XXXVI: Paciencia

37.6K 3K 336
                                    

Sus pies estaban hinchados, y su panza enorme, se sentía una inútil total a sus siete meses de embarazo.

—Mami —llorisqueó—. Quiero ir a la piscina, tengo calor.

—Tendrás que esperar a que venga tu padre.

—No, vamos mami, acompáñame tú.

—Hijo, estoy cansada, y no puedo caminar con los pies hinchados.

—P-Pero yo t-tengo calor —sollozó—. E-Eres mala.

—Tito —suspiró con pesar—. Ya está por llegar tu papá, espera un poco más. No te vas a morir.

—¡No! ¡Yo quiero ir ahora! ¡Quiero ir ahora! ¡Quiero ir ahora!

—Dios, dame paciencia —susurró la castaña, tapándose los ojos con su antebrazo.

Vicent llegó en ese momento, encontrando a su hijo en medio de su rabieta, llorando, e Ivanna acostada en el sofá.

—¿Por qué llora?

—Caprichos. Está muy caprichoso últimamente —le dijo con cansancio—. Llévalo a la piscina.

—Ey, ¿Qué pasó? —le dijo sonriendo, tomándolo en brazos.

Ivanna tenía razón, se ponía rojo cuando lloraba.

—Ma-Mami —sollozó—. N-No que-quería acompañarme —le dijo con espamos.

—Ya, ya no llores —pronunció llevándolo al jardín—. Nademos un rato, ¿sí?

—S-Sí.

-o-o-o-o-

Más de una hora después, Vicent volvió con Tito complemente dormido, lo llevó hasta la habitación, y luego fue hasta la sala, dónde estaba Ivanna.

—¿Puedes levantarte? ¿Necesitas algo?

—Estoy bien.

Y sabía que era mentira, por lo que se acercó a ella.

—¿Qué tienes?

—Nada, Vicent. Si Tito ya se durmió, puedes irte.

La observó, y luego se sentó en la punta del sofá, tomando sus pies, colocándolos sobre sus piernas.

—¿Qué haces? Suéltame.

—Solo te ayudo —le dijo masajeando suavemente sus pies—. Tienes retención de líquido.

—Lo sé, no necesito de tu ayuda.

—Cuando te conocí, me gustaste porque no eras como las demás chicas de esa fiesta. Tú eras madura, a pesar de tu edad. Y ahora, estás actuando como una adolescente caprichosa.

—¿Cómo quieres que actúe con el hombre que me arruinó la vida? Dejarme embarazada, fue lo peor que hiciste.

—Fui una basura contigo, un hijo de puta. Y estoy arrepentido, Ivanna, aunque no lo creas. Y no espero que me perdones fácilmente, pero sí que me dejes ayudarte.

—No quiero nada de ti.

—Lo sé, pero entonces acéptalo por nuestros hijos. Cuando los bebés nazcan, no podrás cuidarlos sola con Tito aquí.

Ella no dijo nada, simplemente dejó que él siguiera masajeando sus pies, sus tobillos, y luego sus piernas.

—¿Se está portando muy mal Tito?

—No tienes una idea. Sé que está celoso, que es pequeño aún, pero hay días... Que se pone insoportable. Le da esos ataques de rabieta, y no deja de llorar y gritar hasta que consigue lo que quiere.

—Lo lamento, Iva. Puedes llamarme cuando eso ocurra. Hoy se divirtió mucho en la piscina, hay que entenderlo también. De que fueran sólo tú y él, ahora tendrá que compartirte con dos niños más.

—Lo sé... Pero no es fácil, yo también me pongo irritable con este maldito calor.

—¿Y los bebés? ¿Se mueven mucho?

—Sí, ahora mismo se están moviendo, creo que tienen hambre.

—¿Qué quieres para comer? Iré a buscarlo.

—Algo fresco, cualquier cosa que sea fría.

—De acuerdo —sonrió antes de colocar una almohada debajo de sus pies, para mantenerlos altos, e ir a la cocina.

Minutos después, volvió con un vaso de licuado, y un tostado.

—¿Aún te sigue gustando el melocotón?

—Sí —Asintió sintiendo como su boca se hacía agua.

El rubio se lo pasó, y la joven madre tomó más de medio vaso de una sola vez.

—¿Quieres el sándwich?

—¿Tiene jamón?

—Sí.

—Entonces no, me da asco ahora.

—Oh, bueno —le dijo dándole un mordisco él.

Ivanna lo observó, y luego suspiró, tragándose el orgulloso solo por esa vez.

—Dame tu mano.

Él no replicó, simplemente extendió su mano, y cuando la castaña la tomó, la colocó sobre su vientre.

—Ahí están los inquietos de tus hijos.

...

¿Sugar Daddy?Where stories live. Discover now