Sweet Hell I [Camren] [Terminada]

Capítulo 26

Hooooooooola, pensaba que no podría escribir hoy, pero al final he sacado un hueco y no quería dejaros sin capítulo.

Así que... espero que estén preparadxs porque esta parte es muy muy intensa. Se acabó lo bueno, get ready for the drama!!

¡¡¡DISFRUTEN (SI PUEDEN) Y COMENTEN! Les adoro🌹🌹🌹🌹🌹

Narrador omnisciente durante toda la historia

Podía oír el zumbido del motor inundando sus sentidos. El aire acondicionado ronroneando en el ambiente ayudaba a paliar la ola de calor que se había desatado al partir de Miami temprano. Contar con un avión privado en aquellas circunstancias ayudaba a pasar el mal trago. Lauren trató de relajarse en su asiento, observando las vistas por la ventana y sintiéndose imponente. Siempre se creyó la reina de todo aquello que sobrevolaba, pero últimamente la sensación crecía en sus entrañas. Y no, no solo precisamente porque se tratara de una As en los negocios, sino porque suelen decir que el amor derriba barreras, y así es precisamente como se sentía bajo la mirada penetrante de su mujer frente a ella. Camila permanecía con las piernas cruzadas, siendo estas contorneadas por unos jeans oscuros, un suéter beige en la parte superior, y el pelo despeinado. Había dedicado la primera media hora de viaje a observar a la directora sin decir una palabra. De vez en cuando, se recolocaba un mechón de cabello tras la oreja, y sonreía tímidamente. ¿Cómo aquella mujer podía ser la misma que la pasada noche le rogaba a los cuatro vientos que se la follase una y otra vez? Si algo amaba Lauren de su esposa, era su capacidad para ser dulce y traviesa al mismo tiempo. Y también, esa sensación de ahogamiento que le provocaba estar bajo el foco de su mirada chocolate. Tan solo ella era capaz de provocarle tales sentimientos. Y además, tan solo a ella se lo permitía.

El móvil dio un fuerte brinco en su mano derecha, despertándola de sus pensamientos. No se había despegado del aparato, pues la nueva temporada había comenzado, y aquello solo podía significar una cosa: se desataba una simulación de guerra civil. La compañía necesitaba asesoramiento las veinticuatro horas, y Lauren era una directora muy exigente, nadie movería un dedo sin su consentimiento. Las vibraciones procedentes de su teléfono desde muy temprano aquella mañana, corroboraban que era cierto. Suspiró fuertemente.

- ¿Todo bien? – aquella voz tenue provocó que elevara la vista.

- Sí... la compañía, la temporada otoño-invierno... - se llevó ambas manos al cabello – ya sabes, estoy jodida.

Camila asintió, se relamió los labios, y en un acto cargado de lentitud y sensualidad, se levantó de su asiento para caminar hacia Lauren y colocarse a horcajadas sobre ella. Rozó sus mejillas con ambas manos incitándola a conectar sus miradas, y le sonrió de forma tranquilizadora.

- Camila... de veras tengo que responder – decía al mismo tiempo que sonaba de nuevo.

- ¿Estás segura?

Lo estaba. Al menos hasta que la mujer que le quitaba el aliento se sentó sobre ella con intenciones de hacerle perder el juicio. Y si no era así, al menos lo estaba consiguiendo.

- Te quiero – dijo sin más. Qué bien sonaba...

- Yo también te quiero Camila.

- Lauren... - añadió entonces, susurrando casi sobre sus labios – si tú estás jodida, yo también quiero estarlo – pudo sentir a la otra tragar saliva a causa del momento – así que... por qué no dejas el teléfono un segundo, ¿y me jodes a mí de una vez?

Lauren se atragantó con su respiración rápidamente. Su centro le transfirió una fuerte descarga que llegó hasta sus pezones, los cuales se pusieron duros como piedras. Camila se mordió el labio, esperando una respuesta. ¿Cómo podía ser tan jodidamente sexy? Y peor, ¿en qué maldito momento se enamoró de ella? No aguantó más la presión y la besó de forma desesperada y hambrienta. Aquello acabó muy mal... con mitad de la ropa esparcida, marcas en el cuello, orgasmos interminables, Camila contra la pared gimiendo sin parar, y Lauren perdiendo el control, por primera vez, de las riendas de la compañía. Ambas desearon que aquel vuelo durara eternamente. Y, si hubieran sido conscientes de lo que les esperaba al aterrizar, hubieran preferido encerrarse en la burbuja del avión para siempre.