Capítulo 1

29.5K 1.2K 678
                                    

¡Bienvenidos a todxs! Espero que les guste esta historia. La escribo con todo el cariño del mundo, y es mi primera vez aquí. Todos los derechos reservados, es 100% mía. 

Os invito a que comentéis todo lo que queráis, porque tampoco sabré si os está gustando para continuar. Actualizaré muy seguido. 

 En esta historia he de avisar de que hay SMUT y algunos de los personajes son ficticios, por lo tanto, no están presentes en la vida real de las chicas. 

¡¡¡DISFRUTEN!!

Narrador Omnisciente durante toda la historia.

Podía sentir el sonido del motor taladrando sus oídos. Y no, no se debía precisamente al hecho de que su coche fuera un Ferrari a punto de comerse la ciudad, más bien se trataba de un Chevrolet Malibú 1982 más desgastado que su pelo, y eso era mucho decir. Pero para qué mentir, adoraba su maldito coche. Fue un regalo de su padre antes de morir, y, la historia no esconde detrás ningún tipo de detalle dramático ni melancólico, simplemente fue la primogénita.

El tráfico era notorio a esas horas de la mañana. La gente corría de un lado a otro evitando llegar tarde al trabajo, al igual que ella, que dedicaba pisotones al acelerador gastado provocando un camino de humo a su paso. ¿Por qué siempre tenía que pasarle lo mismo? Doblaba la esquina a escasos cinco minutos de las ocho, y llegaba jadeando al vigésimo sexto piso como si hubiera hecho una maratón. Hasta que por fin aquella mañana lanzó sus cosas en el escritorio de cristal transparente. Suspiró. A veces se preguntaba por qué era incapaz de controlar su vida, era un completo desastre. Dedicaba su coetáneo tiempo a trabajar para una prestigiosa compañía de moda en Nueva York, y no podía simplemente levantarse a tiempo. Sus amigos siempre decían que en su interior albergaba dos tipos de personalidades: una destinada a hacerse cargo de su vida personal, y otra para las situaciones importantes, entre ellas, su trabajo.

- Buenos días – se oyó de pronto.

Camila levantó la mirada aun recomponiéndose de su carrera desde el aparcamiento. Se recolocó la ropa en un intento de aparentar mayor seriedad, y sonrió vagamente.

- Buenos días señor Jauregui – y casi simuló una reverencia.

- Señorito, Camila – advirtió – le tengo dicho que ese nombre lo reserve mejor para mi anciano padre – y le guiñó el ojo.

Camila en ese preciso momento quiso vomitar justo encima de sus zapatos de charol negros. El continuó su desfile hasta abrir paso hacia el despacho principal, como si las puertas de aluminio se abrieran a su senda. Con su cabello rubio corto perfectamente diseñado; sus ojos color miel y su esmoquin de prada ajustado a su figura atlética. "Menudo pedazo de idiota" pensaba ella. Le odiaba. Le detestaba. Era el prototipo de persona al que ella simplemente escupiría en la cara al pasar a su lado. Pero claro, todo este tipo de ideología cambia ciertamente cuando se convierte en tu puñetero jefe. Aunque... no exactamente.

- ¿Acaso le miras el culo al hermano de la presidenta?

Aquella voz chillona la hizo saltar de su silla. Mierda, casi pensó que pudieron leerle la mente y que querrían llevársela esposada por faltar el respeto a tal personaje importante.

- Dinah, ¿qué haces aquí? – preguntó nerviosa.

- Me han mandado a traer el papeleo de las nuevas modelos, ¿puedo pasar? – titubeó – o, ¿la reina está demasiado ocupada?

Camila suspiró. Su amiga trabajaba en la planta número siete del edificio. Se encargaba de casi todo el papeleo que tenía que ver con la imagen, los contratos, la publicidad y las sesiones fotográficas. Pura burocracia. Y honestamente, ella nunca lo entendió. Se conocían desde la universidad, y Dinah siempre fue un alma rebelde, una de esas que imaginas en lo alto de un escenario destrozando guitarras, y no con el trasero sentado en una silla durante ocho horas diarias. Sin embargo, ambas decidieron en algún momento que optar a un puesto en la famosa compañía Jr's Trendings, juntas, era una increíble idea. A fin de cuentas, estudiaron Marketing, Comunicación y Dirección de Empresas, y lo remataron con un máster en algo relacionado con la tendencia y la moda, ni siquiera lo recuerdan porque se pasaron la mayor parte del tiempo borrachas. Permanecieron así durante un año, hasta que en un acto involuntario e inesperado, Camila fue trasladada al último piso de la mayor infraestructura existente en más de veinte manzanas alrededor. Lo raro fue, que el vigésimo sexto piso pertenecía única, y exclusivamente a la abeja reina: Lauren Jauregui, la directora suprema de la compañía. Hermana mediana de la familia Jauregui, con tan solo veintiocho años, heredera de la línea de ropa de su abuela Jauregui's Industry, líder de ventas en todo el país, una de las empresarias mayor cotizadas de la historia, y la mujer más arrogante y egocéntrica que Camila tuvo la desgracia de conocer. Y sí, ella era su puñetera secretaria.

Sweet Hell I [Camren] [Terminada]Where stories live. Discover now