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Tres meses de vida...

Tres meses de vida...

Mi mente estaba en blanco y desconectada de mi cuerpo. En mi cabeza solo se repetían las palabras del doctor como una vieja grabadora descompuesta.

Tres meses de vida...

"No puede ser... Esto debe ser un chiste, ¿verdad? De seguro debe haber una cámara oculta en algún lugar, además ese doctor ni parece ser uno, más bien tiene toda la apariencia de actor porno. ¡No le creo nada! ¡Me niego!"

Tres meses de vida...

"¡Por favor! Son unos estúpidos al hacer esta clase de broma. Soy muy gracioso y tolerante, pero con esto no se juega... No les perdonaré este chistecito, les saldrá muy caro, ya lo verán...

Lo más seguro es que detrás de todo esto esté el estúpido del Duque. ¡Ese idiota a veces puede ser un completo imbécil! Ohh... ¡y Fiorelha! Por supuesto... No creo que esté solo en esto, ella tuvo que haberlo ayudado. Ese par de...

¡No!

No...

Kikis, eres pésimo para mentir, ni siquiera puedes hacerlo a ti mismo.

No puedes engañarte..., esto en realidad está ocurriendo.

A tu vida le han puesto un cronómetro con fecha límite y la cuenta ya ha iniciado..."

Dentro de mi cabeza rondaban miles de pensamientos y preguntas. ¿Por qué a mí? ¿Así es como en realidad se acabaría todo? ¿Y el futuro que tanto pensaba? Todo a mi alrededor se había paralizado, era como si el tiempo se hubiera detenido y yo era el único sobre la faz de la Tierra. Mi cuerpo estaba tieso como una estatua y mis ojos clavados al frente, sin mirar nada realmente. Mi cerebro no procesaba absolutamente nada. Llegué a pensar que había caído en estado vegetal una vez más, pero que en esta ocasión mis ojos se mantendrían abiertos.

Mi madre seguía llorando descontroladamente sobre mi regazo y yo seguía sin poder moverme, ni siquiera podía articular una sola palabra. Era como si hubiera olvidado cómo hacerlo, era una suerte que mi cuerpo siguiera respirando de manera inconsciente.

–¿Estas bien? –Alcancé a escuchar. No pude identificar de quien era la voz. Todo se escuchaba tan distorsionado.

–Kikis... –Nuevamente no sabía quién me hablaba. Mi mundo daba vueltas, se sentía de la misma manera que aquella ocasión en la fiesta. Mi vista comenzaba a nublarse, la habitación se veía distinta, más oscura. Era como si el sol se estuviera ocultando para siempre y no me dejaría ver ya nunca más los colores. Sin mover mi cuerpo, rodeé mis ojos hasta poder mirar a través de la ventana. Ese cielo precioso que hace unos minutos era capaz de contemplar, ahora se había convertido en un opaco y oscuro paisaje gris.

–¡Kikis!

–¡Enfermera, traiga 2mg de diazepam! ¡Rápido!

Daba igual, todo daba igual...

Tres meses de vida...

El cielo, ese hermoso y majestuoso cielo... La manera en como el azul se degradaba en diferentes tonalidades, y la delicadeza con la que las nubes se esparcían, generaban una maravillosa obra de arte.

Ese cielo, que lucía apagado y aburrido, como todo lo demás, jamás volvería a contemplar su belleza nuevamente...

Blanco y negro, era lo único que podía ver...

Los colores se habían ido de mi vista. Me habían abandonado, tal como lo haría la vida en tres meses...

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Without ColorsWhere stories live. Discover now