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No lo pensé dos veces e inmediatamente corrí detrás de mi amiga. Todo el mundo tenía la atención puesta en la escena que acababa de ocurrir. Los presentes habían dejado de comer con tal de no perderse ni un solo detalle, e incluso la mayoría, al igual que nosotros, se habían olvidado por completo de la fila. Muchas personas se amontonaban donde había ocurrido el salvaje hecho, y los que estaban más cerca ya se encontraban interviniendo. Unos tres estudiantes rodeaban al chico que había lanzado el puñetazo, sujetándolo del pecho y de las manos. Se mostraba eufórico y muy enojado. Trataba de librarse de sus opresores para abalanzarse nuevamente al muchacho que había golpeado, quien seguía tirado en el suelo. Dos estudiantes más se acercaron al afectado para ayudarle a levantarlo con calma y lentitud.

Fiorelha llegó a la escena y se abalanzó hacia el agresor, mostrando preocupación en su rostro.

–¡Tristán! ¡Tristán! –Se posicionó justo frente a él y le sujetó el rostro con ambas manos, haciendo que sus ojos se clavaran en ella–. ¿¡Qué hiciste!? ¿¡Por qué lo hiciste!? –gritaba con horror, totalmente alterada.

"¿Acaso lo conoce...?", pensé con sorpresa. Era la primera vez que lo veía en la universidad. Tampoco es como si conociera a todo el mundo, pero el instituto es un lugar donde fácilmente te topas con todos. Al menos reconocer los rostros es una tarea sencilla... pero él era como una persona nueva para mí.

Tristán parecía no asimilar la presencia de Fiorelha, quien la miraba sin expresión en su rostro. Creo que entendía lo que sentía en ese momento, cegado por la furia que recorría en sus venas e incapaz de saciar esa sed de sangre. No sabía cuál era el problema, pero estoy en una postura firme de no resolver los conflictos con violencia, sea cual sea. Aun así, me sentía empático con lo que él debería estar sintiendo en ese momento: Impotencia..., tal como yo me sentía con la enfermedad que padezco.

Fiorelha insistía en obtener respuestas, mientras luchaba por calmarlo. La presencia de mi amiga había sido de gran ayuda, quien estaba logrando poco a poco tranquilizar la ira de Tristán.

Más estudiantes llegaban a la escena, ni siquiera lo había notado pero me encontraba en el centro de un enorme círculo formado por los curiosos y entrometidos. Volteé hacia el estudiante golpeado, quien de igual manera, estaba siendo resguardado y tranquilizado por otros alumnos. Tanto él como Tristán habían sido separados por varios metros de distancia para evitar inconvenientes. No me había percatado antes, pero al fin me di cuenta de la identidad del muchacho golpeado. Lo conocía. Se trataba de Sonrisas, un tipo de tez trigueña, alto y muy fornido. En el momento que lo vi, pensé lo extraordinario y raro que era que un sujeto como él haya recibido ese brutal golpe de alguien como Tristán, de estatura media y simplón.

Sonrisas se sobaba la quijada con delicadeza, se le había formado un enorme moretón y de sus labios escurría unas diminutas gotas de sangre. Él no es mi amigo ni nada, solo un simple conocido que he tenido el desagradable gusto de tratar antes. Mi relación con él era como la que tenía con El Lojano antes de la fiesta. Digo antes porque en ese momento se podría decir que me llevaba un poco mejor con el tipo de los tatuajes...

Solamente reconocía al trigueño por su simbólica sonrisa que tanto me irritaba verla en ocasiones anteriores. Eran tan filuda y retorcida que lo único que expresaba era orgullo y prepotencia.

Mis pensamientos se esfumaron de un solo soplido cuando una persona alta y muy bien vestida se abría paso de entre los muchachos para ingresar al núcleo del problema. Se trataba de Anthony José...

"¡Mierda!", renegué al verlo. "Ahora si se agravó el asunto..."

–¿Qué ocurre aquí? –preguntó con la voz inquieta, tratando de analizar la situación.

Without ColorsWhere stories live. Discover now