XXXV. La respuesta

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ChanYeol tenía el gusto metálico de su propia sangre en la lengua. SeHun le había roto el labio otra vez. Su visión estaba nublada y se sentía cansado. Estaba tirado en el piso de un pequeño callejón junto al bar. Frente a él, su mejor amigo también se retorcía en el suelo, porque le había sacado el aire con un certero puñetazo en el estómago, y su ojo izquierdo comenzaba a hincharse.

—Voy a... patearte... la bolas... —amenazó SeHun, intentando ponerse de pie. Su respiración estaba agitada todavía.

—Te voy a romper... esa... maldita cara... —ChanYeol contestó a la amenaza. Cuando intentó levantarse, volvió a caer sobre su trasero—. Ya no... puedo más.

—Yo tampoco... —SeHun logró sentarse sobre el suelo. Tocó su ojo con la yema de los dedos, una mueca de dolor se dibujó en su rostro maltrecho.

Ambos tenían la ropa sucia y salpicada de sangre, el cabello revuelto y la dignidad destrozada. Algunas personas que pasaban por ahí, los miraban con pena, como si fueran pordioseros o locos.

—Nunca pensé que me ganarías —SeHun miró al músico, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

—Yo no te he ganado nada... BaekHyun no es un premio para reclamar —ChanYeol frunció el ceño.

—¡Oh, es un gran premio!... BaekHyun es el mejor premio de todos, ChanYeol... Y, también es el más pesado, el más tormentoso, el más abrumador —la expresión en el rostro del empresario cambió mientras hablaba. Se tornó triste, sus ojos rasgados reflejaron la más pura desolación. ChanYeol pudo sentir el dolor de su amigo en su propio corazón.

—Lo siento tanto, SeHun —la voz del músico comenzó a quebrarse.

—Las cosas pasaron así. Ya te has disculpado lo suficiente. No hay nada más que hacer.

ChanYeol se sentó más derecho sobre el suelo. Abrazó sus piernas y agachó la cabeza. Pudo ver cómo las pequeñas gotas caían desde sus ojos hasta el pavimento seco.

—¿Estás llorando? —preguntó SeHun, sorprendido. Pateó los pies de ChanYeol suavemente.

—Yo... no quiero perderte —el cuerpo del músico comenzó a temblar a causa del llanto. Su voz ya se escuchaba adolorida.

SeHun suspiró. Rodó los ojos con frustración. ChanYeol siempre había sido el más sensible de los dos, había olvidado cuántas veces lo encontró llorando en el baño de la escuela, después de haber sido molestado por algún compañero. El empresario sabía, en el fondo de su corazón, que nunca podría dejar de ser amigo de ese chico tonto. Quizá, le tomaría algo de tiempo perdonarlo, pero lo haría eventualmente. Por el momento, ya había limpiado un poco de su honor, con la sangre que emanaba del labio roto del músico.

—¡Deja de llorar, idiota! —SeHun pateó lo pies de su amigo otra vez, con un poco más de fuerza. Se levantó del suelo y se acercó a él—. No quiero verte en un buen tiempo. No quiero saber nada de ti, ni de BaekHyun, ni de MinSeok, ni de ningún otro idiota, ¿de acuerdo? No me llames, no me mandes mensajes, no visites a mis padres. Nada. A partir de hoy, estás medio muerto para mí, ¿entiendes?... Ya veremos si revives después... Sólo, quiero advertirte que, si te atreves a echarlo a perder con Baek, voy a venir a rematarte.

ChanYeol levantó la mirada, para clavarla en el rostro severo de su amigo. Sus palabras salían amargamente de sus labios, apuñalándole el corazón un poco más. No pudo decir nada. Sólo asintió.

***

BaekHyun se mordía los labios, estaba nervioso, mirando la carta breve que había escrito. MinSeok seguía en la cama, junto a él, mirando un documental sobre tortugas marinas.

Im/possible Where stories live. Discover now