzó a tambalearse.

- ¡Abigail! -Gritó Erik a mis espaldas- ¡No!

Pero ya era demasiado tarde, bajé la palanca hasta donde me dejaba y vi plácidamente como caía aquella enorme araña del techo encima de las personas que se habían burlado de una joven indefensa, Christine.

Soledad Bajo TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora