Capítulo 32

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(Casandra)


-Hemos llegado –dijo el chico que conducía, frenando el coche.

Para cuando llegamos a... este lugar. Me tenían con la camiseta rota, destrozada, que se me veía el sujetador y gracias a que freno el coche no me pudo desnudar más el rubio.

Durante el trayecto había estado luchando contra él para evitar que me tocara. Pero había logrado romperme la camiseta, hasta el punto de que ya ni siquiera la tenía puesta, y sobarme el peche. Yo no había parado de empujarle y taparme como podía, mientras gritaba, lloraba y forcejeaba.

Salió de encima de mí y me saco del coche tirándome de los pelos, casi arrastrándome por el suelo, mientras me quejaba a gritos, esperando que alguien me ayudara, pero estábamos en mitad de la nada.

-Vamos, puta, camina más rápido –dijo dando otro tirón a mi pelo, logrando que diera otro chillido.

Estábamos en una montaña ¿Dónde me habían traído? ¿Me iban a tirar por un barranco, después de violarme? No podía parar de pensar que de esta no iba a salir vivía mientras mis lágrimas no dejaban de caer como ríos por mis mejillas.

Me arrastro hasta una cueva donde nos adentramos, bastante, hasta llegar casi al fondo. Había un sofá viejo y lleno de polvo. Nadie había estado aquí desde hace muchos años.

Me tiro sobre el sofá y, él fue detrás, se tiró sobre mí.

-Ahora ya déjate de juegos, puta –dijo el rubio que estaba sobre mí.

El moreno simplemente estaba de pie disfrutando de ver el espectáculo que estábamos dándole.

-Cógele los brazos –ordeno el rubio sonriendo con malicia.

Y el moreno, obediente, se acercó a cogerme los brazos para que no pudiera defenderme.

-Parar... Parar... Parar... -rogaba mientras me revolvía bajo el rubio en vano.

Ignorándome empezó a quitarme el sujetador y cuando lo logro empezó a sobarme los pechos, dándome besos en el cuello.

Fue bajando sus besos hasta mis pechos y empezó a chuparme los pezones.

-No sabes lo excitado que estoy –dijo con voz ronca- nos lo vamos a pasárnoslo bien.

Yo solo quería morirme.

Se separó lo suficiente para tirar de mi pantalón, hasta romperlos, y comenzó a bajármelos junto con mis bragas. Aunque yo daba patadas al aire con toda la intención de darle a él, consiguió su objetivo.

Se puso sobre mi yendo otra vez hacia mi pecho para frotándose contra mí. Podía notar su excitación contra mí. Era totalmente asqueroso ¿Cuándo va a acabar esto? ¿Era así como iba a acabar mi existencia? Para eso prefería morir rápido y sin dolor.

Cerré los ojos esperando lo peor cuando una de sus manos de deslizo hacia abajo para desabrochar sus pantalones y sacarse la polla.

Esperando a que siguiera con su objetivo sentí como salía de encima de mí repentinamente y casi al mismo tiempo el moreno liberaba mis muñecas.

En cuanto abrí los ojos me encontré con una escena de violencia que me sorprendió tanto que por un momento no sabía que estaba pasando. Cuando me recupere, vi que eran Troy y Paulo dando una paliza a los chicos.

Temblaba tanto que no podía moverme, solo me encogí y me encogí hasta quedarme en una bolita, sin poder apartar la vista de la escena.

Se fue creando un charco de sangre alrededor de ellos. Empezaba a oler fuerte. Aunque Paulo y Troy seguían golpeando a los chicos, estos ya no se defendían o estaban desmayados o muertos, y a juzgar por la sangre yo diría que lo segundo.

Cuando Troy se dio cuenta que ya se había acabado todo soltó al chico rubio, dejándolo caer al suelo sin cuidado alguno, y se giró a mirarme.

Estaba manchado de sangre de arriba abajo y su cara era todo un poema. Me miraba fijamente al tiempo que respiraba profundamente para recuperar el aire.

-¿Estas bien? –pregunto mirándome de arriba abajo.

Negué con la cabeza al tiempo que la escondía entre las rodillas y volvían las lágrimas a mis ojos.

Escuche como se acercó a mí lentamente y me cubría con algo. Por el calor de desprendía podía decir que era su cazadora. Levante la vista para mirarle.

-Ducado, para –dijo Troy al tiempo que me abrazaba- Encárgate de ellos, yo llevare a Cass a la casa.

-Llévala a mi casa –dijo antes de girarse a mirarme- Lo siento mucho, guapa.

Yo solo puede quedarme callada. Quería decirle que no era culpa suya pero no me salían las palabras. Solo logre temblar. Paulo se fue arrastrando los cuerpos con la cara más derrotada que había visto jamás.

-¿Qué te han hecho? ¿Dónde te han tocado? ¿Qué te han...? –preguntaba nervioso.

-Quiero salir de aquí –dije desesperada.

-Sí, vamos. Deja que te coja.

Me tapo todo lo que pudo abrochándome la cazadora antes de cogerme en brazos. Yo me agarre a su cuello escondiendo mi cara en él. Cargo conmigo como si no pesara nada, pero aunque tuviera que andar creo que con lo que temblaba me sería imposible dar dos pasos seguidos.

Me metió en el asiento de atrás del coche y cuando él iba a salir le agarre del dobladillo de la camiseta.

-No me dejes sola –suplique entre lloriqueos. Me sentía lo más tonta posible.

-Voy a por una manta al maletero. Vuelvo en dos segundos.

Salió y volvió con una manta a los dos segundos. Entro sentándose a mi lado y tapándome con la manta. Me cogió y me sentó sobre él. Haciendo me apoyara contra su pecho y entrando en calor. Cerré los ojos, queriendo que todo lo que había pasado fuera solo un sueño.

Pude notar como Troy frotaba mi espalda para consolarme y como al rato escucho como Paulo entra en el coche en el asiento del conductor y arranca.

-¿Cómo está? –pregunto Paulo en tono bajo.

-Está en shock. Pero no parece te le pase nada –contesto Troy igual de bajito.

Yo solo me quede quieta concentrándome en el fuerte latido del corazón de Troy, hasta lograr relajarme lo suficiente como para quedar dormida.

VendidaWhere stories live. Discover now