XVIII. Certezas

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ChanYeol estaba sentado sobre la cama, sosteniendo el sobre púrpura en sus manos, completamente absorto.

—¿No piensas probar los huevos revueltos que preparé? —DoYoung lo observaba con recelo. Había acomodado la bandeja sobre su regazo—. Puedes ver la invitación cuando termines tu desayuno.

—¿Por qué no me despertaste cuando BaekHyun vino? —preguntó el músico, sin quitar los ojos del sobre. Solo había un dejo de tristeza en su voz.

—Bueno, él solo vino a dejar la invitación. No era precisamente una visita social.

—DoYoung... No vuelvas a hacer eso, por favor —hora, su voz sonó más severa—. Si alguien viene a buscarme y yo estoy aquí, llámame.

DoYoung hizo un mohín y se levantó para comenzar a vestirse.

—Bien. Lo lamento. No sabía que ese chico era tan importante para ti.

ChanYeol suspiró. Ya había olvidado cómo era eso de los celos y peleas de pareja, había pasado algún tiempo desde que tuvo una novia. Aunque no había durado mucho, fue lo suficiente para aprender que los romances siempre traen complicaciones. Con cuidado, el músico puso la bandeja sobre la cama y se levantó. Caminó hasta DoYoung y rodeó su cintura con sus brazos.

—¿Estás celoso? —se sintió culpable al instante. DoYoung tenía razón para estarlo, después de todo, él estaba dolorosamente enamorado del prometido de su mejor amigo.

—Obviamente estoy celoso, ChanYeol —DoYoung rodó los ojos y trató se zafarse.

—Me gustas. Estoy contigo. Eres mi novio ahora, ¿no es así?... No hay razón para estar celoso —el músico apretó su abrazo y comenzó a besar su cuello.

DoYoung no pudo resistirse mucho más. Se movió en los brazos de su novio para encararlo. Presionó sus labios sobre los del más alto, en un beso demandante. Su lengua ávida quería marcar su territorio. Eres mío y de nadie más. ChanYeol se dejó llevar. No había nada más que pudiera hacer.

***

DoYoung se fue a casa esa tarde. Aunque el músico no quería admitirlo, se sentía aliviado. Por fin podría revolcarse en su miseria sin testigo alguno, como debe de ser.

Se tiró sobre el sillón, aún llevaba puesta la pijama, los domingos de pereza no iban a detenerse ahora que tenía un novio. ChanYeol tomó el sobre púrpura, para mirarlo detenidamente. Había una delicada cintilla alrededor, lo que lo hacía parecer más elegante. Realmente, no tenía el deseo de abrir esa invitación. Era como una granada, una vez que le quitara el seguro, iba a estallar en su cara. Casi diez minutos después, al fin se decidió. Abrió el sobre con mucho cuidado, mientras su corazón latía alterado. Sacó la invitación. El papel era grueso, pero se sentía suave entre los dedos. El gris perlado de las letras brillaba con el reflejo de la luz. Una daga imaginaria y mortal, se clavó en su pecho cuando vio el nombre de su mejor amigo y el del chico que amaba juntos, entrelazados con una bonita fuente cursiva. Como un mal chiste del universo, su propio nombre aparecía en mayúsculas bajo el encabezado: Padrinos.

 Como un mal chiste del universo, su propio nombre aparecía en mayúsculas bajo el encabezado: Padrinos

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