[016] - ¿Crees en milagros?

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Dean gruñó como un animal mientras Sam y Cas luchaban para mantenerlo alejado de Gadreel. Anna estaba de rodillas junto al ángel caído. Se sacó la camisa que estaba usando y la presionó contra la profunda herida sobre su pecho.

Vagamente, oyó que Sam la llamaba pidiéndole ayuda, pero estaba demasiado concentrada y demasiado enojada con Dean, como para preocuparse por mirarlo y mucho menos tocarlo para calmar la marca. En lo que a ella respecta, Sam y Cas podían tratar con él.

Y lo hicieron.

Anna salió del búnker en el momento en que arrastraron a Dean fuera de la habitación. Gadreel se inclinó pesadamente contra su cuerpo y los dos caminaron tambaleantes hacia su auto. La sangre se filtró a través de camisa y goteó por su brazo.

Pudo haber sido mejor para él quedarse en el búnker, pero la pelirroja había perdido toda la confianza en Dean. Había llegado a un punto en el que ni siquiera podía saber qué le pasaba. Lo que él quería. O cómo reaccionaría ante cualquier cosa. Era demasiado impredecible. 

Inestable.

Era demasiado peligroso incluso para ella.

No llegaron muy lejos, Gadreel estaba perdiendo demasiada sangre para poder llegar al motel más cercano. Así que se detuvieron al costado de una calle y Anna lo ayudó a tenderse en la hierba. Llamó a Cas en busca de ayuda, solo para descubrir que él y Sam ya estaban en camino.

Entonces, se quedó con Gadreel hasta que llegaron. Estaba casi inconsciente y tenía problemas para concentrarse. Acunó su cabeza en su regazo y acarició su cabello mientras le hablaba sobre cualquier cosa que se le ocurriera.

Solo quería mantenerlo despierto.

Cuando finalmente llegaron, fue otra lucha conseguir que permitiera que Cas lo sanara. Pero ella lo convenció. 

El color regresó a la cara de Gadreel justo cuando se vaciaba de la de Cas.

****

Convocar a Crowley a la trampa del demonio en el calabozo y no matarlo fue una de las cosas más difíciles que Dean tuvo que hacer ese día. La marca ardió al ver al rey, pero tenía asuntos más urgentes.

Asuntos que eran más importantes que matar a Crowley. Anna, por ejemplo, y lo que sea que le estaba pasando.

La nariz de Crowley se arrugó mientras miraba alrededor de la mazmorra. —¿Qué es ese olor?

—¿Qué demonios me está ocurriendo, hijo de puta? —preguntó Dean, su voz mucho más temblorosa de lo que le gustaría que fuera.

Crowley enarcó una ceja. —Licor antes de cerveza, ¿un mal taco? ¿Cómo podría saberlo?

—¡No puedo detenerlo! —se quejó Dean—. Desde que maté a Abaddon, es... es como toda esta otra cosa. Tengo este impulso, y necesito matar. Quiero decir, de verdad necesito matar. Y si no lo hago...

—Vomitas tus tripas. Es la marca.

Dean tragó saliva. —¿Qué significa?

Crowley se encogió de hombros como si la respuesta fuera obvia. —Quiere que mates. Cuanto más mates, mejor te sientes. Cuanto menos mates, peor te sientes.

—¿Cuánto menos mejor?

—Uno imaginaría lo peor.

Dean asintió. —¿Entonces muerto? Bueno, Caín tenía la marca. Él no murió.

—Caín era un demonio. Tu cuerpo no tiene la fuerza suficiente para contener el poder de la espada.

El miedo envolvió el corazón de Dean y se tensó más con cada palabra que salía de la boca de Crowley. —¿Qué hay si me deshago de ella?

entre los hermanos | supernatural¹Onde histórias criam vida. Descubra agora