XXXI. El final de todo

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¿Emanaba miel de los labios de BaekHyun? ChanYeol se lo preguntaba mientras los besaba con premura, como un niño adicto a los caramelos. Eran tan dulces, tan suaves, tan delicados y firmes al mismo tiempo. No podía haber nada mejor. No había nada en el mundo que superara el sabor, la textura y la calidez de los labios de BaekHyun.

El barista había presionaba su cuerpo contra el suyo, como si quisiera meterse dentro de él, mientras suaves gemidos salían de su ocupada boca. Por otro lado, las manos de ChanYeol exploraban bajo la única prenda que cubría la desnudez del más bajo. Recorrían la espalda suave, hasta llegar a la firmeza de las curvas. ChanYeol apretó aquella área, provocando que BaekHyun gimiera más alto.

—Baek... —el músico se separó por un momento. Los alientos alterados se entrelazaban en la breve distancia. Los ojos adormilados de BaekHyun lo miraron llenos de cariño—. De-deberíamos aparar.

—No quiero —BaekHyun unió sus labios a los de ChanYeol de nuevo.

ChanYeol nunca supo cuánto tiempo pasaron así, besándose, tocándose, reconociendo que eso que lo unía, era más que una simple atracción. Porque el músico podía sentirlo, era como si BaekHyun vibrara en su misma frecuencia, como si sus corazones crearan la misma melodía.

—Baek... Te amo... Te amo tanto —Entre suspiros y susurros, ChanYeol se confesó.

BaekHyun acunó el rostro del más alto. Sus mejillas rosadas eran el marco perfecto para la hermosa sonrisa que sus labios dibujaron.

—Channie... Yo...

¡ChanYeol, abre la maldita puerta! La voz de SeHun se escuchaba fuerte y claro afuera del departamento, igual que los duros golpes que le propinaba a la puerta. ¡Ábreme de una maldita vez! ¡BaekHyun!

Ambos salieron de la cama, alterados y avergonzados. Sus corazones seguían latiendo con fuerza, pero ahora por la razón equivocada.

—Channie, no dejes que entre, no lo quiero ver. Por favor, Channie —BaekHyun caminó hacia atrás, hasta que su cuerpo chocó con el muro de la habitación, junto a su cama, se deslizó sobre éste, hasta llegar al suelo. Su rostro solo reflejaba temor.

—Tranquilo, BaekHyun... Qué date aquí.

El músico salió de la habitación. Atravesó la pequeña sala con la única intención de destrozar el rostro de su mejor amigo. Sin embargo, fue él quien terminó en el suelo, pues SeHun pateó la puerta tan pronto como el músico la abrió. Entró furioso, con dos hombres que ChanYeol no conocía, detrás de él. Ambos vestían alguna especie de uniforme médico.

—¡¿Dónde está BaekHyun?! —el empresario tomó a ChanYeol y lo levantó del suelo.

No hubo necesidad de respuestas, porque BaekHyun salió de la habitación, vistiendo nada más que la camisa de ChanYeol. Estaba asustado y temblaba.

—¡Deja a ChanYeol! —gritó.

Los ojos de SeHun se abrieron al presenciar tal escena. Sin pensarlo dos veces, golpeó el rostro de ChanYeol.

—¡¿Qué demonios hiciste con mi esposo?! —Gritó en el rostro del músico.

ChanYeol se defendió. Dejó que la ira se apoderara de su corazón. Regresó el golpe, aunque con más torpeza.

—¡Lárgate de mi casa! —gritó el músico, empujando a su mejor amigo—. ¡Déjanos en paz!

—¡Te metiste con mi esposo, desgraciado!

Y lo golpes comenzaron nuevamente, cuando SeHun se abalanzó sobre ChanYeol. Los hombres extraños se acercaron para separarlos, mientras BaekHyun presenciaba todo, completamente paralizado.

—¡¿Cómo pudiste?! ¡¿Cómo pudiste?! —gritaba SeHun, mientras uno de los hombre lo sostenía lejos de ChanYeol—. Ere mi hermano... ¡Eres mi hermano!

—¡Lo amo!... ¡Amo a BaekHyun! —ChanYeol gritó también, con el aliento acelerado, forcejeando con el hombre que lo sostenía—. ¡Tú sólo lo lastimas!

—¡Basta ya! —SeHun logró zafarse. Soltó un golpe certero en la mandíbula de su mejor amigo.

El hombre que lo sostenía no pudo con su peso. ChanYeol cayó medio noqueado al suelo. Antes de que BaekHyun pudiera correr hacia él, los hombres uniformados lo detuvieron, por órdenes de SeHun.

—No vuelvas a acercarte a BaekHyun, ¿entendiste? —el empresario se agachó junto al cuerpo casi inmóvil de ChanYeol, lo tomó el cuello de su camisa y le habló muy cerca—. No quiero volverte a ver en mi vida, ChanYeol. Estás muerto para mí. Pero, si decides revivir y buscar a mi esposo, juro que volveré a matarte.

En medio del veneno que SeHun soltó sobre él, ChanYeol pudo escuchar los gritos de BaekHyun, mientras era arrastrado fuera del departamento por aquellos hombres.

—¡No! ¡Déjenme! ¡ChanYeol, no dejes que me lleven! ¡ChanYeol!

El músico lo intentó con todas sus fuerzas. Intentó moverse, intentó correr detrás de BaekHyun, intentó gritar. Pero, lo último que vio antes de perder la conciencia, fue a SeHun, cerrando la puerta del departamento tras de sí.

***

ChanYeol despertó cuando sintió un ardor en el rostro y unas manos suaves que parecían examinarlo.

—BaekHyun... Se llevaron a BaekHyun —quiso levantarse del suelo, pero un dolor de cabeza la golpeó de pronto.

—Shh... ChanYeol, tranquilo. No te levantes... Estás bastante golpeado.

—Min-Minseok...

—La puerta estaba entreabierta. Pensé que BaekHyun estaría aquí, pero solo te encontré a ti, tirado en el suelo. ¿Qué demonios pasó?

El músico se tomó unos segundos para recordar. Los hechos dolían más que los golpes en su rostro.

—BaekHyun estaba aquí... SeHun vino por él, con dos hombres... Peleamos... Y se lo llevaron.

—¡Vaya!... No pensé que SeHun cumpliría su amenaza —MinSeok suspiró y se sentó en el suelo, junto al herido.

—¿De qué hablas? —ChanYeol se enderezó un poco. Cerró los ojos por un momento, cuando notó que comenzaba a marearse.

MinSeok lo miró. Sus grandes ojos marrones estaban llenos de algo parecido a la lástima y al arrepentimiento.

—ChanYeol... Hay cosas que no sabes sobre BaekHyun.

—¿Qué clase de cosas? —preguntó el músico, haciendo muecas de dolor con cada leve movimiento.

—BaekHyun no es un hombre sano. Él, tiene una enfermedad mental... BaekHyun tiene esquizofrenia.

ChanYeol frunció el ceño, pero no por el dolor de los golpes, sino porque cada fibra de su ser pareció romperse después de escuchar aquellas palabras.

—¿Qué... qué dices?

—Lo que oyes. BaekHyun tiene esquizofrenia. Pensamos que estaba mejor, pero sólo ha empeorado durante la luna de miel.

—Yo... Yo no entiendo, MinSeok.

El chico rubio suspiró de nuevo. Sabía que le debía al músico muchas explicaciones.

—Si puedes levantarte, vamos a la sala. Dime dónde tienes el botiquín de primeros auxilios... te ves como la mierda —MinSeok palmeó el hombro del músico—. Te contaré todo mientras te ayudo con esas heridas, ¿sí?

Im/possible Où les histoires vivent. Découvrez maintenant