Capítulo 23

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Hooooooooola lindxs, ¿cómo están? Yo SUPER feliz de estar un día más escribiendo para ustedes. De verdad que puede parecer que os hago la pelota, pero es que en serio AMO leerles, me encantan sus teorías y la intensidad con la que viven la historia, me dan un empujón para saber que tengo que seguirrrrr.

Me he dado cuenta de que ni siquiera os dije mi nombre... así que, ¡¡Hola a todxs! Me llamo Julia, encantada de compartir con ustedes 💜💜💜💜💜

Me alegro MUCHÍSIMO  de que os haya gustado el anterior capítulo, tenía infinitas ganas de que lo leyerais. Y si queréis saber un secreto... yo también lloré escribiéndolo 😥

La cosa se va poniendo turbia... no quiero alarmarles, pero pónganse los cinturones, que se avecinan curvas🔥

Y ahora... ¡¡¡DISFRUTEN MIENTRAS PUEDAN Y COMENTEN, QUE ESTO SE VA A CALDEAR!!! 🌹🌹🌹

Narrador omnisciente durante toda la historia

Ciertamente odiaba volar. Cuando era pequeña, mientras viajaba de vacaciones a Miami, su acompañante de vuelo sufrió un ataque de ansiedad. Y no, no de esos en los que con un par de respiraciones profundas vuelves en sí. Más bien, de esos en los que acabó desmayándose sobre los muslos de Camila, una cría de diez años que tan solo pudo limitarse a gritar. Desde entonces, odiaba volar. Detestaba la sensación de tanta gente cerca, las paredes se cerraban en torno a ella, y cualquier sonido proveniente de los pasajeros conseguía ponerla alerta. Sin embargo, tuvo que acostumbrarse a causa de su profesión y de la lejanía familiar. Poco a poco, los temblores que surgían en su cuerpo a medida que avanzaba hacia el aeropuerto, iban desapareciendo. Para su suerte, Camila ya se encontraba en el interior de un taxi rumbo al Hospital Central de Lo Ángeles. Descansaba sobre el asiento, observando el paisaje y percibiendo sensaciones que ya creía perdidas. Aquel lugar le recordaba a su infancia, a su padre, y a lo feliz que llegaba a ser viviendo en una añorada ignorancia. Amelie permanecía a su lado, con una sonrisa plasmada en el rostro y la tranquilidad que emanaba. Aquella mañana lucía diferente, apenas había formulado palabra, y sus pupilas se mostraban tristes. Camila se preguntaba qué le habría pasado. Si supiera...

- Hemos llegado – dijo el hombre despertándola de sus pensamientos.

Pagaron lo debido y se deslizaron fuera del vehículo. Ante ellas, una enorme infraestructura de paredes blancas y cristaleras enormes las recibía. Se miraron, cómplices, y decidieron abrirse paso hacia la entrada. El personal sanitario corría de un lado a otro, aquel lugar era tan inmenso, que les costaría acceder hasta su objetivo. Llegaron por fin a la planta número ocho, y se acercaron al mostrador más cercano:

- Buenos días – exhaló Camila – buscamos al doctor Jason Triler.

La mujer las ojeó sin pudor y meditó la propuesta durante un segundo.

- ¿Tienen cita?

- No venimos por ningún tema médico, más bien es personal.

- El doctor Triler está muy ocupado.

Amelie se humedeció los labios y armó toda la artillería:

- Llámelo y dígale que han venido a verle los Jauregui. Nos dejará pasar – y sonrió autosuficiente.

Finalmente hizo lo que le pedían, y como imaginaban, el hombre no pudo negarse. De seguro los huevos se le atascaron en la garganta al oír aquel apellido. La mujer de recepción, rubia y vestida de bata blanca, las condujo por un largo pasillo hasta la puerta de un despacho. Ambas se armaron de valor, no sin antes asentir casi simultáneamente:

- ¿Preparada? – preguntó la menor.

- Créeme que sí, acabemos con esto de una vez.

Y dieron dos toques. El lugar era amplio, con innumerables estanterías llenas de medicamentos y objetos que no alcanzaban a reconocer. Justo enfrente, un escritorio de cristal con papeles esparcidos, y un ordenador semi abierto. Y tras este, un ventanal que permitía apreciar las vistas de la ciudad californiana a la perfección. El hombre carraspeó.

Sweet Hell I [Camren] [Terminada]Where stories live. Discover now