XXVII. Sí, acepto

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Estaba decidido, ChanYeol hablaría con SeHun. Le confesaría sus sentimientos por BaekHyun finalmente, y le rogaría que no se casara con él. ¿Era una idea estúpida? Claro que lo era. Pero ChanYeol ya no estaba en condiciones de razonar, como cualquier hombre inteligente. Había pasado la noche pensando. Cuando la mañana llegó finalmente, su rostro cansado sólo expresaba dolor.

—ChanYeol... ¿te sientes bien?

El músico estaba tan inmerso en sus pensamientos, que no notó cuando DoYoung se despertó y se sentó a su lado para observarlo con preocupación.

—¿Mhm?

—Luces como si no hubieras dormido en toda la noche. Estás pálido —el chico acercó sus dedos a la mejilla de su novio.

—Estoy bien. Solo nervioso por lo del discurso y todo eso —otra sonrisa fingida—. ¿Crees que SeHun ya se haya levantado? Necesito hablar con él.

Sin esperar a que DoYoung le respondiera, el músico abandonó la cama y salió de la habitación. Se encontraba en el pasillo de aquel lujoso hotel, con piyamas y el cabello despeinado. Los ojos hinchados, los labios resecos, llenos de palabras por decir. Respiró profundamente para darse valor, después cruzó el pasillo, levantó la mano dispuesto a tocar.

—¡Oh! ¡Me asustaste, idiota! —SeHun se llevó una mano al pecho. Abrió la puerta antes de que ChanYeol pudiera tocar —. ¿Qué haces aquí tan temprano?

El empresario empujó un poco a su mejor amigo y se le unió en el pasillo, cerrando la puerta detrás de él. La verdad, lucía peor que ChanYeol. Llevaba el ceño fruncido, a causa del dolor de cabeza. Los cabellos revueltos y el rostro enrojecido.

—Necesito hablar contigo.

—¡Shh! —SeHun se llevó el dedo índice a los labios. Tomó el brazo de ChanYeol, para arrastrarlo unos pasos lejos de la puerta—. BaekHyun tiene un terrible dolor de cabeza. ¿De qué quieres hablar a esta hora?... ¡Dios! Necesito un café y una aspirina con urgencia.

—¡SeHun, no te cases! —ChanYeol escupió las palabras. Sus ojos se abrieron como platos, como si no pudiera creer lo que acababa de decir.

—¿Qué dices, idiota? —SeHun se pasó una mano por el cabello alborotado, una risa breve se escapó por sus delgados labios. Tomó el rostro de ChanYeol entre sus manos y lo miró fijamente—. Nuestras aventuras se han terminado, hermanito, pero nada más va a cambiar entre nosotros. No debes sentirte ansioso por esto. Tú serás el padrino de mis hijos y estarás con nosotros en cada cena de Navidad, celebraremos tu cumpleaños como cada año. Sé que será diferente, pero yo no me iré a ningún lado. Seremos tres ahora, será más divertido.

Las palabras de SeHun se clavaron como dagas en el corazón del músico. Su vista se volvió borrosa, demasiadas lágrimas se habían agrupado en sus ojos, ya no podía contenerse más. El empresario lo envolvió con sus brazos, y le dio suaves palmadas en la espalda.

—Tranquilo, ChanYeol. Estás llorando como un niño... Shh... Shh... Tu hermano está aquí. ¿Sabes?, nunca he sido tan feliz. Debes estar feliz por mí, ¿sí? Tu hermano se casará con un chico hermoso y será amado por el resto de su vida, ¿no crees que eso está bien?

SeHun se alejó un poco y acunó el rostro humedecido por las lágrimas de su amigo. ChanYeol era un desastre. Eso lo conmovió tanto, que no pudo evitar abrazarlo otra vez.

Se quedaron un rato así, a mitad del pasillo. SeHun enternecido, consolando a su mejor amigo. ChanYeol destrozado, ahogándose con las palabras que no podía decir.

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