Capítulo 14

80.7K 5K 798
                                    

(Casandra)


Rosa me convenció para salir de la habitación. Marc y Troy se habían ido así que ella era la que me vigilaba ahora.

La verdad es que no quería seguir en esta casa. No me gustaba tener el miedo de que en cualquier momento me pudieran matar o que me vendieran al hombre que mató a mi madre.

Así que aproveche que Rosa tenía que ir a dar unas instrucciones a sus hombres, o eso me ha dicho ella, para correr al despacho de Troy y abrir un cajón buscando dinero. Y no me equivocaba ahí había dinero, fajos de dinero.

Cogí unos billetes. No creo que lo note.

Salí de la casa corriendo antes de que me pillaran. Corrí varias calles hasta ver el primer taxi, me monte en él y le di una dirección del centro, por lo menos ahora tendría dinero para poder ir a buscar ayuda.

Lo primero que hice fue ir a un locutorio y me conecte al chat. Rápidamente encontré un mensaje de Halcón rojo. Ponía:

Halcón rojo: Me gustaría pedirte un favor, cuando tengas tiempo contéstame.

Así que le conteste.

BAM-Cass: ¿De qué se trata? Si puedo te ayudare.

Era lo menos que le podía hacer por él. Halcón rojo era una de las personas que más me había ayudado a buscar información de mi madre sin preguntar ni meterse en medio.

No tardo nada en responderme.

Halcón rojo: Quería tu ayuda para encontrar a una persona, pero no puedo decirte de quien se trata. Solo te pido el favor de ayudarme con las barreras.

Eso lo podía hacer, era lo mismo que él había hecho por mí.

BAM-Cass: Claro, hare mi mejor esfuerzo pero ahora mismo no tengo a disposición ningún ordenador que pueda usar para ayudarte.

Halcón rojo: Si me dices donde te puedo mandar un ordenador te daré uno de los míos.

Esa respuesta me hizo preguntarme qué clase de persona es que puede dar como si nada un ordenador a alguien que no solo que no conoce sino que ni siquiera ha visto en persona ni una sola vez.

BAM-Cass: No puedo aceptarlo. Pero te avisare en cuanto tengo uno ¿vale?

Nos despedimos y me quede intentando buscar información de Paulo Duran.

Estuve un par de horas sin encontrar nada de nada. Frustrada salí del locutorio y cogí el transporte público.

Tenía intención de ir a mi casa, pero mientras más me acercaba más me lo replanteaba. ¿Que se supone que le tengo que decir a mi padre? ¿Le puedo preguntar porque lo hizo? ¿Me puedo quedar y que las cosas sean como antes? ¿Qué había hecho mal? ¿Era culpa mía estar en esta situación?

Me baje en mi parada y ante mi estaba la casa donde había crecido. Donde tenía los pocos recuerdos de mi infancia, no todos eran de color de rosa pero tampoco recuerdo haberlo pasado mal. Era mi hogar.

Respire profundamente antes de picar al timbre a la puerta, preferí no usar las llaves por si acaso y enseguida escuche la voz de una mujer.

-Voy –grito antes de abrir la puerta.

La mujer era joven. Nunca la había visto. Llevaba un delantal sobre un vestido.

-¿En qué te puedo ayudar?

-¿Puede decirle a mi padre que salga? –atine a preguntar.

-¿Perdona? Creo que te has equivocado de casa.

-He estado viviendo aquí toda mi vida. No me he equivocado.

-Nos acabamos de mudar. Compramos esta casa hace dos días –me dijo lo más suave que pudo.

Me quede en blanco ¿Mi padre había vendido nuestro hogar? ¿Dónde estaba ahora? No tenía ningún lugar al que ir, no tenía hogar.

-¿El dueño anterior dejo algún numero o una dirección para poder contactarlo? –pregunte.

-No, hicimos los trámites a través de una agencia. Lo siento –se disculpó.

-No pasa nada. Perdón por interrumpir –dije antes de despedirme.

Me aleje de la casa, para verla de lejos. Esa era mi casa. No me lo podía creer. ¿Ahora donde podía ir?

De repente sentí una mano en mi hombro. Me gire sobresaltada encontrándome con Troy sonriendo exageradamente.

-¿No me esperabas? –pregunto.

Me lo quede mirando un segundo antes de salir corriendo. Un vano intento de escapar ya que no había corrido ni media calle antes de que Troy me alcanzara y me subiera sobre su hombro como un hombre de las cavernas. Prehistórico. Troglodita.

-¡Bájame! –le gritaba furiosa.

-Es la segunda vez que te escapas. ¿No había quedado suficientemente claro la primera vez, de que eres de mi propiedad? Ahora me perteneces y a mí no me gusta la rebeldía contra mí.

-¡Déjame! –seguí pateando.

Me bajo dejándome entre el coche y él. Sin escapatoria.

-¿Por qué has escapado esta vez?

No quería responder así baje la mirada para evitar la suya.

-Respóndeme –me ordeno.

-Solo quería volver a mi casa –conteste aun sin mirarle.

-Entiendo. Ahora entra al coche.

-No quiero –dije mientras negaba al borde de las lágrimas.

Estaba tan nerviosa y notaba como el miedo me invadía por la posibilidad de tener que volver. Temblaba de rabia y miedo.

Troy suspiro hastiado antes de agárrame por el mentón y junto nuestros labios. No pude evitar quedarme quieta mientras Troy me agarraba la cara para profundizar el beso.

No me podía resistir era como si con un roce suyo me hipnotizara mis pensamientos se inundaban de él. Sus suaves labios, su callosas manos, su olor a hombre mezclado con la colonia tan masculina que usaba...

No sé cómo me encontré sentada en el asiento, con el cinturón puesto y Troy conduciendo a mi lado.

-¿No estaba Spencer en casa? –pregunto Troy con tono calmado.

No quería contestar. Ahora mismo no sabía que sentir, ni que decir, no sabía nada. Era como si me acabara de dar cuenta de en qué situación estaba. Las lágrimas cayeron como ríos incontrolables.

-¿Estas llorando? ¿Qué ha pasado? ¿A quién quieres que mate? –pregunto Troy.

No respondí nada, solo podía llorar. Troy puso su mano en mi pierna, para reconfortarme, por unos segundos antes de volver a coger el volante.

-De acuerdo, ya hablaremos cuando lleguemos a casa.

VendidaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora