XXV: Fiebre

43.1K 3.1K 411
                                    

Tito se había quedado dormido junto a su madre, pero Ivanna no podía hacerlo, estaba tiritando.

—¿Qué tienes ahora? —le preguntó con fastidio.

—P-Puedes ir-te ahora que T-Tito s-se durmió.

—¿Y dejarte sola con él así? Ni de broma.

Ella se abrazó a la almohada temblando, no quería despertar al niño.

Bufó con cansancio, y se acercó a la cama. La destapó, y ella lo observó atónita.

—¿Q-Qué haces?

La tomó por debajo de los muslos, y la espalda, y caminó con ella hasta el baño.

—N-No necesi-tas hacer es-to por m-mi.

—No lo hago por ti, lo hago por Tito.

Abrió el grifo del agua caliente de la ducha, y luego de comprobar que el agua tuviera una buena temperatura, bajó a Ivanna.

—Métete.

Ella no dijo nada, solo lo hizo, abrazándose a sí misma.

El rubio se acercó a la puerta del baño, y la cerró, para luego volver con ella.

—Lévante los brazos.

—No ¿Por qué?

—Te quitaré la ropa.

—N-No.

—No te pregunté si querías —le dijo tomándola de los brazos.

—No, suéltamente.

—No hagas esto más difícil.

—Vicent, basta.

La tomó con fuerza, y ella jadeó, comenzando a sollozar. Fue entonces que notó que había sido muy brusco.

—¡Eres un animal! —sollozó mirando las marcas que le había hecho en los brazos—. ¿Y así querías que saliera contigo? ¡¿Qué te hice para qué me detestes tanto?! ¡Siempre cumplí con todos tus caprichos! —lloró amargamente—. Hice todo lo que querías, me acosté contigo tantas veces sin quererlo, ¡¿Qué más quieres de mí?!

—¡Que seas solo mía! —le gritó tomándola de los hombros, asustándola—. Todo estaba bien, hasta que esos tipos comenzaron a fijarse en ti. Estás arruinando mi carrera.

—No sé de que hablas, pero no es mi culpa.

—Sí lo es, tú los seduciste.

—Son todos unos enfermos —Sollozó—. Y tú no eres mejor que ellos. Me ves como un pedazo de carne, un objeto de tu propiedad.

—¿Recuerdas lo que me dijiste antes de enterarte que estabas embarazada de Tito?

—Y-Yo sólo... Estaba impresionada por ti.

—Pusiste en nuestro acuerdo que estaban prohibidos los besos.

—Sí.

Negó con la cabeza, tomándola del rostro.

—Me equivoqué, yo... Sé que no soy bueno para ti, o tu hijo.

—Estás enfermo, Vicent —lloró con pesar—.   Por favor vete, vuelve a tu vida. Muchas mujeres querrían de tu atención.

Apoyó su frente contra la de la castaña.

—Pero solo tú, tienes a mi hijo.

—Cualquiera podría darte un hijo —le dijo cerrando los ojos, llorando en silencio—. Vete.

—Yo sólo quiero que seas tú.

—Vicent.

—Bebé —le dijo robándole un beso—. Perdóname, sólo quiero estar contigo —pronunció besándola de nuevo.

—Suéltame —sollozó intentando soltarse de él.

Pero Vicent la tomó del rostro, besándola igual.

—Quiero otro bebé, esta vez estaré a tu lado, amor.

—No, no, no —le dijo en un tono desesperado—. Para Vicent, escúchame.

Se alejó un momento de ella, ambos ya estaban mojados.

—¿Qué?

—Y-Yo estaré contigo —pronunció con temor—. Pero necesitas ir a un profesional.

—¿Profesional? ¿De qué hablas? —sonrió.

—Estás enfermo.

...

¡Malvadas! Yo debo trabajar, ahora sí a dormir 😘💖💕❤ Sayla las ama, pero sin dinero, no hay internet jajaja

(Ojalá volvieran esos tiempos 😔)

¿Sugar Daddy?Where stories live. Discover now