[010] - Dientes afilados

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Cuando Sam ingresó al Grantsburg Memorial Hospital en busca de Garth, debería haber sabido que encontraría a Dean en la habitación del cazador. Estaba contento de verlo pero sabía que Anna no estaría.

Ella apenas podía mirar a Sam en un buen día, ¿qué diablos iba a hacer cuando entrara y viera a Dean de pie junto a la cama de Garth?

Sam suspiró y cerró la puerta de la habitación. —Vi el aviso de John Garth en la red policial —explicó mientras se giraba hacia su hermano—. ¿Tú?

Dean asintió. —Sí. ¿De dónde vienes?

—Nuevo México.

—Bueno, eso es un buen recorrido.

Sam asintió y miró a su hermano con detenimiento. Si pensaba que él era un desastre debido a todo, entonces Dean era un muerto viviente. Parecía que no había dormido en días. O duchado, lo notaba más delgado como si no hubiera estado comiendo. Y no lo culpaba. 

La separación estaba siendo dura para los tres.

Sin embargo, Anna parecía la que peor lo llevaba. Había comenzado a tener trastorno de estrés postraumático y estaba teniendo ataques de pánico a diario. Perdió la cuenta de cuántas veces que la había encontrado parada frente al espejo del baño mirando su reflejo, mientras dejaba el grifo abierto y el agua corría.

Ella durmió sola en la cama de Dean. Y a Sam lo mataba escucharla llorar todas las noches, pero no lo dejaba acercarse. La única vez que le permitió tocarla fue cuando estaba teniendo un ataque y fue solo porque, en esos breves momentos se olvidó de por qué estaban peleados.

Y el problema principal era que ni siquiera parecía que estaba enojada. No le gritaba, ni discutía, ni siquiera lo miraba. De hecho, era como si ella se hubiera rendido. Como si lo hubiera dejado.

Eso aterrorizó a Sam más que su enojo.

—¿Cómo está ella? —preguntó Dean.

Sam podía sentir la tristeza en su cara, Dean tuvo que mirar hacia otro lado. 

—Ella es... ella está realmente mal, Dean. Sigo llegando a casa aterrorizado de que se haya ido o peor. Es como si ya no le importara. Ni siquiera la reconozco cuando la miro.

Dean se pasó una mano por la cara y olfateó mientras una lágrima le caía por la mejilla.

—Tienes que volver a casa.

—No puedo, Sammy.

—¿Por qué no?

—Le dije...

—No, no lo hiciste, Dean —gruñó Sam—. Tú le diste un poco de autocompasión y luego huiste porque eras demasiado cobarde para enfrentarla después de lo que hicimos —Dean lo miró con dureza—. Sabes que tengo razón. Ya no puede hacer ese tipo de basura, no puedes huir de los problemas. No cuando tenemos a Anna. Antes nunca hablamos de nuestros problemas, pero ahora... tenemos una esposa, Dean. Eso significa que no importa cuán malas sean las cosas, no huimos. No podemos hacer eso. Demonios, no tenemos el derecho de hacerle eso. No después de todo lo que ella ha hecho por nosotros. Y te lo digo por experiencia.

 Y te lo digo por experiencia

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entre los hermanos | supernatural¹Where stories live. Discover now