XLIII: Día a día

35.9K 2.6K 83
                                    

—Escuché lo que hablabas con Tito —le dijo mientras le pasaba la ropa de los bebés que había doblado.

—¿Qué cosa? —preguntó curioso, guardando la ropa.

—Lo de tus papás. Ni tú, ni Leo, me dijeron que eran adoptados.

—Ah, eso. Supongo que nunca se dio la ocasión, y no es tampoco algo que las personas como yo, anden ventilando como si nada —sonrió.

—Pero es algo importante en tu vida.

—Sí, eso supongo.

Observó al rubio irse, y se quedó pensativas. Ahora, quizás entendía un poco mejor, él porqué compraba "el amor". Sus "amigos", luego de su retiro forzado, no aparecieron más. Él único que aún permanecía a su lado, cuidando de su dinero, era Leo.

-o-o-o-o-

Meció suavemente a sus dos hijos varones, uno en cada brazo, mientras los hacía dormir.

Los niños solían despetarse cada dos horas, o dos horas y media. Y debido a que Ivanna no tenía leche suficiente para alimentar a los tres, o atenderlos sola, él debía levantarse a ayudarla también.

—Te amo —susurró la castaña acostando a su pequeña niña.

Se acercó a Vicent, y tomó a uno de los niños, meciéndolo suavemente contra su pecho, antes de acostarlo en la cuna.

—Duerme mi amor. ¿Los hiciste eructar?

—Sí —bostezó el alto rubio.

Se veía tan cansado.

—Ve a dormir, yo lo acuesto.

—No te preocupes. Yo puedo.

—En serio, ve a dormir —le dijo tomando al otro bebé—. Si te necesito, te llamaré.

—De acuerdo —bostezó una vez más, marchándose.

Ella sonrió suavemente, y besó la frente del bebé.

—Tu papá está haciendo un gran esfuerzo, él está cambiando por ustedes.

-o-o-o-o-o-

Se despertó curiosa, y vio la hora en el reloj sobre su mesa de noche. Eran más de las siete, y era extraño que Vicent no hubiera ido a despetarla.

Salió de la cama, y fue hasta la habitación de sus trillizos, encontrando solo a la niña despierta.

—Hola amorcito —pronunció enternecida, tomándola entre sus brazos—. ¿Tienes hambre? —sonrió bajando un poco su camiseta, dándole el pecho.

Caminó hasta la habitación de Tito, y vio que el pequeño rubio también estaba durmiendo.

—Parece que solo nosotras dos madrugamos hoy amor.

Fue hasta la habitación donde dormía Vicent, y ahí estaba el gran y musculoso hombre, durmiendo boca abajo, abrazando su almohada.

Sonrió divertida y se acercó hasta la cama. Acarició suavemente su columna, con la punta de su dedo índice, y lo escuchó quejarse.

—Alguien vino a darte los buenos días —pronunció en un tono suave, acomodándose la camiseta, y acostando a la niña junto a él.

—Oh, bebita —murmuró adormilado, sonriendo.

—Iré a preparar el desayuno, ¿Puedes cuidarla?

—¿Q-Qué? —exclamó aturdido—. Mejor tenla tú, yo lo preparo.

—¿Por qué nunca quieres cargarla?

—Sólo mírala Ivanna. Es muy pequeña, entra solo en una de mis manos.

—Pero ella necesita estar con su papá.

—Pero-

—Mientras sienta tu calor, ella se quedará quietita —le dijo mientras la acostaba sobre su pecho.

—No me siento seguro.

—Mira, hasta ya se durmió —sonrió la castaña.

Y no era broma, el cuerpito de la niña, más aún así acurrucada, era del tamaño de la mano de Vicent casi.

...

Lamento no actualizar más, pero hoy tuve que trabajar doble, y encima, estudiar para mis clases de mañana 💔😢😢

¿Sugar Daddy?Where stories live. Discover now