XXXIX: ¿2x3?

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—Ah, demonios —jadeó despertándose, al sentir fuertes contracciones—. T-Tito, hijo —llamó al niño, intentando despertarlo.

Pero si algo tenía el pequeño rubio, era el sueño pesado.

Salió de la cama como pudo, y rodeó la cama, tomando su celular que estaba del otro lado.

Apretó sus dientes, mientras marcaba el número de Vicent.

"—Iva, ¿Estás bien? ¿Qué pasa?" —preguntó preocupado.

—N-No, necesito i-ir a la clínica... Creo q-que van a n-nacer.

"—¿Qué? ¿Ya? D-De acuerdo, tranquila, respira, ya estoy saliendo para allá. No te pongas nerviosa, solo-"

—Se como es esto, Vicent —siseó con dolor, apretando los dientes—. Sólo procura llegar cuanto antes.

Cortó la llamada, y sacudió suavemente a su hijo.

—T-Tito, despierta por favor... T-Tenemos que i-irnos.

-o-o-o-o-

Caminó de un lado hacia el otro, cargando a su ahijado contra su pecho, quien estaba durmiendo. No había forma de despertar al pequeño niño.

—Oye, ¿quieres que lo cargue? Te dolerá la espalda.

Miró insegura al muchacho.

—Gracias, pero estaré más tranquila si lo tengo yo.

—Oye, soy su tío. No es como que lo vaya a secuestrar —sonrió Leo.

—Sí, creo que tienes razón —le dijo Fiana pasándoselos.

—Ven aquí, pequeño oso.

—¿Oso? —le preguntó sobándose los brazos y hombros cansados.

—Por lo dormilón —le dijo divertido, guiñandole un ojo.

-o-o-o-o-

Estaba más nervioso que ella, sin saber que hacer, como ayudarla.

—¿Puedo tomar tu mano? —le preguntó bajo.

Ella asintió con la cabeza, tomándola.

—Muy bien mamá, tranquila, pronto conocerás a tus bebés —le dijo sonriendo su obstetra.

—Sí —pronunció nerviosa.

Levantaron una tele celeste, y Vicent e Ivanna quedaron del otro lado, sin poder ver los procedimientos que se llevarían a cabo para la cesárea.

—¿Sientes esto?

—No —pronunció la castaña.

—Perfecto. Entonces comenzaremos ahora.

Vicent la observó, ella lucía muy nerviosa. ¿Y quién no? Si ni siquiera podían ver lo que estaban haciendo.

—Todo estará bien.

Ella miró hacia arriba al escucharlo, y él le sonrió cálidamente, acariciándole la mano.

Ivanna asintió con la cabeza, escuchando como los médicos hablaban entre ellos.

-o-o-o-o-

—Sí, creo que nos vimos una o dos veces —pronunció pensativo Leo.

Ambos estaban sentados en una banca de la sala de espera, mientras Tito aún dormía.

—¿En serio?

—Sí, me parece que fue en el cumpleaños número veinte de Iva.

—Mm, tal vez... Aunque no recuerdo para nada aquel día.

—¿Tú eras la chica pelirroja que estaba bailando arriba de la mesa?

Rio bajo, avergonzada tapándose el rostro.

—Dios, por eso prefiero no recordarlo.

El rubio rio divertido, sí, era ella, lo sabía. Aunque ahora llevaba un color oscuro de cabello.

-o-o-o-o-

—Son preciosos —pronunció con lágrimas en los ojos Ivanna, al ver a su segundo bebé.

—Perfectos —le dijo emocionado Vicent, mirando al pequeño, antes de que se lo llevaran.

—Doctor, creo que... —murmuró.

—¿Un tercero?

—Sí, hay otro saco —pronunció sorprendida la médica.

—¿Qué? ¿Qué dijo? —le preguntó confundida Ivanna a Vicent, aturdida.

—Creo que... Hay otro bebé.

—P-Pero eran dos, g-gemelos.

Cinco minutos después, la doctora tomó entre sus guantes al tercer bebé.

—Es una niña —sonrió—. El tercer bebé, es una niña.

...

¿Sugar Daddy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora