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Todos estaban sorprendidos, con los labios abiertos y sus rostros perplejos. ¿Cómo no estarlo? Acabábamos de ver a la persona más simplona de la universidad darle un tremendo golpetazo a Sonrisas. Incluso el mismo Tristán se mostraba maravillado de la hazaña que había realizado. Miraba su puño con asombro, mientras todo su cuerpo temblaba.

El Lojano mostraba una sonrisa incrédula, con sus pupilas moviéndose de lado a lado, analizando al héroe que tenía enfrente. Por su parte, el trigueño gruñía de dolor en el suelo, mientras se sobaba la quijada.

–¡Estás muerto! –reclamó Sonrisas desde el piso. Sus fuertes palabras estremecieron al pobre de Tristán, quien seguía nervioso y estupefacto. ¡Había sido realmente magnífico! Como de película...

Mientras el arrogante musculoso se dirigía a nuestro camarada, Tristán había salido de la multitud con el rostro enfurecido. No me atrevo a decir que quiso ayudar al tatuado, pero lo más seguro es que había visto la situación como la oportunidad ideal para cobrarse de las fechorías de Sonrisas.

Corrió como un lunático, mostrando sus furiosos dientes y con los puños hechos rocas. Su baja estatura y su peso un poco elevado lo hacían ver gracioso, pero para mí era el héroe de la historia.

"¡Pow!", sonó en mi mente.

Feroz, potente, fenomenal, salvaje... No sé con qué otras palabras describir el asombroso acto de Tristán, pero había sido simplemente genial. Le había propinado el golpe más brutal que había visto en toda mi vida, machacando ese arrogante rostro suyo.

Sonrisas se levantó adolorido, con la lentitud de una tortuga. Echaba chispas a montones y se podía notar las venas alrededor de su frente.

–¡Maldito desgraciado! –bramó, saliéndole humo de sus fosas nasales. Apoyaba su peso sobre las rodillas, jadeando con dificultad. Llevaba un aspecto fatal, tenía ambos pómulos hinchados y de distintos colores. Puercoespín y Goliat se acercaron a su líder a los costados, resguardándolo de cualquier peligro. Noté que el chico de púas tenía una gran mancha morada en su ojo derecho, haciéndolo más pequeño y brotándosele del rostro.

El Lojano caminó lentamente hacia Tristán, colocándose justo a su lado. El temeroso simplón lo miró con sorpresa y jadeó con alivio, tranquilizándose un poco de tenerlo de su bando. El Duque imitó al tatuado, convirtiendo la batalla campal en una justa pelea tres contra tres. Pude notar que mi amigo del monóculo tenía el labio partido, de donde le escurría varias gotas de sangre. Al parecer, el idiota había cruzado puños contra Puercoespín sin ni siquiera darnos cuenta. Estaba tan concentrado en la hazaña de Tristán que había olvidado a uno de mis compañeros.

"¿Qué rayos está ocurriendo...?", reclamé adolorido. "¿Cómo diablos llegamos a esto? ¿Acaso no era un partido de futbol? ¿Qué tiene que ver el deporte con los puños...?"

Mis ojos no se desviaban de la alucinante escena que tenía enfrente. Todos hacían lo mismo, ni siquiera pestañeaban. La autoridad de Marty había caído por los suelos y se había resignado completamente a no hacer nada. Sin embargo, los demás profesores no eran tan patético como él...

De entre todas las personas a mi alrededor, pude notar que Sr. Liar se encontraba muy cerca de ellos, observando con impotencia y con el rostro lleno de horror. Mi gemelo siempre había sido una persona delicada y tierna. Aunque era un idiota y extrovertido, la violencia era algo que siempre le afectaba, peor aun cuando sus mejores amigos eran los involucrados en un terrible pleito.

Oz se encontraba al otro lado, mirando de brazos cruzados. Su semblante no se inmutaba y se mantenía serio. Lucía como un robot vacío, sin ningún tipo de emociones ni sentimiento. ¿Cómo podía estar así, si eran sus amigos lo que estaban en medio de todo el problema? ¿Cómo podía ser tan cruel y frío? ¿Todo esto por la homosexualidad de Liar...?

Without ColorsWhere stories live. Discover now