Capítulo 12

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¡Hola, hola! ¿Qué tal va la semana? Espero que genial. Aquí estoy de nuevo, con ganas de escribir para ustedes. Muchísimas gracias a todxs por los ánimos, de verdad, me motiváis a seguirrrrr 💜💜

Y sin más dilación, espero que disfruten del próximo capítulo...

Narrador omnisciente durante toda la historia

Camila tropezaba con todo el mundo, estaba viviendo uno de los momentos más agobiantes de toda su vida, y su inestabilidad física provenía de lo más adentro. Al igual debido al orgasmo de antes, o porque el golpe que la trajo de vuelta a la realidad fue tan fuerte, que rebotó como una escopeta. El caso es que se abría paso entre la multitud después de haber hecho una parada en el baño con el fin de amortiguar su aspecto, con un remojón bajo el agua y un poco de maquillaje. Sin embargo, fue en vano: su rostro gritaba sexo por todas partes. Quería que la enterraran viva. No, quería cavar su propia tumba y enterrarse ella misma. Pero por dios, ¿en qué estaba pensando? Los meses de abstinencia sexual hablaron por ella y se dejó llevar, eso, y las maravillas que hacía Lauren con su lengua... espera, ¿qué? "No, no, mierda".

De pronto, inmersa en sus pensamientos, chocó fuertemente contra alguien.

- Oh dios... - apenas le salía el habla - lo siento mucho, de veras, es que... - señaló hacia delante - tengo que...

- Oye, tranquila - la voz sonó dulce - lo cierto es que te estaba buscando.

Camila elevó la vista por fin para toparse con unas pupilas marrones de lo más cautivadoras. ¿Es que todo el mundo había firmado un maldito contrato para tener semejantes ojos? Estaba harta de sentirse pequeña frente a una simple mirada. Aquella en concreto, transmitía tranquilidad. Nada comparado con la arrogancia de su prometida, la prepotencia de Chris, o peor, la maldad de Marcos. Aquella chica sonreía con los ojos, formando un hoyuelo de lo más adorable a los lados. Le tendió la mano acto seguido para que la latina pudiera ponerse recta, y fue entonces cuando la reconoció: Amelie Jauregui, hija pequeña de la familia. Su cabello castaño claro no muy largo, enredado en una coleta despreocupada y su piel más morena de lo que esperaba. Vestía unos leggins oscuros realzando sus piernas, y una elegante blusa con brillantes en el escote. Podía verse un tatuaje asomar en su muñeca izquierda, además de unos tacones que Camila pudo reconocer de una tienda del montón, nada de marca. Todo normal.

- ¿Me buscabas a mí? - respondió por fin la aludida.

- Ajá - y sonrió con sinceridad - tenía que conocer a la famosa prometida de mi hermana.

- Claro...

- Soy Amelie, encantada de conocerte - y le tendió la mano.

La otra la estrechó aún aturdida, no podía parar de pensar en lo que acababa de ocurrir en el piso de arriba. Era incapaz de concentrarse. No solo se acostó con Lauren, o dejó que ella lo hiciese... sino que para colmo, lo hizo en mitad de un evento tan importante. ¿Alguien las habría visto? o peor, ¿escuchado? Aunque tampoco debería preocuparse demasiado, se supone que se iban a casar. Y la gente teóricamente enamorada tiene sexo a montones, ¿no?

- ¿Estás bien? Parece que hayas visto un fantasma.

- ¿Qué? - volvió en sí - oh... sí, lo siento, es que aún no me acostumbro a todo esto.

- Dímelo a mí - y sonrió buscando alrededor con la mirada - ven, te llevaré a un sitio.

La condujo entre la gente hasta traspasar una puerta de cristal inmensa y cerrar a su paso. Se encontraban en un gigantesco balcón con unas amplias vistas de Manhattan. Las luces de la ciudad realzaban la intensidad de la noche y el tráfico podía divisarse a pesar de encontrarse a una elevada altura. Por fin pudo coger aire fresco y comenzar a respirar hondo. Sintió de pronto una llama encenderse, y Amelie capturó el humo entre sus labios:

Sweet Hell I [Camren] [Terminada]Where stories live. Discover now