Capitulo 3

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Michael, Agustín, Ruggero y Jorge son amigos desde que tienen memoria. Vivían en la misma ciudad y habían pasado por cosas similares en sus vidas. Los cuatros con los mismos ideales. A pesar de la edad de cada uno, su especialidad siempre había sido robar. Robar de manera limpia y sin que nadie sospeche sobre ellos. Más que un talento, una habilidad grandísima. Los cuatro, pertenecientes a la mafia más grande del país. La mafia Tentation.

Agustín sacudió las bolsas de dinero. Los billetes cayeron agrupados en grandes paquetes sobre la madera maciza del tablero. Una sonrisa grande se instaló en Agustín. El robo había sido un completo éxito, justo como los cuatros lo habían planeado desde hace muchísimo tiempo.

-Esta...- Ruggero sacó una lata de cerveza del refrigerador.-es porque pudimos contra esos imbéciles. Se los dije, no sería difícil. -tomo de su cerveza dejándola por la mitad.

- En tiempo récord.- le codeó Jorge, que apareció detrás de los tres.- Insuperables.

-El robo del siglo.- le siguió Agustín. - Insuperables.- repitió susurrando, concentrado en ese montículo de billetes que figuraba en el tablero de su viejo departamento.

-¿Han visto las noticias?- preguntó Michael.

-No... seguramente todas las encabezados nosotros.- se burló Agustín, a gusto. Los tres rieron, menos Michael.

- Si imbécil. Las encabezamos nosotros y la maldita cajera que me vio en el banco.- se quejó Michael. Aquello le afectaba, pues era la primera vez que había aceptado dejar ver su rostro por sus víctimas.

- Mierda...no me digas...¿está hablando?

- Más que eso, me está describiendo.- le explicó Michael.

En seguida, tomó las llaves de su viejo Mustang que adornaban su pantalón.

- Si no la quito del camino, va a arruinarme.- gruñó el. Ruggero se rió en su sitio. Su amigo era capaz de cualquier cosa, y eso le enorgullecía de alguna forma. Los tres lo vieron salir del viejo departamento de Agustín.

Explicar lo que era Michael era un completo misterio. Ni siquiera el mismo se conocía. Hace dos años había entrado a rehabilitación por voluntad propia. Era un tipo malo. Perdía el control muchas veces sin necesidad de que alguien lo haya hecho enojar. Era enérgico. Totalmente impulsivo. Frío. Calculador. Egocéntrico. Conocía perfectamente lo que era la vida y lo mal que está jugaba a veces. Por eso, y por muchísimas cosas más, era quién era. Nadie podía con el.

Encendió su auto. Pensó en muchas cosas. El auto avanzó. Mierda, pobre Ana. Ni siquiera se imaginaba lo que le esperaba por haber conocido a aquel tipo en la mañana. Pero se lo merecía. De esa forma lo veía el. Si se metían con el, se hundían. Que lastima. Pensó de nuevo. Pero no sé arrepentía, al contrario, se iba a divertir esa noche. Tal vez ni siquiera matarla haría falta, tal vez Ana podía darle algo mejor a cambio. Ya lo vería. Seguramente no se negaría si metía su gran masculinidad entre sus piernas. Era solo cuestión de pensarlo un par de veces. Por suerte, había estudiado muy bien la vida de cada uno de los trabajadores de ese banco. Conocía sus nombres, sus casas, sus vidas, las personas que lo rodeaban, todo, absolutamente todo. Lo único que no conocía era a ella.

Y la recordó. Y no se detuvo. Al contrario. Siguió manejando al compás de la lluvia que empezaba a caer de pronto. Un recuerdo más. Un ligero recuerdo de ella.

¿Por qué no la conocía?

¿Acaso no los había estudiado perfectamente a todos?

¿Por qué a ella no?

Se le había escapado de una manera increíble. Otra vez. Mojo sus labios con delicadeza. Estaba buena...no podía negarlo, ni lo haría, le había llamado mucho la atención. De tan solo recordar ese culo que adornaba su cuerpo. Maldición, le ponía muchísimo. Cerró los ojos y los volvió a abrir, tratando de no tensarse demasiado. Y detuvo el auto. El primer semáforo de la calle se lo ordenaba. El parabrisas se llenó de varias horas de agua continuas. Michael bajo su ventanilla un poco, necesitaba sentir el aire fresco que la lluvia le ofrecía. Y así lo hizo. Topándose de pronto, con la silueta de una mujer que estaba apunto de cruzar la calle. Encendió los faros de su auto. Y pudo mirarla, era ella.

Tentation (Michaentina) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora