Capítulo 23

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(Casandra)


Estuve llorando un buen rato. No sabría decir cuánto tiempo, pero había sido bastante.

Intente recomponer mi cara antes de levantarme e ir a abrir la puerta. Tal como dijo Ducado, estaba esperando de pie al otro lado.

-¿Mejor? –me pregunto suavemente.

-Sí, gracias –conteste- ¿Puedo irme?

-¿A dónde vas a ir?

-No sé. Fuera de todo esto.

-¿A casa de Troy?

-No. Me iré por ahí, no lo sé. Ahora ya no tengo un hogar.

-Hugo dejo una casa para ti. La compro con la intención de que vivir junto a tu madre y a ti. Pero ahora está a mi nombre hasta que tú cumplas veintiuno. Puedes ir a vivir allí si es lo que quieres. Nadie te molestara.

-¿Pero y Troy no dirá nada?

-Puedes estar tranquila. Troy olvidara que te compro si yo se lo digo.

-Entiendo... -me sentía algo triste de saber que Troy me olvidaría- ¿Y qué va a pasar con mi padr... quiero decir con Spencer?

-No creo que lo quieras saber, la verdad –dijo poniéndose serio.

-¿Lo vais a matar? –pregunte casi incapaz de pronunciar la última palabra.

-Spencer no depende de mí por mucho que me gustaría encargarme de él. El negocio es con Troy será él el que decida qué hacer. Pero te puedo decir que por lo que conozco a Troy, Spencer no saldrá por su propio pie de aquí.

-¿Puedo verle?

-¿A quién? –pregunto con curiosidad.

-A Spencer.

-¿Para qué?

-Solo para ver que tiene que decirme.

-Te dejare verle pero siempre que yo este delante. No pienso dejarte a solas con ese desgraciado.

-De acuerdo.

-¿Lo quieres ver ahora? ¿O prefieres esperar unos días a estar más tranquila?

-Prefiero hacerlo ya y acabar con todo esto de una vez.

-Vamos.

Se puso en marcha y yo le seguí. Durante el camino hubo muchas miradas hacia mí. Algunas confusas, otras curiosas y la de Hank que mostraba preocupación.

-No te sientas incomoda nadie te tocara un pelo o se las verá conmigo. La mayoría de las miradas es por el parecido con tu madre ya que la mayoría la conocían.

Seguimos caminando hasta llegar a una puerta que estaba protegida por dos grandes hombres.

-Si en cualquier momento quieres salir porque no aguantas más me lo dices y te sacare de allí. No quiero que te acerques demasiado, no quiero exponerte más a ningún peligro –dijo mirándome serio- prometo no decir nada aunque me pique la lengua.

-Vale.

Nada más aceptar sus condiciones abrió la puerta y me hizo pasar a la habitación. Más que habitación era un zulo. No tenía ventanas y la única luz que había era una bombilla colgando del techo. Spencer estaba atado y encadenado a una silla bajo esa bombilla.

-Pero si es mi quería hijita ¿Me varias a soltar ya? –pregunto sonriendo con los dientes llenos de sangre.

Como había prometido Ducado, no dijo ni una palabra. Se dedicó a quedarse parado tras de mí en silencio aunque su presencia en la sala no pasaba desapercibida.

-No creo que te vayan a dejar ir, la verdad –dije intentando que no se me notara que en realidad estaba temblando.

-¿No quieres ver a tu padre libre? –pregunto con tono de tristeza, que no sabía si creerme o no a estas alturas.

-No eres mi padre.

-¿Se lo has tenido que decir? –pregunto a Ducado, ignorándome.

Pero Ducado no respondió.

-¿Cómo pudiste?

-¿El que te criara como una reina aun siendo de un hijo de puta y una infiel? ¿El que tomara justicia y reclamara lo que me pertenece? –empezó a subir el tono cada vez más enfadado.

-¿El que te pertenece? –acabe preguntando a gritos como él.

-Tú. Tú me perteneces. Tenías que ser mía antes de...

-¿Antes de que? ¿A qué te refieres?

-Te iba a hacer mía antes de los veintiuno. Tenías que tener un bebe mío. Así tendría todo el derecho a tener lo que el inútil de Hugo dejo para ti. Todo ese dinero tenía que ser mío. Para compensarme por la infidelidad con mi mujer.

-No quiero saber más –dije girándome hacia Ducado llorando.

Sin decir nada Ducado me cogió de la mano y me saco de allí. Una vez fuera cerraron la puerta y Ducado me abrazo. No pude contener las lágrimas y llore en sus brazos, me agarre más fuerte a él.

-Tranquila –murmuraba mientras me daba palmaditas en la espalda- No te va a hacer nada. Por encima de mi cadáver.

Yo solamente lloraba sin poder contestarle.

-No llores, ya se ha acabado todo. Ahora todo será diferente.

Cuando logre calmarme un poco deje de abrazar a Ducado.

-Gracias –dije secándome la cara con el borde de la manga.

-Tranquila, no me importa abrazarte si lo necesitas. ¿Ahora qué quieres hacer?

-Quiero desaparecer, irme lejos de aquí.

-¿Quieres que te lleve a tu casa?

-¿Mi casa?

-Sí, la que Hugo dejo para ti. La he mantenido habitable para que puedas entrar a vivir en cualquier momento.

-Yo no voy a poder mantener una casa, no tengo trabajo. Además de mis estudios...

-Yo me encargare de tus gastos, Hugo dejo un depósito para todo eso.

-¿Qué era? ¿Rico?

-Digamos que era muy ahorrador. En cuanto se enteró de que tu madre estaba embarazada empezó a recaudar todo el dinero posible para vosotros.

-Me siento mal aceptando ese dinero. No lo conocí.

-Es tu padre, todo lo suyo es tuyo por derecho. Así que no te sientas mal por aceptarlo, es tuyo. ¿Quieres que te lleve? Así la ves y si decides quedarte estará bien.

-Vale.

-Pues manos a la obra.

Me guio hasta el aparcamiento y me hizo subir en un coche normal, nada llamativo. Eso me sorprendió porque Troy solo tenía todoterrenos o deportivos.

-Usaremos este para no llamar mucho la atención en la calle. Quiero que sepas que si decides vivir en esa casa, aun me tendrás ahí para lo que quieras. Si quieres que este a tu lado como tu tío ahí estaré, si solo me quieres como un amigo ahí estaré. Sea lo que sea ahí estaré.

-Gracias otra vez.

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