III. A la luz de la luna

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ChanYeol llegó a su departamento alrededor de las ocho de la noche. Se deshizo el nudo de la corbata. Sentía que se sofocaba dentro de su propia piel. Se quitó el saco y lo tiró sobre el único sofá que poseía. Entró a la pequeña cocina, para tomar una botella de agua del refrigerador. Su mente estaba en blanco. Tantos pensamientos se habían amontonado dentro de su cerebro, que ahora no sabía en cuál concentrarse. Bebió el agua, mientras su rostro era iluminado por la luz del refrigerador. El teléfono celular sonó y vibró dentro de su bolsillo.

—¿Hola?

¿Cómo sigues? Me dejaste preocupado.

—Mm... Estoy mejor. Supongo que los canapés de atún me cayeron mal.

Fuiste el único que se enfermó. Sabes que debes llamarme si empeoras.

—Lo sé. Gracias.

Gracias, hyung. Recuerda que soy mayor que tú. Debes respetarme (risas).

ChanYeol suspiró. No estaba de humor para las estúpidas bromas de su amigo.

—Sólo eres mayor por una semana. No significa nada.

¡Dilo! O juro que iré ahora mismo a patearte las bolas.

ChanYeol suspiró de nuevo. Realmente, no tenía ganas de ver a SeHun por segunda vez esa noche.

—Gracias, hyung —respondió sin ganas.

¿Puedo pasar mañana por ti a la escuela? Quiero pedirte un favor.

—Ya te dije que seré tu padrino. Sólo falta que tu padre apruebe esa unión rara.

¿Vas a empezar a ser un homofóbico de mierda a estas alturas?

—No lo dije en ese sentido. Tu padre piensa que es una unión rara, ¿no?

Sí. Pero, estoy bastante seguro de que la aprobará, cuando se entere de quién es el padre de BaekHyun.

—Debe nadar en dinero, así como tú.

Tiene más. Será un gran socio para mi padre.

—No pensé que te casarías por dinero —ChanYeol bufó.

Eres idiota. Me caso porque BaekHyun es la cosita más perfecta que he conocido en toda mi vida. Nos merecemos.

—El idiota eres tú.

(Risas). Pasaré por ti mañana a la escuela, ¿sí?

—¿No puedes pedirme el maldito favor ahora, por teléfono?

¿Acaso no quieres verme, idiota? Dijiste que me extrañaste. ¿Estabas mintiendo?

—Claro que no —ChanYeol suspiró—. Es sólo que no sé por qué tienes que hacer tanto misterio por un favor.

Porque es más divertido así. Mañana iremos a comer algo. Yo invito. Debes estar súper pobre con la renta de tu nuevo departamento. Por cierto, tienes que llevarme a conocerlo. Muero por ver la pocilga en la que vives ahora.

—No es una pocilga —ChanYeol apretó los dientes—. Te veré mañana. Salgo a las tres.

Está bien. Cuí...

ChanYeol colgó.

***

El músico se quitó el pantalón de camino a su habitación. Abrió la ventana y se tiró sobre la cama. La luna llena brillaba como una reina en el cielo. ChanYeol cerró los ojos, dejando que su luz bañara su rostro. Por su mente desfilaron los acontecimientos de aquel día. Desde que envolvió el pequeño regalo para SeHun esa mañana, hasta que abandonó la fiesta sintiéndose mareado.

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