Sweet Hell I [Camren] [Terminada]

Capítulo 3

¡Hola de nuevo! Espero que les esté gustando lo poco que han leído. Estaría bien que votaran o comentaran para yo motivarme un poquito y seguir la historia. Un abrazo!!

Narrador omnisciente durante toda la historia

Camila se daba golpecitos con el volante en la frente. Llevaba veinte minutos en el asiento del piloto de su Chevrolet, en el aparcamiento de la compañía e incapaz de mover un músculo. Quería olvidarse de lo que había pasado. Quería dar marcha atrás y no haber pisado nunca aquella empresa. ¿Es que la gente se había vuelto loca y ella era la única cuerda en la faz de tierra? Nunca imaginó casarse, no por amor, y muchísimo menos por conveniencia. Y por dios, diez mil veces menos por conveniencia unilateral, o es que aquella mujer creía que con el dinero se solucionaba todo. ¡Qué le vio en su actitud para proponerle tal cosa!

Una hora antes...

El silencio se mantuvo durante varios segundos. Hasta que por fin Lauren volvió a retomar la palabra:

- Sé que puede parecer una locura – dijo, con tranquilidad – pero se tratará de un mero acuerdo que nos beneficiará a ambas.

Camila permanecía con la boca abierta. Estaba en completo shock. ¿De veras había escuchado las palabras casarse, y conmigo, en la misma frase?

- Es... - no le salían las palabras – tiene... - sonrió con nerviosismo – tiene que ser una broma. Lo es, ¿cierto?

Ambas dos que permanecían frente a ella se miraron, y negaron al mismo tiempo.

- ¿Me dejarás un momento para explicártelo?

- ¿Acaso tengo otra opción? – y volvió a reír.

Parecía que iban a ingresarla en una clínica psiquiátrica con algún brote de paranoia. Sus pupilas se encontraban dilatadas, y era incapaz de decir más de cinco palabras seguidas.

- Verás... - Lauren carraspeó – como bien has escuchado, aunque no debería haber sido así, mi hermano intenta deshacerse de mí. Nunca aceptó que mi padre me pusiera al mando de la compañía siendo él el primogénito, y busca cualquier excusa para sacarme del camino – hizo una pausa, como si recordase – estoy a punto de firmar el acuerdo más importante de mi vida con una cooperativa de Mónaco. Si lo consigo, podré sentarme en la mesa redonda como representante de la junta directiva americana de la moda estadounidense. Es el mayor puesto al que podré aspirar en toda mi trayectoria como empresaria.

Pausó, como si esperase alguna interrupción. Sin embargo Camila estaba dispuesta a escuchar hasta el más mínimo detalle de aquella surrealista situación.

- Mi mala fama a nivel... - dudó – recreativo – y sonrió, burlona - no me ayuda con este propósito. Y mi hermano Chris lo sabe, y lo usará en mi contra. Mi padre no suele enterarse de la mayor parte de los cotilleos de la ciudad, pero él se encargará personalmente de que así sea. Y es posible, que no sea capaz de acceder a nada de lo que me propongo si mi padre toma cartas en el asunto. Su influencia puede ser muy persuasiva.

- ¿Y qué mierda tengo yo que ver en todo eso?

Camila lo soltó sin más, sin recordar que se encontraba frente a la que era, al menos por ahora, su jefa, y que nunca jamás se atrevió a decir una mala palabra ni a cinco metros de distancia de ella.

- Necesito terminar con los rumores sobre mi forma de vida – continuó con ambos brazos cruzados sobre la mesa – necesito que tanto mi familia, como las revistas, como la junta de admisión crea que he sentado cabeza. Necesito casarme.

Y de pronto, sin darse cuenta, la latina soltó una risa sonora. Es que no daba crédito.

- ¿Y por qué no se busca a alguien a su altura?