capítulo 19

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(Troy)


Después de dejar a Casandra bajo el control de mis esposas en el coche me fui a la nave industrial. Esas esposas parecían ser una buena inversión teniendo a Casandra a mi lado, ahora ya sabía el uso que tendría que darles. Mantener a Casandra de mi lado.

Enseguida alcance a los chicos y entramos en la nave. Para cuando llegue Ducado y los suyos ya estaban ahí.

-¿Cómo va? –pregunte a Ducado.

-Están sacando a la gente que se ha resistido y a los demás los tienen atados. Te vas a llevar una sorpresa.

Cuando alguien se resistía significaba que habían tenido que usar las armas, por lo que esa gente estaba herida de bala o que ha pasado a mejor vida.

-Ya se quien está ahí. Adam.

-Eso ya sabía que lo sabias tú. Me refiero a otra persona.

-¿Quién? –pregunte confuso.

-Pues... -dudo en decírmelo. Desvió la mirada por un segundo hacia la puerta que teníamos en frente- la verdad es que prefiero...

No le di tiempo a pararme. Abrí la puerta dejando que golpeara contra la pared. Tenía que saber quién era esa persona que había hecho dudar a Ducado si decirme o no que estaba ahí. ¿Quién podía ser peor que Adam?

No tarde mucho en descubrirlo. Nunca pensé que tal rata de alcantarilla se juntaría con Adam. Ya pensé que me había librado de él pero parecía que él se enganchaba como las lapas.

La sangre me empezó a hervir, si aumentaba un grado más podría convertirse en pura lava. Apreté los puños con toda la intención de desahogar mi rabia hacia él en su propia cara.

Me dirigí a él con paso decidido pero antes de poder tocarle un solo pelo Ducado me agarro por detrás.

-Suéltame –ordene revolviéndome.

-Primero cálmate. No quiero que lo toques. Yo también tengo asuntos con él y no quiero resolver mis asuntos con un cadáver ¿entendido?

-Si –dije parándome.

Tenía razón. No podía ser tan impulsivo. No sacaría nada de esto. Tenía que calmarme y ser frio. Tenía que enfriar mis ideas.

-¿Mejor? –pregunto soltándome.

-Sí, todo lo mejor que puedo estar teniéndolo frente a mí de nuevo.

Estaba atado junto a Adam. No sabía cómo se habían llegado a conocer pero me podía hacer una ligera idea de que el dinero y el poder estaban por el medio. Cosa que no sorprendería a nadie.

-¿Y qué asuntos tienes que hablar con él? No sabía que lo conocías en persona. Sé que sabes de él por lo que yo te conté, así que... ¿De qué lo conoces tú? –le pregunte en susurros.

-Digamos que es una larga historia.

-¿Algo de lo que tenga que preocuparme?

-No, yo mismo lo puedo solucionar.

Acabamos de acercarnos a ellos quedando en pie frente a ellos.

-¿Qué intentas, Adam? –pregunte claramente, sin irme por las ramas.

Solo me miro con odio puro en la mirada, negándose a hablar. Tomándome la justicia por mi mano, o por mi pie en este caso, le di una patada en las costillas. Suficientemente fuerte como para que le doliera pero no tan fuerte como para romperle un hueso. Aunque sé que luego sufriría dolor, en la pierna herida, yo mismo por eso.

-No me lo hagas repetir. Responde –ordene con más autoridad en la voz.

Escupió en el suelo con toda la intención de no responder. Tanto Ducado como yo sabíamos que era capaz que callarse bajo un bajo un duro interrogatorio. Pero si teníamos que torturarlo un poco para que hablara lo haríamos.

Ha aprendido de la misma persona que yo, por lo que estamos preparados de la misma manera para las mismas cosas. Pero los tiempos pasan y ha podido aprender nuevas cosas mientras iba por su cuenta.

-Habla Adam –dijo Ducado.

-Iros a la mierda. No habéis sido más que moscas a mí alrededor, molestando, no dejándome crecer, estabais reprimiendo mi potencial. No podíais soportar que yo pudiera llegar a ser mejor que Troy. Pero cuando os disteis cuenta os escoció tanto que decidisteis dejarme a un lado.

-Sabes perfectamente porque decidimos ignorarte. No pongas escusas como siempre –dijo Ducado- sabes que eso es mentira.

-No tenéis ni idea –contesto con rabia.

-¿Sobre qué? ¿De porque te fuiste? Eso lo tenemos claro, no pensábamos igual y tú no sabías acatar y entender. Preferías la carnicera como venganza. Lo que aún no me explico que tipo de negociar tienes con esta rata podrida de alcantarilla –conteste con rabia elevando la voz poco a poco.

No sabía acatar las órdenes. Siempre que se le encargaba a alguien para interrogar acaba mutilado o algo peor. Lo que jugaba en nuestra contra aunque Adam no lo viera así. Una cosa era torturar para sacarle las palabras pero causar la muerte solo se permitía cuando se hacía daño a alguien de la banda.

-No lo entiendes, tú siempre has sido el ojito derecho de Ducado así que no hables. Porque estoy atado sino te daba una paliza, maricón.

-Haber si te atreves, huevos flojos –dije yendo hacia él.

Para mi desgracia Ducado volvió a pararme.

-No te comportes como él. No ves que solo busca picarte. Ahora deja de comportarte así, cállate o sal.

Di un par de pasos para atrás para dejar a Ducado al mando.

-¿Qué buscabas, Adam? Contesta o sabes que no seré precisamente blando contigo –amenazo Ducado.

-Ayudarle –señalo con la cabeza a su compañero.

-¿A qué?

-Lo sabes de sobra –dijo desafiando a Ducado con la mirada- a recuperar o que es suyo.

-Ya no lo es. Si esta en mi poder –dije desde donde estaba.

-Nunca debió de haber sido suyo –comento Ducado al mismo tiempo.

-Sabes de sobra que es mío, Ducado. Y siempre lo ha sido por mucho que a ti te gustaría que no fuera así. –contesto la rata.

Ducado estaba tan tenso como como las cuerdas de una guitarra afinada.

-Es mía tú mismo me la vendiste –dije encarándome a Spencer White, el padre de Casandra.

VendidaWhere stories live. Discover now