XXVI: Miedo

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—Señor Von Preusser, lo que usted tiene, es un tumor en el cerebro.

Abrió sus ojos aturdido al escuchar aquello, sintiendo... Que con aquel diagnóstico, su vida se terminaba.

—¿Un tumor? ¿Es grave? —preguntó Ivanna, ya qué el parecía muy afectado para reaccionar.

—Lo es, pero tomando las medidas adecuadas, podría ser operable.

—Moriré —susurró en un tono ido.

—Por supuesto que no, no lo harás ¿A caso no oyes lo que dijo el médico?

—No soy sordo, Ivanna. Escuché bien —le dijo con rabia, poniéndose de pie—. Venir aquí no sirvió de nada —pronunció saliendo del consultorio.

El médico suspiró, y observó a la joven castaña.

—Su comportamiento agresivo, se debe en gran parte a la accion del tumor sobre su lóbulo frontal. De todos modos, recomiendo que comience sesiones con un psicólogo. Además, le haré una orden para su tratamiento. Si logramos que el tumor se reduzca, podremos operarlo.

—De acuerdo, le comunicaré esto a uno de sus familiares más cercanos.

—¿No es usted su esposa? —preguntó con confusión el médico.

—No, sólo la madre de su hijo.

-o-o-o-o-

Había terminado de hablar con el médico, y salió, buscando a Vicent, esperando que no se hubiera ido sin ella.

Y en uno de los pasillos, lo encontró sentado en una banca, mirando hacia abajo.

—Conozco a un psicólogo, él-

—Yo no estoy loco, no necesito esa mierda.

—Escucha Vicent, la mejor forma de hallar solución a un problema, es aceptándolo, afrontándolo. Si te niegas a comenzar con el tratamiento, no podrás curarte. Tienes un tumor en el cerebro, pero es tratable. No es el fin.

—¿Y para qué? Lo perdí todo, los sponsor, las peleas... Consideran que ya estoy viejo para seguir. No tengo más nada.

—Tito, él es muy pequeño para perder al cobarde del padre. Y si no pensabas estar a su lado, hubieras pensando antes de entrar en su vida.

—Él se merece otro tipo de hombre como padre.

—Me importa una mierda lo que tú piensas, ¿Oiste? —le dijo tomándolo de los hombros, provocando que la mirara—. Sé que mi hijo no se merece una basura como tú, pero tú eres su padre, él te quiere a ti.

—Déjame en paz —pronunció soldándose de su agarre—. Yo decido morirme como quiera.

—¿Sabes qué eres Vicent? ¡Un cobarde! ¡Un cobarde miedoso!

—¡Cierra la boca! —le gritó tomándola del cuello—. ¡Tú no eres quien se está muriendo!

—Entonces actúa como hombre por primera vez en tu vida ¡Y afronta tu problema!

—Tú no eres nadie para hablarme así —gruñó.

—¿Quieres pegarme, Vicent? ¡Hazlo! ¡Demuestra una vez más lo cobarde que eres!

Apretó su puño con rabia, y... La soltó, estaba siendo un estúpido.

—Lo siento —le dijo en un tono bajo, arrepentido, abrazándola—. Lo siento Iva. No sé que pasa conmigo, lo siento.

—No puedes seguir así. Si no te importa luchar por ti, entonces hazlo por mi hijo. Se que él te importa mucho menos que un desconocido, pero... Para él eres muy importante —pronunció lo último en un tono ahogado, al borde de las lágrimas—. Por favor, hazlo por él.

...

¿Sugar Daddy?Where stories live. Discover now