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Las palabras de Erik resonaban en mi cabeza dejándome inmóvil a sus pies.

Bajé la cabeza concentrando mi mirada en el vestido, hermoso pero no era para mi, "Toma tu decisión", sus palabras volvían a resonar en mi cabeza impidiéndome pensar libremente.

¿Cómo se puede tomar una decisión que no te corresponde?

Todo lo ocurrido aquí era para Christine, para la pobre de Christine, pero decidí ocupar su lugar teniendo que mentir a Erik y a los individuos que estaban dentro de la cámara de los suplicios.

¿Qué puedo hacer para que Erik dejé libres al Persa y a Raoul?

"Toma tu decisión" sus palabras hacían un eco cada vez más grande dentro de mi, esas palabras no querían dejarme.

Levanté mi mirada hacia Erik, el cual me daba la espalda, si tan solo pudiera tener un poco del amor que desea recibir de alguien que no es capaz de dárselo.

En ese instante una idea cruzó mi mente, una idea que podría salvar a todos en esta casa... y en este teatro.

Me levanté del suelo y lentamente me acerqué a Erik.

- Antes que nada -Dije mientras lo agarraba de sus brazos- Quisiera que me perdonaras

- Pero...

Sin terminar sus palabras giré a Erik hacia mi, tomé su rostro entre mis manos y junté sus labios con los mios.

Comencé a mover mis labios lentamente mientras que Erik estaba estático, pasé una mano detrás de su nuca y lo atraje hacia mi fuertemente haciendo que el me agarra por la cintura para no tambalearse.

Lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas hasta llegar a nuestros labios y perdiéndose entre ellos.

Sentía su deformidad en mi mano izquierda, una deformidad que no me atemorizaba, una deformidad que me daba igual porque yo aceptaba a Erik como era, todos tenemos defectos y, mi más grande defecto, fue no decirle a Erik mis sentimientos, si lo hubiera hecho talvez no hubiera pasado esto.

Hubiera... el hubiera no existe.

Detuve mis labios, el llanto me estaba dominando, iba a separarlos de los suyos cuando sentí como él me atrajo de nuevo moviendo sus labios apresuradamente, con torpeza, esperando a que yo hiciera lo mismo.

Sonreí levemente mientras lloraba y después comencé a mover mis labios al compás de los suyos volviendo a colocar mis manos en sus mejillas, un beso un poco torpe pero con algo que lo hacia diferente, este beso tenía ese toque que había tenido el primero, aquel beso que nos dimos cuando eramos pequeños y que espero no volver a olvidar nunca.

Sus manos soltaron mi cintura después de unos minutos y se pusieron en mis hombros para después apartarme de él.

Cuando vi su rostro noté tristeza, una tristeza que me hizo volver a llorar y abrazarlo tiernamente, no quería soltarlo, no quería alejarme de él, quería estar con él, a su lado, siempre.

Erik volvió a separarme de él, lo miré a los ojos mientras el me miraba con confusión, era la primera vez en mucho tiempo que se sentía amado de esa forma.

Abrí mis labios para decirle que era Abigail pero no pude, el miedo se apoderó de mi.

Si le dijera que no soy Christine se enojaría, traicioné la confianza que él había depositado en mi, fui una tonta, si lo supiera se enojaría conmigo de por vida y... no quiero que pase.

Las lágrimas salían a mares de mis ojos, tapé mi boca con mis manos para impedir que los sollozos salieran de ella.

¿Por qué el amor es así?
¿Por qué el amor te hace hacer cosas de la que luego te arrepientes?
¿Por qué el amor tiene que doler?
¿Por qué no se puede dominar al corazón?

Soledad Bajo TierraWhere stories live. Discover now