XXX. Tormenta

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Un relámpago iluminó el cielo. El estruendo hizo que los dos hombres saltaran en el umbral. ChanYeol miraba a BaekHyun, como si fuera una alucinación creada por su mente. Sin embargo, cuando el barista se abalanzó sobre él para abrazarlo fuertemente, se volvió real.

—¿Ba-Baek?

—¡Él me engaña, ChanYeol! —BaekHyun comenzó a llorar contra el pecho del músico—. ¡SeHun me engaña! ¡Se acuesta con una zorra! ¡Yo vi los mensajes! ¡Los vi!

—BaekHyun... cálmate... —ChanYeol abrazó al barista también. Su cuerpo se sentía frío y tenso entre sus brazos.

—¡Ayúdame! ¡Ayúdame!

ChanYeol cerró la puerta. Sin dejar de abrazar a BaekHyun, caminó torpemente hacia atrás. Su corazón saltaba enloquecido dentro de su pecho. Las palabras que el barista decía, no podían ser procesadas por su cerebro confundido. BaekHyun apretaba su camisa con fuerza, mientras lloraba desconsoladamente en sus brazos.

El músico acunó el rostro del recién llegado. Sus ojos parecían perdidos en algún otro lugar, era como si su esencia hubiera huido, dejando un cuerpo vacío detrás. Un escalofrío recorrió la espalda de ChanYeol, al recordar aquella noche que encontró a BaekHyun sentado afuera de su departamento. Su actitud no era normal. Había algo mal, pero no podía comprender qué era.

—Baek, Baek... Estoy aquí contigo, ¿sí?... Mírame, por favor, mírame.

Los ojos de BaekHyun miraron al músico. No había nada ahí. ChanYeol volvió a abrazar al más bajo. Temió por su salud, pues estaba completamente empapado, pero no podía soltarlo. Su corazón le exigía protegerlo, y BaekHyun estaba prendado de él, como si se aferrara a la vida misma. Permanecieron sí por un momento, hasta que la pierna del barista se negaron a sostenerlo más. ChanYeol lo sostuvo ante de que cayera al suelo.

—¡BaekHyun! ¡BaekHyun! —estaba asustado, porque BaekHyun no respondía, tenía los ojos abiertos y murmuraba cosas sin sentido.

ChanYeol lo cargó hasta la habitación. Lo recostó sobre la cama y corrió a buscar toallas limpias. Le quitó la ropa como pudo, porque BaekHyun parecía un maniquí, algo sin vida que seguía respirando.

—¡Shh!... Vas a estar bien, Baek... Yo te voy a cuidar... Me quedaré contigo—las lágrimas en los ojos del músico, sellaron en silencio esa promesa.

Una vez que BaekHyun estuvo seco, ChanYeol le puso una de sus camisas y lo arropó en su cama. Se recostó junto a él, envolviéndolo con sus brazos una vez más. Era como un pájaro herido por el invierno. ChanYeol sólo podía darle su calor, y esperar a que reaccionara. Poco a poco, los sollozos del barista se detuvieron, entró en la paz del sueño, envuelto en la calidez de las cobijas y del corazón enamorado que latía junto a él.

***

ChanYeol se despertó con una caricia. Los suaves dedos de BaekHyun tocaban su rostro con tal delicadeza, que por un momento pensó que un ángel había bajado a saludarlo.

—¿Baek?... —ChanYeol frunció el ceño. Intentaba mirar los ojos del barista, con la poca claridad que se colaba en la habitación a través de la ventana. La mañana se abría camino lentamente entre la oscuridad nocturna.

—¿Me perdonas? —el barista susurró, sin dejar de tocar la mejilla de ChanYeol.

—No tengo nada que perdonarte —ChanYeol lo abrazó más fuerte, y se acurrucó contra el cuerpo, ahora cálido.

—Vine a perturbarte otra vez...

—Yo te cuidaré... —los ojos grandes del músico, se clavaron en el rostro sonrojado de BaekHyun. Estaba de vuelta, pudo verlo por fin. Su corazón comenzó a latir normalmente otra vez—. ¿Qué pasó?... ¿Dónde está SeHun?

BaekHyun suspiró, imitó los movimientos del músico y se acercó más a él, como si buscara refugio.

—Cuando estábamos en Francia... Vi unos mensajes en su celular. Estoy seguro de que me engaña, ChanYeol...

Cuando la voz de BaekHyun comenzó a romperse otra vez, ChanYeol acercó los labios a su frente, para depositar un beso en ella.

—¿Estás seguro?

—Sí, lo estoy... Yo... Hubo problemas y regresamos a Corea... He intentado creerle, pero la duda sigue ahí. Anoche me desesperé y huí del departamento... No sé qué hacer.

La sangre de ChanYeol comenzó a hervir en sus venas. La ira intentaba apoderarse de su voluntad. Quería salir a buscar a su mejor amigo, para partirle la cara en dos. Pero BaekHyun comenzaba a temblar de nuevo en sus brazos, debía controlarse.

—¿Puedo quedarme contigo? —murmuró el barista contra su pecho.

—Ya te dije que yo te cuidaré. Nada va a pasarte aquí, Baek... Yo voy a protegerte.

***

Después de que BaekHyun se quedara dormido otra vez, ChanYeol salió de la habitación muy silenciosamente. Mientras se dirigía hacia la cocina para preparar algo de comer, su teléfono vibró en la mesita de la sala. Lo había dejado ahí, sin volumen, después de que DoYoung se marchara. Ahora, SeHun estaba llamándolo.

—¿Qué quieres? —intentó no gritar, aunque su ira le ordenaba lo contrario.

¿BaekHyun está contigo?

—Sí, aquí está... ¡Eres un estúpido, SeHun! ¿Cómo te atreves a engañarlo?

Las cosas no son como piensas.

—Yo no pienso nada. Sólo veo lo herido que está.

Iré por él ahora mismo. Lamento que te cause molestia.

—¡Ni se te ocurra aparecerte por aquí! —ChanYeol caminó hacia la puerta de departamento y salió al frío de la mañana. No le importó, necesitaba hablar más alto—. ¡Juro que si te veo, te mataré!

¡Oye, oye! ¡Esto no es asunto tuyo! ¡Yo me haré cargo de mi esposo! (SeHun comenzó a gritar también.)

—¿Cómo planeas hacer eso? ¡Es la segunda vez que viene a mí, completamente destrozado por tu culpa! ¡Juro que voy a matarte, SeHun! ¡No vengas aquí! ¡Deja a BaekHyun en paz! —ChanYeol colgó el teléfono. Se recargó un momento en el marco de la puerta, para intentar recuperar el control.

El teléfono vibró de nuevo en su mano, pero no contestó. Cuando miró la pantalla, notó que había más de cuarenta llamadas perdidas. SeHun había estado llamándolo toda la noche. ChanYeol suspiró, se apretó el puente de la nariz con los dedos y entró de nuevo al departamento.

—¡Channie! —la voz de BaekHyun lo llamaba desde la habitación.

El músico corrió hacia él. Lo encontró sentado en la cama, con el cabello revuelto, mientras se frotaba los ojos.

—Me dejaste solo... —se quejó.

ChanYeol se apresuró hacia la cama. Se sentó junto a él y lo abrazó de nuevo.

—Lo siento... Pensé que tendrías hambre al despertar, así que fui a prepararte algo.

BaekHyun negó con la cabeza. Se aferró al cuerpo de ChanYeol y lo jaló consigo, para que ambos se recostaran otra vez.

—No tengo hambre... no quiero comer... Quiero que te quedes conmigo... Tengo frío.

ChanYeol lo abrazó más fuerte. No sabía qué más hacer o decir. Si BaekHyun lo quería a su lado, entonces ahí se quedaría.

—Si no quiere regresar a casa... Puede quedarte aquí.

—Ya no tengo casa, Channie... Lamento molestarte.

—Nunca me molestas... Yo quiero que te quedes aquí conmigo, Baek... No quiero que te vayas —ChanYeol hundió la nariz en el cabello revuelto del barista. Olía a champú y a lluvia.

—Channie... bésame.

Cada músculo en el cuerpo de ChanYeol se contrajo. Se quedó inmóvil por un momento, hasta que las manos cálidas de BaekHyun se posaron en sus mejillas. Sus ojos habían recuperado esa dulce picardía que lo derretía por dentro. Sin decir nada más, el músico se acercó para probar los rosados labios del chico que le había robado el corazón.

Im/possible Où les histoires vivent. Découvrez maintenant