Sweet Hell I [Camren] [Terminada]

Capítulo 8

Este capítulo se lo dedico a @MayolchVermisseDich por sus ánimos y sus comentarios, muchas gracias!!

Ahora... ¡A disfrutar! Subiré otro capítulo dentro de un rato, que tengo ganitas de escribir.

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Narrador omnisciente durante toda la historia

Llevaba toda la mañana transcribiendo balances del último mes. Odiaba ese día, y honestamente su estado de ánimo no acompañaba a la causa. No había levantado el trasero de la silla en tres horas, y aquello comenzaba a agobiarle. Así que, casi agradeció el sonido de las puertas del ascensor abriéndose y el taconeo que le seguía. Lauren hizo su aparición luciendo un vestido de seda negro hasta los tobillos, de asillas y tapado hasta el pecho. Camila no alcanzaba a entender cómo podía mostrarse impecable las veinticuatro horas del día, incluso cuando la veía despertar somnolienta a la seis de la mañana. Tras los acontecimientos de la última noche, no se habían dirigido la palabra. La joven latina escuchó la puerta de "su casa" cerrarse a altas horas de la madrugada y algún que otro ajetreo en el baño principal. Salió corriendo temprano como de costumbre a trabajar y no tuvo tiempo de enfrentarse a su jefa. Tragó saliva cuando la notó pasar por su lado:

- Buenos días – susurró tímida.

Para su sorpresa, Lauren siguió de largo ojeando su Iphone como si no estuviera y cerró la puerta del despacho de un portazo. Vale, estaba cabreada. Camila sabía que probablemente se había pasado, teniendo en cuenta que ella tan solo quiso prestarle su ayuda. Pero nadie entendía que aprendió a cerrarse en banda de aquella manera, no sería capaz de avanzar a pasos firmes si no era así. Aunque, el recuerdo vago de la expresión preocupada de la directora de la compañía la hacía sentir culpable. Mierda, era una blandengue. Le echó valor y se levantó de un tirón acomodando su vestimenta. Cogió aire y dio dos toques:

- ¿Se puede?

No obtuvo ninguna respuesta. Vaya una pieza dura de roer aquella mujer...

- Lo tomaré como un sí – y cerró tras ella.

Lauren permanecía observando la pantalla de su ordenador aparentemente concentrada. Pero más bien se dedicaba a ignorarla.

- Oye... estaba pensando que – dudó, esto era más difícil de lo que creía – podríamos comer juntas después del trabajo, ¿qué te parece?

Y más silencio, aquello comenzaba a ponerla nerviosa. Dio un par de toques nerviosos con su pie sobre el suelo, se mordió el labio, y en un acto impulsivo, se acercó rápidamente a ella por encima de la mesa elevándole la barbilla y encontrándose con sus pupilas desorbitantes. No contó con el ligero detalle de sentirse flaquear al mirarlas:

- Puedes, eh... - dios, otra vez no Camila – al menos, ¿hacer como que me escuchas?

- ¿Qué es lo que quieres Camila? Estoy ocupada.

- Vale, está bien – elevó ambos brazos – lo siento mucho, ¿de acuerdo? Soy una idiota antipática que la paga con el primero que se pasa por delante cuando se enfada. No debería haberlo hecho, no tenías la culpa. ¿Contenta?

Y vaya que lo estaba, Lauren curvó sus labios lentamente esbozando una sonrisa satisfactoria. Inmediatamente volvió a convertirse en aquella mujer intrigante, pero con una pizca de dulzura. Mordisqueó su bolígrafo de forma sensual y la escaneó con la mirada.

- Ya era hora – susurró.

- Oh dios... ¿de veras vas a ponerte en plan moralizadora?

Intentó no hacerlo, de veras, pero finalmente Camila no pudo evitar sonreír. La conexión repentina que sentía con su jefa era jodidamente complicada de explicar. Era como si, como si se conociesen de hace tiempo. Como si en un par de semanas consiguieran encajar como un maldito puzle y entenderse a la perfección. Y sí, eso la agobiaba de manera sobrenatural.