LX: Hasta nunca jamás

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"—¿Tienes mucho frío mami?

—S-Sí —tiritó.

—Espera —le dijo corriendo, saliendo de la habitación.

Segundos después, volvió con Vicent.

Iva, debemos ir al médico, estás temblando.

—-S-Sólo tengo f-frío.

—Ven papi, acuestate junto a mami.

—¿Qué?

—Eso funciona, eso hace mami conmigo."

Se giró entre esos fuertes brazos, y se acurrucó más contra el cuerpo de él, tan calentito.

Sintió como la abrazaba más a él, y deseó no abrir los ojos, que no pasara el tiempo.

Sintió como acariciaba suavemente su mejilla contra el mentón de él, y se estremeció por completa, alertándole que ya estaba despierta.

Pero aún así, no se separó de él. Se quedaron unos minutos más de ese modo, y luego se animó a levantar la cabeza y mirarlo.

—Creo que ya no tienes fiebres —sonrió el rubio.

Ella sólo negó con la cabeza, sin saber que decir.

La miró a los ojos, luego a sus labios y ella cerró los ojos, mandando todo al diablo, antes de unir sus labios con los de él.

La tomó del rostro, y cambió ese casto beso, por uno más deseado, instándola  con su lengua a que abriera la boca.

Y ella no se negó, en verdad quería que pasara.

No tardó en colocarse encima de la castaña, e Ivanna sintió como sus piernas temblaban. Sólo él podía hacerla flaquear cada vez que la besaba, delirar hasta permitirse no oír a la voz de su consciencia.

Principal motivo por el que había prohibidos los besos.

Separó sus piernas, y las enredó en la ancha cintura de él, suficiente para que el rubio la abrazara, y la hiciera gemir, al sentir su entrepierna chocar contra la de ella.

Y de repente, la razón gritó más alto en ella. Lo alejó, y su mirada expresó claramente lo afligida que estaba.

—No, ¿qué pasa? —le dijo confundido.

—No está bien.

—¿Por qué? Yo quiero estar contigo, lo deseo. Te deseo Iva.

Desvío la mirada, sintiendo nauseas, un vacío en su estómago. Y negó con la cabeza.

—Tienes mujer, vete Vicent.

—Ivanna.

—No sé quien es, pero como mujer, la respeto. Y tú principalmente deberías hacerlo, que es tu pareja.

—Pero... Fue solo un error, yo quiero estar contigo.

—Vicent, por favor, vete.

—La dejaré.

—Vicent-

—Yo te quiero a ti —le dijo interrumpiéndola, tomándola del rostro para que la mirara—. Desde hace mucho tiempo. No siento nada por esa mujer, sólo... Estaba con ella para intentar olvidarte. Está mal, lo sé, siempre hago todo mal, pero... Ya no sé que hacer, Ivanna. Sé que te perdí, hace mucho tiempo lo hice, me resigné a que jamás te tendría, y ella apareció. Debes creerme.

Sintió un horrible nudo en su garganta, y sus ojos se aguaron.

—V-Vete, Vicent.

—¿Recuerdas cuando dije que quería hijos, una familia? Dije una rubia, de piernas largas, porque era todo lo que tú no eres, porque tú no querías hijos. Porque soy mayor que tú, Ivanna. Tú misma lo dijiste, las relaciones entre dos personas, funcionan cuando sus edades son similares.

—Las relaciones funcionan, cuando hay respeto y amor... La edad sólo es relativa.

—Quiero estar contigo, sólo tú quiero que seas mi mujer.

—T-Tienes mujer, vete.

—La dejaré, dame una oportunidad, de ser una familia, por favor.

—Nuestra familia son nuestros hijos, pero tú y yo, no seremos nada.

—Te juro que ella no significa nada para mi. Me quedé contigo, porque tú eres la mujer que quiero.

—¿Quién es?

—¿Por qué quieres saberlo?

—Porque si te niegas a decírmelo, es porque la conozco.

—Sí.

—¿Es ella verdad? ¿La de limpieza?

—Ivanna-

—Siempre lo arruinas, Vicent —le dijo comenzando a llorar—. Siempre lo arruinas, siempre... Intento confiar en ti, y me decepcionas una y otra vez. No haces más que lastimarme. No sirves.

—No —pronunció abrazándose a ella, sintiéndose tan quebrado por dentro—. No lo haré más, lo juro, seré el hombre que mereces, lo mejor para ti y nuestros hijos.

—No, basta Vicent, ya basta. Hasta aquí llegué, se terminó. Quiero que te vayas de la casa, puedes ver a los niños cuando quieras, pero ya no quiero vivir contigo.

—Por favor, no me pidas eso —le dijo en un tono ahogado—. Tú... Tú eres lo más valioso que tengo junto a los niños. Ivanna, por favor.

—Eres malo para mi vida, entiéndelo —le dijo llorando amargamente—. Lo nuestro es imposible.

...

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